marzo 20, 2025 9:46 am
marzo 20, 2025 9:46 am
marzo 20, 2025 9:46 am

Narcotraficantes: ¿Corsarios de quién?

Conforme a George Friedman, existe una conexión entre los empresarios, gobierno y los Cárteles de las drogas que suponía una prospectiva de ataque a los Estados Unidos en el 2080, está lógica -sin embargo- se corresponde con la historia de Inglaterra y la cultura anglosajona que incentivaba la piratería al mismo tiempo que protegía a los protagonistas del atraco y el trasiego. La compañía británica de las Indias Orientales fue un proyecto que estructuró actores de diversa índole para impulsar la hegemonía anglosajona en Occidente.

Este modelo no se ha podido replicar en Hispanoamérica, aunque las condiciones se encuentren en una condición semejante y, no obstante que estas alianzas se muestran como evidentes e irrefutables, México no tiene algo rayano a la Compañía Británica; pero, es altamente probable que, conforme a la tradición histórica, Estados Unidos desarrolle esquemas semejantes. Blackwater es la versión moderna de la compañía británica de las Indias Orientales. ¿Dónde queda el narcotráfico mexicano?

La narrativa sociológica comprensiva del narcotráfico ha perdido todo sentido. El faccionalismo destruye la perspectiva de que los cárteles no existen, que son manejados por el gobierno mexicano o que, incluso, representan mercenarios de otros países.  La guerra de baja intensidad que ha vivido México desde hace casi veinte años, el combate a las drogas zedillista-calderonista, no permite divisar los bandos ni quiénes son los enemigos de la sociedad mexicana.

El análisis de George Friedman parece fabricado, idealmente, para la guerra que necesita el Imperio Yanqui y su pentagonismo. Donald Trump, Marco Rubio y Elon Musk pueden estar confiados en que su ultrapoder se impondrá fácilmente en México; sin embargo, es importante señalar que el espantajo de la Conspiración Narcotraficante Mexicana para destruir los Estados Unidos nunca existió. Como todas las conspiraciones, es un mito implantado en la Casa Blanca por el Deep State tan temido por Mister Carrot; pero siempre aliado a Mister Danger. La llegada de Donald Trump es uno de los riesgos más importantes para la mexicanidad en la época contemporánea; ojalá que este problema concite a la unidad nacional y, si el enfrentamiento es inevitable, se consiga establecer la mejor estrategia de negociación y postguerra con Norteamérica.

La mexicanidad puede ser algo más que una inercia, un impulso más fuerte que el trampolín empleado por la hispanidad. La evolución intelectual que desarrolló Jorge Castañeda Gutman implica una tarea para las futuras generaciones; México nunca va a existir mientras se encuentre a la sombra de la hispanidad, en cambio, México puede superar la proteusia y entelequia del egepticismo si toma en serio la tarea de asimilación que han desarrollado los millones de emigrantes mexicanos en Norteamérica. La frontera, la zona de quiebre civilizatoria que tiene nuestro país, todos los días señala la orfandad cultural mexicana, México es más Norteamérica que Hispanoamérica. Con Donald Trump llega, otra oportunidad, de abandonar la esquizofrenia.

La inquietud, desconcierto y desolación que implica para México la llegada del trumpismo; también puede ser un acicate para entender una realidad que se evade por la hegemonía cultural hispanista. México, en sentido estricto, material y económico, es parte de Estados Unidos; pero, la sociedad mexicana no se beneficia de los resultados y acciones que provoca esa vecindad y apalancamiento. La salida del Modelo Habsburgo, del antiguo régimen feudal, puede ser ocasionada por el conflicto con Estados Unidos que se avecina. La guerra de baja intensidad se está convirtiendo en una guerra civil extrema que nadie entiende ni puede parar, los Corsarios norteamericanos hicieron bien su trabajo y ahora Estados Unidos planteará la solución. Así ocurrió en la revolución mexicana, la Cristiada, la segunda guerra mundial y la guerra fría.

En este decurso de acontecimientos sólo una cosa queda clara: el gobierno nacional cada vez cuenta menos y las clases dominantes aceleran sus movimientos acomodaticios; la sociedad mexicana tiene la última palabra -como en 1994- para elegir la tarea de asimilación norteamericana o el cuento del dinosaurio corporativista caciquil patrimonialista.

Comparte en tus redes sociales