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De Barbie a boybands y otros gustos que incomodan

Barbie es el producto cultural más reciente que el machismo y las masculinidades frágiles han querido tomar para entretenerse y reforzar una supuesta "superioridad". Ya se ha visto antes con … casi cualquier interés manifestado por mujeres y/o diversidades.

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por Sandra Mota

Se volvió controversial vestir de rosa. Continúa siendo polémico decir que alguien fue a ver Barbie. A más de un mes de su estreno, en redes algunos describieron como “activismo performativo” a las declaraciones de V, cantante de BTS, quien dijo que el filme de Greta Gerwig había sido “una de las películas más impactantes que ha visto recientemente”.

Aunque posiblemente solo se tratara de una opinión simple y estrictamente personal (sin peso político o siquiera promocional), lo curioso ha sido ver revivir la polémica por tener un gusto por un filme de temática feminista en un país que considera incómodo o incluso un tabú al movimiento, y en el que, la “feminidad” (o más bien lo catalogado como típicamente “femenino”) ha sido tanto utilizada como arma de mercadotecnia como condenada.

Por esto mismo en Corea del Sur –el miedo ha sido tal, porque nadie quiere ser relacionada(o) con el feminismo– no hubo una concentración color rosa como ocurrió en casi todos los países que proyectaron la adaptación de Gerwig de un producto sí, capitalista, pero también representativo para las infancias de muchas generaciones de mujeres.

El resto de países pudieron recibir el filme con un poco más apertura pero, claro, todo lo relacionado a los gustos de niñas, adolescentes y mujeres tiene que ser atacado y rebajado. Socavado, de una u otra forma. Lo leímos, nos topamos con ello, y lo seguimos haciendo (aunque en menor frecuencia): los comentarios de odio a ciertas tendencias o la condescendencia frente a las aficiones.

Barbie es el producto cultural más reciente que el machismo y las masculinidades frágiles han querido tomar para entretenerse y reforzar una supuesta "superioridad". Ya se ha visto antes con … casi cualquier interés manifestado por mujeres y diversidades.

Antes BTS –sí, los mismos que parecen ser de los pocos que han expresado abiertamente su gusto por Barbie en Corea del Sur y quienes, si bien son recibidos positivamente a nivel internacional, también han sido atacados por su imagen y discurso algunas veces definido como “muy femenino” (“parecen mujeres”, aún suele salir en comentarios sobrados).

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Todo el Kpop. Y antes Taylor Swift. Harry Styles. Mucho antes One Direction. Los juegos del hambre. Crepúsculo. Justin Bieber. No es malo cuestionar pero casi como regla, todo lo que tiene un amplio público femenino suele ser escrutado hasta en el más mínimo detalle. Más aún sus seguidoras o consumidoras porque algún indicio de "exageración" es penoso.

La “histería”. La ”locura”. Cualquier sentimiento expresado ante un simple gusto como una película, un grupo musical, un algo, un lo que sea. Eso que se vuelve simple, superficial y poco complejo cuando lo ve, lee o escucha una mujer o diversidad (ya sabemos que no ocurre si se trata de otras aficiones o incluso de las mismas si son replicadas por hombres).

Afortunadamente el “lo haces como niña” o “eso es de niñas”, se ha contrarrestado con el tiempo. Cientos de críticas y publicaciones que opacaron los intentos por invalidar las experiencias compartidas, videos visibilizando la importancia de la creación artística y cultural y más son la prueba de una avance que se siente aletargado.

Pero aún no es suficiente. Los estereotipos de género, los roles impuestos aún se permean en los alrededores, y poco se suele ver que estos también afectan a hombres (en nuestro país, por ejemplo, se aplaudió a un padre pero sé burló a un hombre de la diversidad por vestir de rosa; un vistazo de disparidad y entrecruces de violencias).

Parece simple cuando se trata del ámbito cultural o del entretenimiento. No lo es. Demeritamos mucho el impacto de lo que consumimos a diario.

Este mismo juicio (la alergia, el miedo, la incomodidad ante lo típicamente “femenino”, al feminismo o la misma misoginia) se extiende hasta prácticas y acciones de mayor escala, hasta incluso hacer creer que el consentimiento (y cualquier derecho básico) no es más que una ilusión de las “locas” y "adoctrinadas".

“Está exagerando” es el eco de docenas de comentarios que creen que la reacción de la futbolista Jenni Hermoso a un beso no consensuado por parte de Luis Rubiales -un hombres en posición de poder- ha sido demasiado porque “no es para tanto”.

Se cree que es más bien un producto de "la histeria", de la "ideología" feminista. También el hacer creer a una víctima de abuso o acoso sexual que debe disculparse por llorar al hablar de su experiencia, como el caso de la creadora de contenido boliviana Albertina Sacaca.

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El repudio a la sensibilidad y a ser emocional, y básicamente a la expresividad es más compleja de lo que queremos y pretendemos ver y ya tiene nombre (ajá, sistema patriarcal). ¿Se volvió controversial vestir de rosa o siempre lo ha sido? Un simple color que poco a poco ha logrado desprenderse de la etiqueta de exclusividad, de romper con barreras de género y ser lo que es: color rosa y ya.

Bien, por otro lado, es alentador y gratificante notar que, al contrario de verse afectados por las mofas o críticas disfrazadas, los grupos, colectivos, niñas y mujeres han hecho lo contrario de decrecer sus gustos o achicar sus voces. Cada vez más estridentes, fuertes y en permanente resistencia en todos ámbitos y sentidos.

Por más sencillo que se haya hecho parecer, a través de los productos culturales también se ha creado comunidad que rebasa dedicarse únicamente a mirar el contenido. Véase por ejemplo el sentido de unidad y los proyectos masivos en los conciertos de Black Pink, Lana del Rey y Taylor Swift en México, significativos no solo para fans.

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Ahí donde se crean espacios seguros, en donde se impulsa la empatía y la libre expresión. Eso que crea campañas de concientización de problemas políticos y sociales, incentiva donaciones y creación de arte. Eso es válido. Y más que válido, es necesario y debería ser replicado en lugar de burlado. La pasión convertida en creatividad e incluso activismo, el ejercicio de la colectividad, la solidaridad o sencillamente el expresar y disfrutar, aporta más que resta.


Nota por:
Sandra Mota

Reportera en la sección de Cultura. Estudié Lingüística y Literatura Hispánica. Perspectiva feminista y de género. Me enfoco también en la música y el cine.

Sandra Mota

Reportera en la sección de Cultura. Estudié Lingüística y Literatura Hispánica. Perspectiva feminista y de género. Me enfoco también en la música y el cine.

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