En el siglo XIX la escritora Charlotte Perkins escribió el cuento el Tapiz Amarillo como una denuncia hacia el tratamiento de descanso que recibió cuando tuvo depresión posparto (en ese entonces reducida a melancolía y neurastenia), el cual incluía labores domésticas y abandonar por completo y para siempre cualquier trabajo intelectual, incluida la escritura. Esto que le fue recetado como una cura sólo empeoró su situación por lo que escribió “El tapiz amarillo” para salvar a personas de, en sus palabras, la casi locura y el límite de ruina mental que ella experimentó. Charlotte envió su texto al especialista que le dio el tratamiento que sólo le hizo daño, de acuerdo con rumores que llegaron a ella, años después este médico cambió la forma de tratar este padecimiento gracias a su cuento.

Dos siglos después, en 2024, es estrenado el documental “Brujas” de Elizabeth Sankey donde ella da testimonio de su soledad y terror cuando tuvo depresión posparto, esto bajo la sombra de las brujas como figuras históricas que muestran la presión de estereotipos impuestos a mujeres, así como la indiferencia y deshumanización hacia su cuerpo y procesos. Aunque la anécdota sobre Charlotte Pekins y su cuento, que sentó un precedente en la percepción de la salud mental de las mujeres, parece tener un final feliz aún existen los tabús, prejuicios y desinformación acerca de lo que experimentan y necesitan las mujeres en la depresión posparto, lo cual suele estar relacionado con otras exigencias asociadas a la maternidad.

“Odio decir esto pero empecé a sentir que había cometido un terrible error en convertirme en madre y que todos lo sabían y que todos podían verlo”, precisa Elizabeth Sankey en el documental “Brujas”.
Algo que queda de manifiesto en el documental “Brujas” es el miedo que se les infunde a las mujeres por medio de este estereotipo para no ser como ellas, siendo presentado como un modelo indeseable y que produce rechazo. Pese a que ya existe una reconfiguración de este concepto es innegable que aún continúan existiendo modelos internalizados de ser “mala mujer” y “mala madre”. Causando temor, represión de ciertos comportamientos y silencio ante pensamientos intrusivos y dañinos. Así lo narra Elizabeth Sankey quien se negaba a compartir las emociones y pensamientos que la invadían por el temor de ser castigada y le quitaran a su bebé, hasta que llegó a un extremo de casi suicidarse.

Elizabeth Sankey en «Brujas».
De acuerdo con la Guía de Salud Mental con Perspectiva de Género, en las mujeres el estigma de estas enfermedades se retroalimenta por el simple hecho de ser mujeres y pueden ser tildadas de “inferiores”, “malas madres”, entre otras etiquetas despectivas. Además de que el rol de cuidadora asignado socialmente a las mujeres crea expectativas al rededor de ellas, haciendo a un lado su cuidado personal: ellas tienen que estar bien y ocuparse de las cargas familiares, independientemente de su enfermedad o lo que les esté sucediendo personalmente.
Esta afirmación puede ejemplificarse y enfocarse al tema de la maternidad en el testimonio de Simply Cande, una creadora de contenido que últimamente se ha enfocado en mostrar sus experiencias como mamá, con toda la complejidad que esto implica. En un video de preguntas y respuestas ella narró que en su primera experiencia de posparto, cuando estaba apenas recuperandose corporalmente y aprendiendo a amamantar ,sentía preocupación y culpa cuando llegaban personas a visitar al bebé pues la invadía la obligación de atenderlas. A su vez, hacia ella no había una actitud de ayudarla para que pudiera cuidarse, llegando al extremo de que le ofrecieron cuidar al bebé para que ella pudiera encargarse de las labores del hogar. Enfatizó que, en espera de su segundo posparto, esta vez ya tenía una lista de cosas que iba a necesitar para que sus personas cercanas la ayudaran y no sucediera lo mismo que la vez anterior.
Si bien, ella no tuvo depresión posparto, su testimonio ejemplifica algunas cargas sociales impuestas a las mujeres que acaban de ser madres centrándolas en el cuidado del bebé, de la casa y de las personas del entorno sin pensar en las necesidades que ella tiene y el proceso de adaptación por el que está pasando. Estas situaciones sociales, junto con otros factores, son algunas de las posibles causas de la depresión posparto, según fuentes especializadas como Manual MSD. Mostrando que esta enfermedad no está aislada de las presiones sociales.
Algunas narrativas en torno a las mujeres con depresión posparto
El concepto en sí mismo de la depresión pos parto parece estar perseguido por la sombra del miedo. Se sabe que en algunos casos extremos en los que mujeres con esta enfermedad no recibieron la atención adecuada llegaron, a la lamentable situación, de asesinar a sus hijos y a ellas mismas. A pesar de que organizaciones especialistas como Sociedad Marcé Española para la Salud Mental Perinatal piden a medios de comunicación no centrarse en hechos violentos o sensacionalistas y en vez de eso resaltar la importancia de las redes de apoyo, continúan observándose- menos pero aún hay- noticias al rededor de los comportamientos agresivos que pueden presentarse en algunos casos de mujeres con depresión posparto, sin señalar la negligencia colectiva que esto implica.

Ahora, han disminuido las noticias con este enfoque sin embargo revisando los titulares al rededor de este tema-que en estos día abundan en México por la conmemoración de la semana de la maternidad- puede observarse que sigue presente el elemento del miedo y la presión. Al buscar noticias en internet los encabezados están en lista, uno de los primeros resalta a la depresión posparto como un enemigo, bajando un poco más se señalan los impactos en la salud mental, después un hecho violento. En la siguiente página del buscador un medio resalta a la depresión posparto como un límite para regresar al trabajo, otro más señala la importancia de la actividad física para evitarlo. La mayoría de estos textos están acompañados de imágenes que muestran a mujeres solas y con cara de hartazgo, algunas con bebés en brazos.
Ya no abundan los hechos violentos en estás narrativas, aunque hay que destacar que tampoco fue díficil encontrar uno, sin embargo algo que pueden transmitir estos titulares es presión. Presión para no enfermarse, hacer lo posible para que no suceda. Ya no es sólo la carga de los cuidados del hogar, del bebé y de las personas del entorno sino también realizar lo necesario para no enfermarse. Como si fuera algo que dependiera exclusivamente de las mujeres. La Secretaría de Salud informó que en México dos de cada 10 mujeres sufren depresión durante el embarazo y el primer año tras el parto, sin embargo el 75% de ellas no son diagnosticadas y no reciben tratamiento. Y cómo no va ser así si se sigue transmitiendo lo que sucede con las mujeres en la depresión posparto como algo a evitar y como algo que está mal y un poco peor aún, como algo que pudo no haber sucedido si se hubieran ejecutado acciones como hacer ejercicio. Además, claro, de otros estigmas que aún existen y se continúan reproduciendo en vez de poner el enfoque en la importancia de las redes de apoyo y de escuchar realmente qué vive y siente una mujer durante esta enfermedad.
Como se mencionó anteriormente, Elizabeth Sankey narra en el documental brujas que ella no quería expresar los pensamientos intrusivos qué tenía, ni el terror que estaba vivendo ni la ansiedad que le causaba estar cerca de su bebé por miedo a que se lo quitaran así como al castigo y al rechazo social. Su testimonio comprueba la importancia de la escucha y la sensibilidad. Desde luego en la experiencia las enfermedades no son sólo una lista de síntomas, sino algo más complejo y profundo. Ella narra que mientras tenía un bucle de pensamientos que la aterrorizaban por plantear ideas malvadas en torno a su bebé, ella sentía que lo amaba cada día más y seguía preocupándose por si respiraba en las noches y lo extrañaba cuando no lo tenía cerca.
“Para entonces mi cerebro reproducía un bucle de escenas horribles. Me vi asfixiando a nuestro hijo con una almohada, arrojándolo desde una ventana en el tercer piso, ahogándolo en la bañera y sin embargo lo amaba más de lo que jamás había amado a nadie ni a nada”, comparte Elizabeth Sankey en el documental “Brujas”.
Las redes y comprensión dentro de la narrativa en primera persona
Elizabeth Sankey fue diagnosticada con depresión posparto a unos días de tener a su bebé, sin embargo el doctor le dijo que se curaría sola. Cuando la invadió el terror de esos pensamientos que le mostraban imágenes donde dañaba a su hijito o a sí misma, decidió buscar ayuda con personas de su entorno, con otros padres, por internet. Entonces, una amiga suya le recomendó un grupo de whatsapp de mujeres que tuvieron enfermedades similares y , en sus palabras, ellas la salvaron. Con ellas no tenía miedo de contarles lo que pensaba y sentía porque no la juzgaban y expresaban haber vivido situaciones similares, la entendían. Cuando les expresó que de nuevo tenía pensamientos en torno a suicidarse ellas, sin haberla visto nunca, acudieron a su casa y la instruyeron sobre lo que debía decir en urgencias para que la tomaran en serio. Sólo así Elizabeth recibió el tratamiento que necesitaba.
Esta importancia de la comprensión, de las narrativas en primera persona de mujeres que ya saben lo que implica, que son sinceras en torno a que la experiencia de la maternidad tiene muchos matices y sombras también puede observarse en el testimonio de la, anteriormente mencionada, creadora de contenido Simply Cande. Cientos de suscriptoras le comentan estar agradecidas por su sinceridad, le expresan sentir conexión con lo que le ha pasado y también muestran otras formas en las que se podría pensar la maternidad, sin soledad y siendo cuidadas.
En «Brujas» Shema Tariq, médica e investigadora,habla del miedo que tiene la sociedad de enfrentarse con sentimientos difíciles relacionados con la maternidad, idealizando siempre a las mamá como un lugar de máxima protección. Y es que a veces parece olvidarse que la maternidad no es sólo un concepto sino que hay una mujer que la ejerce y por lo tanto no es sólo madre sino persona que necesita cuidarse, que también tiene miedos y que, por lo tanto, todas las cargas impuestas tendrán consecuencias sobre su ser. Desde este lente sería importante la escucha atenta no sólo a las mujeres que han vivido la depresión posparto y otras enfermedades-lo cual es indispensable-sino a quienes han tenido en general la experiencia de ser mamás para poder, cada vez más, tener una percepción humanizadora y sensible.
«Creo que la sociedad tiene miedo de enfrentarse con los sentimientos más difíciles relacionados con la maternidad», enunció Shema Tariq.
Sin duda, resulta revitalizante que existan espacios alternos a los medios de comunicación y la televisión para difundir modelos de representación, experiencias y mensajes que influyen socialmente. En algunos casos, como los ejemplificados en este texto, las plataformas digitales y el arte permiten un discurso sincero y cercano sobre temas que siguen siendo tabús y tratados de forma estereotipada. Sin embargo aún parece que falta el diálogo y escucha con las personas cercanas, en este caso quienes son mamás, ya que como lo menciona en «Brujas» una de las mujeres que brindó soporte a Elizabeth Sankey, resulta triste que esa ayuda haya provenido de desconocidas que llegaron azarosamente a su vida, en vez de que desde el inicio, el apoyo, cuidado y comprensión surgiera desde su círculo cercano.