marzo 12, 2025 12:40 am
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Desde balcones, techos y calles: el apoyo a movilización 8M en Puebla

Sí se vio, el apoyo sí de vio: Los puños en alto y los gritos se suelen ver en el camino, entremezcladas en la marcha, caminando hacia Zócalo y Fiscalía, con pañuelos morados y verdes y pancartas. Pero esta vez las voces se amplificaron mucho más con el sororo rugir en los locales y los techos y desde las orillas de las calles, en un acuerpamiento que no pasó desapercibido.  

En las larga caminata sobre Reforma, cuando el calor fácilmente consumía las energías y quemaba las pieles, personas regalaban o compartían botellas de agua para evitar la deshidratación de las compañeras. Un café sobre Palafox y Mendoza estiraba sus brazos; otros más improvisaban una mesa con botellas, por encima de un mensaje: “Gracias por levantar la voz”. 

Mucho antes de eso, desde la entrada de una farmacia, dos trabajadoras sostenían hojas de apoyo y aplaudían a las marchantes, imposibilitadas de dejar su horario laboral. El gesto fue recibido con el cariño de la marea morada y llevado en espíritu hasta el final de la movilización. 

Mientras las consignas continuaban su paso, pocos metros después un personaje descarado hizo su aparición: el Don Pendejo, el señor “esas no son las formas”. Con su cartel en manos, hacía berrinches, dirigía su mirada de desaprobación a los carteles y pegas sobre las escuelas y los edificios antiguos.

Por supuesto las presentes rieron y aplaudieron al performance artístico, caricaturización del macho que se escuda en el supuesto interés del resguardo patrimonial e histórico (o incluso de intereses privados) para despotricar contra la iconoclasia. Pero ahí suele quedarse, en un berrinche.

Don Pendejo también acompañó la movilización desde los bordes hasta los paraderos del metrobús y la fiscalía del estado. Por encima, aún sobre Avenida Palafox, algunos pañuelos morados se ondeaban en balcones, junto con vítores que complementaban el llamado a un estado feminicida y machista.  

Puebla. Que ha registrado 7 feminicidios en lo que va de 2025, según datos de la Fiscalía General del Estado (FGE); Tan solo tres meses. Puebla que revictimiza a menores de 14 y 16 años tras ser manipuladas por hombres mayores para huir de casa. Estado cuya prensa se posiciona del lado de los violentadores y criminaliza a familiares de violencia sistémica. Que aún no da justicia a Cecilia Monzón, a casi tres años de su feminicidio. 

Niñas, mujeres, estudiantes, trabajadoras, madres, activistas, diversidades. Cada una alzaba sus puños a cada metro del trayecto. Por todas. 

En un instante, las consignas se esparcen hasta los techos; las miradas se concentran en el edificio de la Facultad de Filosofía y letras: las paristas universitarias balancean sus pies sobre las orillas, sosteniendo un megáfono y replicando las consignas de abajo. En las paredes del Colegio de Historia se lee: “No somos histéricas, somos históricas”. 

Las colectivas responden y las miradas se centraban en las jóvenes luchadoras: «Las morras del paro también están luchando!”. El apoyo fue mutuo: “¡no están solas!” gritaban en reiteradas ocasiones, desde ambos flancos, desde distintas experiencias, pero con la certeza de que la unificación de las luchas fortalece el llamado. 

Pasados los minutos y metros recorridos, algunos autos saludaban sobre el boulevard 5 de mayo, incluso a escasos minutos de arribar al punto final de la movilización. No faltó, ni faltará, quien diga que todo este apoyo fue producto de estrategias para evitar un mal llamado “vandalismo”, pero es aquella duda -enraizada en el sistema patriarcal- la que de poco se erradica, mientras más infancias y juventudes saludan desde las banquetas y las ventanas de las casas.

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