La capital poblana ha comenzado a destacar en materia de gestión integral de residuos sólidos urbanos (RSU) gracias a la transformación de más de la mitad de la basura procesada en combustible para hornos cementeros, señaló Organismo Operador del Servicio de Limpia (OOSL), al presentar el funcionamiento de la planta de valorización de residuos inorgánicos del municipio.
Según el titular del organismo, Omar Rodríguez Corte, por cada tonelada de basura que ingresa a la Planta de Aprovechamiento de Residuos Inorgánicos FIRSU se transforma en combustible el 53 %, el cual es utilizado en los altos hornos de Cemex S.A.B. de C.V., planta que entró en operación en agosto de 2024 con una inversión conjunta de 130 millones de pesos.
Este modelo permite no sólo desviar residuos del destino tradicional de vertedero, sino también generar un ingreso directo al municipio por cada tonelada tratada —15 pesos—, que en la presente administración ya suman aproximadamente 300 mil pesos, destinados exclusivamente a foros, talleres y campañas de educación ambiental en las 17 juntas auxiliares del municipio.
A nivel nacional, el reto de la valorización de residuos es significativo: existen en México 48 plantas de tratamiento en 19 entidades federativas que logran procesar apenas el 7.45 % de los residuos generados. De los residuos que sí ingresan a tratamiento, se recuperó en promedio el 42.3 % en 2022. En el caso de la industria del cemento, Cemex México informó que alcanzó un 36 % de sustitución de combustibles fósiles por residuos valorizados, superando la meta establecida para 2030 de 32 %.
En la ciudad de Puebla, los datos más recientes muestran que la generación de residuos sólidos urbanos se está incrementando: durante el primer semestre de 2025 el municipio envió 344 mil
881 toneladas al relleno sanitario de Chiltepeque, y en el periodo de octubre de 2024 a septiembre de 2025 fueron depositadas 680 750 toneladas. Esta cifra ubica a la urbe poblana entre los de mayor generación a nivel nacional, con un promedio diario de 3 926 toneladas.
La presentación de este modelo responde a varios objetivos: reducir la presión sobre los tiraderos tradicionales; combatir la contaminación derivada de la disposición incontrolada de residuos; y aprovechar económicamente –y ambientalmente– los materiales que no pueden reciclarse convencionalmente.
En ese sentido, se plantea que lo que antes era un pasivo —la basura— ahora se convierte en insumo energético para procesos industriales.
Este giro hacia la economía circular no está exento de retos: el documento del programa estatal de residuos del estado de Puebla reconoce que la valorización no se encuentra todavía desplegada de manera uniforme, y que resulta necesario fortalecer la separación en origen, la trazabilidad de las corrientes de residuos.