Los últimos días estuvieron marcados por un intenso cabildeo de Washington para que el Nobel de la Paz fuera entregado al presidente Donald Trump, por el acuerdo de alto al fuego en Gaza firmado con Hamas; sin embargo, el Comité del Premio dió un leve giro al timón y no se lo dió al mandatario, pero sí a una política controversial que se mueve en el terreno de los aliados latinoamericanos de Trump de abierta derecha: María Corina Machado, opositora al chavismo venezolano.
“El presidente Trump seguirá firmando acuerdos de paz en todo el mundo, poniendo fin a guerras y salvando vidas (…) El Comité Nobel demostró que antepone la política a la paz”, comentó el vocero de la Casa Blanca sobre el anuncio.
La primera respuesta al anuncio no fue la de la destinataria de la presea, sino la de Steven Cheung, vocero de la Casa Blanca, quien escribió en X que Trump «seguirá firmando acuerdos de paz» y que el Comité antepuso «la política a la paz», apuntando a la seriedad e la aspiración de Trump a ser galardonado y su rechazo a no haberlo logrado. Posteriormente, la respuesta de la propia María Corina mostró un rasgo inusual con respecto al de otros ganadores del Nobel, al haber destacado a Trump aseverando que su grupo, que busca derrocar al actual gobierno de Venezuela, cuenta «más que nunca» con el apoyo del presidente estadounidense, el cual mantiene desde hace meses un submarino militar apuntando a Venezuela y en las últimas horas envió 10 mil soldados más a bases cercanas.
«Este inmenso reconocimiento a la lucha de todos los venezolanos es un impulso para concluir nuestra tarea: conquistar la Libertad. Estamos en el umbral de la victoria y hoy más que nunca contamos con el Presidente Trump», escribió Machado en X.
Por su parte, Jørgen Watne Frydnes, presidente del Comité Noruego del Nobel, ha explicado la sorpresiva condecoración de esta política que ha llamado a la población venezolana a permitir la intervención militar de Estados Unidos en su nación, señalando que la excandidata presidencial de Venezuela es una “figura clave y unificadora” que mantiene “viva la llama de la democracia en medio de una creciente oscuridad (…) que a pesar de las graves amenazas contra su vida, se ha quedado en el país, una decisión que ha inspirado a millones de personas».
La conversación telefónica que Machado sostuvo con el comité del premio, deja claro que lo está asumiendo como un aval a sus llamados a permitir el intervencionismo estadounidense, al usar frases como: “Creo que estamos muy cerca de lograr, por fin, la libertad para nuestro país y la paz para la región” y “creo que el mundo entenderá ahora lo urgente que es, por fin, tener éxito”.
Respecto a la campaña que operó para que Trump recibiera el Nobel, Frydnes respondió: “Creo que este comité ha visto todo tipo de campañas y atención mediática. Recibimos miles y miles de cartas cada año de personas que quieren decirnos qué es lo que, para ellos, conduce a la paz (…)Este comité se reúne en una sala llena de retratos de todos los laureados, y esa sala está llena tanto de coraje como de integridad. Así que basamos nuestra decisión únicamente en el trabajo y la voluntad de Alfred Nobel”.
En contraste con la destinataria final del Premio Nobel de la Paz, cabe destacar que una de las nominadas más sonadas de este año, fue la Comisionada Especial de la ONU para la Franja de Gaza, Francesca Albanese, quien se encuentra bajo amenaza internacional y arriesgó la vida para romper, dentro de una misión humanitaria internacional, el bloqueo que Israel -con respaldo de Estados Unidos- sostiene alrededor de Gaza; una nominación que respaldaron, entre otros, el Congreso de México, y que fue ignorada por el Comité del Nobel.