Qué triste es el punto en el que se encuentran muchos medios de comunicación, así como muchas de las personas que se dedican a informar. Sé que decir esto es como lanzar una piedra a mi propio tejado, pero es la verdad. Ya no es algo discreto como antes, sino algo evidente, que genera críticas en redes y que, simple y llanamente, está causando daños irreparables no solo al periodismo, sino también al mundo. La desinformación, la manipulación y la búsqueda de poder han reemplazado la esencia del oficio, olvidando lo que realmente deberíamos hacer.
Tal vez algunos no hemos recibido, o simplemente no hemos acatado, ese «memo» que, al parecer, sí ha llegado a otros. Un memo que parece estar circulando desde hace años, pero que en tiempos recientes ha llegado con mayor fuerza a muchos medios. En él se ordena, tácitamente, que la dignidad, la ética y la credibilidad deben ser desechadas. ¿Con qué propósito? No lo sé. ¿A cambio de unos pesos? ¿Buscando manipular? ¿Qué ganan? Lo que sí puedo afirmar es que, aunque ese memo llegara a nuestras manos, no lo acataríamos, como sí lo hacen otros sin dudarlo.
*»¡Trump dobló a Petro!», «¡Petro se rindió ante Trump!»* y demás encabezados similares fueron publicados en una acción sincronizada por diversos medios de comunicación y páginas que se dicen informativas. Esto ocurrió después de que Gustavo Petro, en un acto de dignidad y justicia —no solo hacia el pueblo colombiano, sino hacia toda América Latina—, denunciara el trato inhumano que se pretendía dar a sus compatriotas deportados. No aceptó que fueran expulsados como delincuentes de máxima seguridad, en vuelos militares estadounidenses, esposados de cintura y tobillos. En respuesta, llegaron amenazas de aranceles, que derivaron en un acuerdo para que los deportados fueran trasladados en condiciones dignas, utilizando el avión presidencial. Pero no, muchos medios, serviles y vergonzosos, redujeron todo a «Petro se rindió ante Trump».
Esta crisis no solo ocurre en la cobertura de temas internacionales, sino también en los nacionales e incluso en los locales. Cada vez que hay luchas sociales, defensa de derechos, resistencia por la tierra, el agua y otros temas fundamentales, muchos medios optan por silenciar o distorsionar la realidad. Vergüenza deberían sentir quienes venden su pluma a cambio de unos pesos o un convenio.
Sin lugar a dudas, no podemos olvidar el verdadero propósito de este oficio: el compromiso con la verdad y la responsabilidad que tenemos con quienes nos leen. Es crucial recordar el esfuerzo detrás de cada investigación y, aún más importante, el impacto que nuestro trabajo tiene en la sociedad.
Finalmente, sé que soy solo un opinador más que escribe y critica, pero creo firmemente que podemos transitar hacia un mejor periodismo. Un periodismo que no sacrifique la verdad por dinero, que brinde espacio a quienes realmente lo necesitan y que nos haga sentir orgullosos de ejercer esta profesión.