Los procesos legislativos que han generado polémica y escozor en la oposición que aduce caracterizar el gobierno de Claudia Sheinbaum como una dictadura, no implican otra cosa que la deconstrucción del Estado después de un periodo neoliberal que desmanteló las instituciones públicas. La experiencia de los cambios que quitaron los pilares del constitucionalismo mexicano identificado con la revolución mexicana, fueron más graves que los discutidos ahora, anticonstitucionales e ilegales, autoritarios y dictatoriales –como en el caso de los 500 perredistas asesinados-; pero la memoria histórica de la oposición manipula las evidencias y el proceso de contrarreformas.
El rostro de la revolución mexicana comenzó a cambiar desde la presidencia de Miguel de la Madrid, no fue del modo amable y democrático que ahora exigen los opositores a la Cuarta Transformación. Es cierto que la tarea parlamentaria requiere el protagonismo del PRIANRD, pero también deberían acudir a las acciones que ellos impulsaron en las reformas que implementaron el neoliberalismo.
El problema de la oposición fue creer que el neoliberalismo era para siempre y que, efectivamente, representaba el fin de la Historia. No se prepararon para escenarios competitivos y tampoco contribuyeron al desarrollo de los elementos que son los pilares de la democracia liberal capitalista. No cambiaron la constitución de 1917, no desarrollaron una clase media amplia y boyante, no modernizaron la estructura productiva y, sobre todo, se olvidaron de la importante tarea que implica la educación en el país. Desperdiciaron más de treinta y cinco años. Echaron a perder la integración con Norteamérica. Ahora sólo queda pagar las consecuencias.
El nacionalismo revolucionario y el progresismo populista de izquierdas, retoman el control institucional del Estado que perdieron en esta larga trayectoria. Fueron pacientes y constantes, el mérito radica en no perder la esperanza y confiar en los errores de los neoliberales que fueron casi todos. La oposición tiene más responsabilidad en la supervivencia del lopezobradorismo que las características culturales de la sociedad mexicana. Frente al cambio constitucional que vive el país, la oposición no puede llamarse a engaño, gobernaron de la peor manera el país.
La oposición no puede seguir atada a un proyecto socioeconómico que ha fracasado y al que nunca apostaron en serio por conseguir. Las coyunturas los abruman y pierden el tiempo en pretender obstaculizar una Cuarta Transformación que tiene un apoyo social vasto. Así funciona el poder político en México y la Hegemonía legítima la posee Morena.
José Antonio Crespo afirmó que la oposición volvía a la Brega de Eternidad gomezmorinista, es decir, al estudio de las ideas y las claves para proponer otra transformación que atienda a las mayorías y se olviden de importar modelos que cancelan su operatividad en el país.
Ojalá que las multidiscutidas reformas salgan del guión de las republicas bobas que han caracterizado Hispanoamérica desde su independencia e invención, que la ley sean algo más que leer y no cumplir.