Por Rodrigo Rosales escalona
Un país que nace bajo la ideología de Destino Manifiesto, su racismo ultraconcervador, lo mantiene prepotente.
«Ya ha sonado la hora postrera del colonialismo y millones de habitantes de Africa, Asia y América Latina se levantan al encuentro de una nueva vida e imponen su irrestricto derecho a la autodeterminación y el desarrollo independiente de sus naciones.» Ernesto Guevara, El Che
Estados Unidos, de siempre, ha ejercido un expansionismo desde su surgimiento como colonia, donde el Destino Manifiesto y luego la Doctrina Monroe, ya como nación , determinaron la aniquilación genocida contra los pueblos nativos, hasta su casi exterminio.
Nuestro país no quedó exento de tal ambición desde la invasión norteamericana entre 1846 y 1848, y fue conocida como la Guerra México-Estados Unidos. El conflicto se dio por el interés de Estados Unidos en anexarse el norte de México, hasta 1914 militarmente, sin olvidar la recomendación del exsecretario de Estado de EU, Robert Lansing, dirigida a William Randolph Hearst en relación a la campaña de su cadena de periódicos para poner en la presidencia de México a un estadounidense y terminar con la Revolución Mexicana que amenazaba los intereses de las grandes corporaciones norteamericanas, principalmente petroleras, en 1924.
Se refiere que para evitar una guerra, mejor preparar
«México es un país extraordinariamente fácil de dominar porque basta con controlar a un solo hombre: el presidente»… “a los jóvenes mexicanos ambiciosos las puertas de nuestras universidades y hacer el esfuerzo de educarlos en el modo de vida americano, en nuestros valores y en el respeto del liderazgo de Estados Unidos. México necesitará administradores competentes y con el tiempo, esos jóvenes llegarán a ocupar cargos importantes y eventualmente se adueñarán de la misma Presidencia…”
Cierto, sus objetivos se cumplen con el neoliberalismo desde Carlos Salinas a Enrique Peña, quienes cumplieron al pie de la letra a sus amos norteamericanos, desangrando económicamente a la nación, así como continuar con fracturar nuestra soberanía, junto con oligarquía plutócrata y medios de comunicación mezquinos.
El imperialismo norteamericano aprendió del nazismo de Hitler a usar drogas, para mantener a sus tropas activas y en combate en la Segunda Guerra Mundial, aplicando mismo método en sus tropas, máxime en las que combatían en el Pacífico.
Durante la revolución contra el imperialismo yanqui en Viet Nam, la política norteamericana de sostener la guerra y asegurar que los soldados se mantengan activos y no retrocedan en combate, las drogas fueron parte de sus suministros, también Viet Nam y Camboya, en la parte controlada por los gringos, se usaron como plataformas para trasladar droga entre los féretros de soldados caídos hacia la nación narca.
De ahí en adelante, con la ejecución de Enrique Camarena, al indagar que en México sirvió como plataforma de narcotráfico para financiar a los “contras nicaragüenses” con armas, los encargados de torturarlo mes la misma CIA, FBI y DEA, así como al piloto mexicano Alfredo Zavala Avelar, participando Rafael Caro Quintero. El trabajo de Camarena como agente de la DEA, luego de su muerte, destapó la realidad, en el caso “Irán Contras”.
México o cualquier país, el narcotráfico es negocio del emporio imperialista norteamericano, quien para evadir su responsabilidad, culpa a los países y sus gobiernos de ser narcotraficantes, de exigir que los capos le sean entregados a su territorio, de lo contrario ser invadidos o acosados económicamente y en su comercio, tal como sucedió con la Invasión de EE.UU. a Panamá en 1989: cómo la «Operación Causa Justa» llevó a la caída de Noriega y la desaparición del ejército en el país centroamericano, provocando 20 mil muertos, entre civiles y militares panameños, usando como pretexto que Noriega era narcotraficante, en los hechos, resistirse a culminar el “tratado Torrijos-Carter” sobre el canal de Panamá.
Afganistán, sirvió para expulsar a la Unión Soviética de dicho país, quien apoyaba a su gobierno, siendo el imperio que creó a los Talibanes como fuerza “insurgente” y combatir al ejército soviético, después, continuar con el negocio de amapola a los Estados Unidos, hasta que los Talibanes exigían mayor ganancia del negocio, cuestión que los altos mandos económicos, financieros, políticos y militares gringos no lo aceptaban, generando la resistencia hasta la salida del ejército gringo.
En su propio país, la drogadicción se incrementa en su población, cuando laboratorios médicos, en contubernio con hospitales y médicos, recetan para el dolor, angustia, etcétera, fentanilo y otros medicamentos con altas dosis de barbitúricos, en la década de los noventa, siendo que entre heroína, amapola, marihuana, cocaína y demás opioides el gran negocio.
El capitalismo narco, conformado por empresarios, capital financiero, bancario y otros en Estados Unidos, jamás aceptan que ellos son los principales promotores del negocio, sin importarles que su población muera.
Pero ¿cómo evaden su criminalidad? sencillo, aprovechando la existencia de capos en nuestros países o creándolos, quienes procesan y trasladan las drogas a la nación narca, hasta que ya no les sirven y convertirlos como principales promotores de la muerte de ciudadanos gringos, también, no olvidemos la industria de armamentos, que venden y surten a dichos grupos, generando jugosas ganancias.
El narcotráfico es arma política para presionar a gobiernos a que cedan o acepten la política económica del imperialismo, violando soberanías. Claro que si en nuestros países están gobernantes, políticos y empresarios corruptos como apátridas, bajo el diseño de Robert Lansing, entonces no hay problema para que entre ambos el negocio florezca y, todos contentos. Si una nación y su gobierno cambia de rumbo político a satisfacción del imperialismo, los artilugios de presión se ejercen para someter.
El fentanilo es otra arma y recurso de presión, como el caso de nuestro país, donde el imperialismo nos amenaza de imponernos reglas económicas y arancelarias, si no “combatimos la producción y exportación” del fentanilo, incluyendo a Canadá, sin excluir a China, como principal productor del fentanilo.
El incremento del negocio del narcotráfico está plenamente documentado que se incrementó desde los gobiernos de Carlos Salinas a Enrique Peña, donde el sexenio de Felipe Calderón, quien para “legitimar su gobierno”, luego del fraude electoral para imponerlo como presidente de la República, le diseñan el plan maestro de propaganda en su “guerra contra el narcotráfico”, que deriva en miles de muertos y desaparecidos, donde la mayoría son ciudadanos que nada tenían que ver con el negocio.
La captura de capos y su traslado a Estados Unidos, no desmantela a las organizaciones, porque son suplidos, así sean muertos en enfrentamiento con fuerzas militares, porque los capos son los títeres del negocio, son reemplazables .
El imperialismo se mantiene pendiente de estarnos recordando o de presionar para que disminuyamos la exportación de drogas a su país, sobre todo con el actual presidente Donald Trump, quien amenaza que si no cumplimos, impondrá acciones militares y económicas; pero, ya sea él o sus antecesores presidentes, el cinismo es su mejor cara, porque si ellos son el máximo exponente del narcotráfico en su país, en contubernio con empresarios y bancos, quienes se enriquecen y lavan el dinero , jamás aceptarán que son los principales capos, como tampoco encontraremos que si tenemos un Caro Quintero, Héctor Beltrán Leyva, El Mencho, Joaquín “El Chapo” Guzmán, Vicente Carrillo Fuentes, Los hermanos Arellano Félix, Ismael “El Mayo” Zambada, como ejemplo, así como Pablo Escobar en Colombia y Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18, en El Salvador, que originalmente no surgieron en dicho país, sino como producto de ser expulsados de Norteamérica en la década de los ochenta, son soldados al servicio del imperialismo, junto con la corrupción de algunos gobernantes y funcionarios en dichos países, que también son simples marionetas del imperialismo narco.
Trump, y su perfil sociópata, su protagonismo ególatra, acusa a los capos de “terroristas”, bajo el esquema de las dos doctrinas imperialistas, Destino Manifiesto y Monroe, porque su élite económica y política son los reyes del narco.
rodrigo.ivan@yahoo.com.mx