enero 4, 2025 5:58 pm
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Tecnología Vigilante y Discrecionalidad Gubernamental

Algunas temporadas del año se corresponden con el aumento de la violencia, delincuencia y otras anomias sociales. En las últimas semanas se ha podido dar cuenta de los niveles sociales que alcanza la barbarie gracias a las cámaras y artefactos del espionaje; lamentablemente, también se destaca la ausencia del gobierno, en sus distintos niveles: local, estatal y nacional.

Los gobiernos estatales resaltan la recaudación impositiva que les han granjeado las cámaras vigilantes; sin embargo, con esa información, impacta también que la criminalidad aumenta exponencialmente, aunque se puedan verificar los hechos. Es decir, la sociedad puede observar la cruda realidad gracias a las tecnologías de la información; pero, no se nota la presencia gubernamental por ningún lado.

Linchamientos, pleitos, homicidios dolosos, feminicidos, accidentes de tránsito, etc., se pueden mirar en toda su dimensión; sólo que eso no es gobernar, puede ser una contribución para el amarillismo, pero no genera la sensación de que los gobernantes cumplen con su trabajo. Los criterios eficientistas y gerenciales predominan en los gobiernos de la Cuarta Transformación, todo es grabado, pero poco se soluciona.

Los presupuestos para adquirir equipos de videovigilancia y tecnologías de la observación o espionaje aumentan considerablemente; sin embargo, el gobierno sólo aparece cuando los ciudadanos se convierten en dobles contribuyentes cautivos. Si la tecnología multa y gobierna, quizá debería comenzar a establecerse la opción de que la Inteligencia Artificial (Skynet) tomara el control de todo.

Los gobiernos locales son condicionados para adquirir tecnologías costosas e implementar políticas coactivas invisibles, incluso en detrimento de la seguridad social verdadera, material y, sobre todo, del bienestar auténtico. Los gobiernos progresistas comienzan a despedir personal y reducir el número de funcionarios indispensables para cumplir con la gobernabilidad. En efecto, la bandera de los nuevos tiempos parece ser el autogobierno, aunque eso implique cierto estado de naturaleza.

El gobernante que manifestó la disminución de la delincuencia por el incremento de los linchamientos quizá sea un prominente candidato al nobel. La tecnología vigilante no ha representado el bienestar social que sus adalides consideran; por el contrario, las estrambóticas cifras de la recaudación sólo detonan los rumores de la corrupción y la deficiencia del partido en el gobierno. Aunque se consideren indispensables, las tecnologías no sustituyen al gobierno ni la condición humana de la acción pública. Los gobiernos deben crecer al nivel de las demandas sociales, pero en recursos humanos no sólo en patrimonialismo y fachadas tecnológicas.