El sensacionalismo y amarillismo de Corea del Sur (también replicado por algunos medios internacionales) lo vuelve hacer: ha pasado toda una semana de condenas y ataques por la caída de Min Yoongi o Suga de BTS; literalmente, una caída en la acera. Los encabezados y los miles de comentarios en plataformas decidieron que el incidente merecía más atención que cualquier denuncia o suceso nacional.
Por supuesto, no se justifica el contexto de la situación; ni el mismo músico lo hizo: la penalización por el mínimo rastro de alcohol ocurrió conforme a las leyes del país. Aún así, la situación validó odio y acoso extremos. Se llegó incluso a campañas de difamación y una supuesta petición de salida del integrante de su propia agrupación.
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No es la primera vez que algo así ocurre y es algo que la comunidad cultural y artística pop de Corea del Sur han venido advirtiendo desde hace un par de años. A principios de este 2024, Bong Joon-ho -reconocido director- se pronunció contra el manejo que la prensa de su país había dado al caso de Lee Sun Kyun, el actor de Parasite acusado por presuntamente haber consumido drogas recreativas.
Lee Sun Kyun no solo cargaba con interrogatorios en los que repetidamente negó la acusación, sino con más de 50 artículos diarios de difamación que incluso apuntaban contra su familia. La KBS (Korean Broadcasting System), uno de los medios más importantes y reconocidos del país, fijó sus informes en contra del actor, alimentando rumores.
Tras un cuestionamiento policiaco de 19 horas, Lee fue encontrado sin vida; las pruebas a las que fue sometido, por parte del Instituto Nacional de Ciencias Forenses para comprobar las acusaciones, habían arrojado resultados negativos, pero el daño mediático ya estaba hecho.
“Lo que están haciendo ahora el periodismo amarillista y los ‘destructores cibernéticos’ debería corregirse» fue la petición del cantautor Yoon Jong-shin, quien se sumó al llamado del director Bong Joon-ho. Casi medio año después, la misma KBS, junto con las cadenas SBS y JTBC fueron de las primeras emisoras en difundir material falso por el caso de Suga de BTS.
La JTBC ya pidió disculpas tras comprobarse errónea su cobertura, pero cientos de artículos han sido publicados diariamente desde el incidente del rapero, anclados a cientos de rumores.
Lo que sucede en la prensa y en redes es que la excesiva atención, curiosamente, suele estar en los lugares erróneos. Curioso. Tan solo meses atrás fue recordado el caso de Burning Sun, que involucró a idols y músicos, incluidos Seungri y Jung Joon-young, ambos del circulo Kpop; pero aunque se trataran de denuncias por abuso sexual, la condena ha sido limitada, hasta ser ofensiva para las víctimas.
Ya pocos lo recuerdan.
Y no es que no deban ser señalados o penalizados ciertos sucesos y actitudes, pero mientras algunos son atacados por caerse en el pavimento, otros se disculpan por publicar erróneamente fotos de Japón en un día histórico o por tener una pareja, personajes como Seungri y Jung Joon-young, continúan su vida sin más, recibiendo condenas mínimas y poca atención mediática.
No es algo que sea exclusivo del país asiático, aunque su industria del entretenimiento ha mostrado ser, por excelencia, de las más agresivas en este respecto. La mayoría decidió olvidar que Steven van de Velde, condenado por el abuso sexual de una niña de 12 años, participaba en las Olimpiadas de París, y apuntar hacía controversias sin base y desinformación respecto a Imane Khelif.
La prensa amarillista y el ocio (y hasta el odio) de las redes está donde los clics llegan. No queda más que mirar con cautela y no caer en complicidad con los clics, sino buscar la verdadera denuncia entre el mar mediático.
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