El icónico exlíder de Pink Floyd, Roger Waters, se encuentra una vez más en el centro de la polémica, luego de expresar públicamente su apoyo al movimiento “Palestine Action”. Esta declaración, realizada el sábado 5 de julio a través de sus redes sociales, se produce el mismo día en que el Reino Unido clasificó a dicho colectivo como organización terrorista bajo la Ley de Terrorismo del 2000.
La arriesgada postura de Waters podría tener graves consecuencias legales. De acuerdo con la legislación británica, respaldar públicamente a una organización designada como terrorista podría acarrear una pena de hasta 14 años de prisión.
En el video compartido en sus redes sociales, Waters, conocido por su activismo y sus controvertidas opiniones políticas, afirmó rotundamente que “Palestine Action” “no es violento y absolutamente no es un grupo terrorista”. Mientras hablaba, mostró un cartel en su estudio con un mensaje desafiante: “El Parlamento ha sido corrompido por agentes de un poder genocida extranjero. Levántate y hazte oír, es el momento”.
Este respaldo por parte de Waters a “Palestine Action” intensifica el debate sobre la libertad de expresión y los límites del activismo político, especialmente cuando se cruzan con designaciones oficiales de seguridad nacional. La situación abre interrogantes sobre el futuro legal del músico y cómo esta nueva controversia impactará su legado.