marzo 10, 2025 9:05 pm
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Hija de campesino asesinado en Nayarit pide a policía no ignorar su caso

A través de redes sociales, y con ayuda de influencers, Rocío Aguayo, hija de Miguel Hernández, campesino asesinado el pasado 4 de marzo tras presenciar el asesinato y incineración de un policía en Nayarit, exigió justicia por la muerte de su padre.

No acepto la muerte de mi padre. Fue tan injusta. Él trabajaba en su potrero y, desgraciadamente, le tocó ver cuando esas personas quemaban a un hombre. Como ese era su camino diario para cuidar el tabaco, los criminales prefirieron matarlo para no dejar testigos”, declaró la joven.

En un video de TikTok publicado por la creadora de contenido Joe (Bambi), a petición de Aguayo, se denuncia que la Fiscalía de Nayarit no ha enviado mensajes de apoyo ni condolencias a la familia de Hernández, ni ha brindado detalles sobre la investigación. Las críticas apuntan a que las autoridades se centraron exclusivamente en el homicidio del policía Luis Antonio Medina, adscrito a la Secretaría de Movilidad del estado, cuyo cuerpo fue calcinado por el crimen organizado.

Durante el homenaje póstumo al agente, celebrado días después del incidente, omitieron mencionar a Miguel, pese a que su muerte fue un “daño colateral” derivado del mismo hecho violento.

¿Cómo ocurrieron los hechos?

De acuerdo información de Aristegui Noticias, La tarde del 4 de marzo, Miguel Hernández —dedicado al campo y la siembra— se dirigía a revisar su cultivo de tabaco en “El Tamarindo”, Rosamorada, Nayarit. En el trayecto, presenció cómo un grupo de criminales asesinaba y calcinaba al oficial Luis Antonio Medina. Al percatarse de su presencia, los delincuentes lo ejecutaron con dos disparos en la cabeza para eliminar testigos. Su cuerpo fue abandonado en el predio “Los Tres Cerritos”, a 400 metros del primer crimen.

La Fiscalía estatal emitió una ficha de búsqueda de Medina, pero ignoró la desaparición de Hernández hasta que su cadáver fue hallado junto al del policía. Su identidad se confirmó gracias a una credencial entre sus pertenencias, aunque esto no impulsó a las autoridades a contactar a su familia.

La indignación de los allegados surge de la desigualdad en el tratamiento mediático e institucional: mientras el caso del agente recibió atención pública, Miguel, campesino inocente, fue relegado a una nota secundaria. Por ello, exigen que el crimen no quede impune y que se visibilice con la misma urgencia que el de un servidor público.

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