Un estudio realizado por la Universidad de Columbia reveló que el cabeceo repetido en el fútbol puede provocar cambios en el cerebro, aunque no haya una conmoción cerebral de por medio. La investigación, publicada en JAMA Network Open, analizó a más de 350 jugadores amateurs en Nueva York y comparó sus resultados con los de atletas que no practican deportes de contacto.
Utilizando imágenes de resonancia magnética, los científicos observaron alteraciones en la materia gris y blanca del cerebro, especialmente en la zona detrás de la frente. Esta región está relacionada con funciones como la memoria, el aprendizaje y el control de impulsos. Los jugadores que cabeceaban con mayor frecuencia mostraron un rendimiento más bajo en pruebas cognitivas, incluso si no habían sufrido golpes fuertes
El estudio dividió a los participantes según la cantidad de cabeceos que realizaban al año. Algunos superaban los 3,000, mientras que otros apenas llegaban a 100. A mayor número de impactos, mayor era la alteración en los tejidos cerebrales, especialmente en los pliegues profundos del cerebro. Los investigadores creen que este patrón podría estar relacionado con un fenómeno conocido como “contrecoup”, que describe el daño cerebral en el lado opuesto al impacto.
Aunque los jugadores no presentaban síntomas visibles, los resultados sugieren que incluso los golpes considerados menores pueden acumularse y dejar efectos duraderos. El equipo liderado por el Dr. Michael Lipton, especialista en radiología, advierte que estos cambios podrían estar vinculados con enfermedades neurodegenerativas como la encefalopatía traumática crónica, aunque aún no se ha confirmado una relación directa
Aunque los jugadores no presentaban síntomas visibles, los resultados sugieren que incluso los golpes considerados menores pueden acumularse y dejar efectos duraderos. El equipo liderado por el Dr. Michael Lipton, especialista en radiología, advierte que estos cambios podrían estar vinculados con enfermedades neurodegenerativas como la encefalopatía traumática crónica, aunque aún no se ha confirmado una relación directa.