abril 2, 2025 3:00 pm
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Donald Trump y la privatización de Norteamérica

Donald Trump y la privatización de Norteamérica
Diego Martín Velázquez Caballero

La perspectiva de una sociedad bajo el control de los más fuertes grupos económicos y grandes multinacionales, que parecía distante en la democracia norteamericana, puede llegar a ser una realidad con los esquemas políticos de Donald Trump.

Aunque el paleoconservadurismo que distingue su aparente ideología indicaba una reconversión del Estado, incluso un fortalecimiento del mismo para atemperar el progresismo globalista; lo que está demostrándonse es una reducción importante del gobierno que incrementa la vulnerabilidad y el precariato de la población WASP que le brindó su apoyo electoral. 

Trump genera la impresión de que puede llegar a establecerse que los grandes poderes cinematográficos, progresistas y criminales; en caso de pagar lo correspondiente, pueden tomar su parte del pastel estadounidense. Donald Trump no pretende desmontar el progresismo demócrata que cuestionó acremente durante su campaña; al contrario, parece que la tarea de gobernar será dejada de lado y entregará la Casa Blanca a los intereses particulares que contribuyan a las gentrificaciones y externalizaciones necesarias.


Los escenarios de Estado Fallido, Imperio en Declive y Sociedad Derrotada que se impusieron a la Unión Americana desde diversos análisis sociales, parecen confirmarse bajo las primeras acciones de Trump que, a diferencia de la primera presidencia, ahora, confía más en los criterios empresariales que en la racionalidad administrativa.

De pronto, Donald Trump comienza a gobernar como lo planteó Vicente Fox en un principio, se ha privatizado la Unión Americana y la sociedad estadounidense queda en la orfandad bajo los criterios gerenciales. Aunque algunos economistas pretenden referir el modelo trumpista como una combinación de ortodoxismo liberal, Robert Nozick, Milton Friedman o Hayek, lo cierto es que los grandes emporios económicos han secuestrado el gobierno y punto. Sin embargo, esos criterios no colaboran a sacar a Norteamérica del embrollo en que se encuentra sino al contrario.


¿Qué implicaciones puede tener este fenómeno en las políticas públicas? De entrada, el gobierno federal ha dejado en la orfandad a las entidades estatales y plantea una liberación de los diversos temas conforme el contexto. El palo encebado que representaba el cabildeo estadounidense determinado por los asuntos locales, ahora no será un problema para la administración federal, cada autoridad es libre para determinar la forma en que atiende los asuntos públicos; empero, si no los atiende será mejor, es más loable la retención de los subsidios.


En términos judiciales y de seguridad la cuestión es más que grave, el colapso de las instituciones norteamericanas no sólo pone de manifiesto la violación de derechos humanos que distingue la economía informal capitalista sino que también actualiza el imperialismo expansionista. En México, uno de los principales países afectados por el retorno trumpista, no existirá un marco jurídico o defensa legal que impidan las acciones agresivas de Mister Carrot.


El paleoconservadurismo es la puerta de entrada para el postliberalismo neoextractivista que los plutócratas occidentales requieren. La guerra de los poderosos se avecina y Estados Unidos parece capitular su hegemonía.

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