mayo 6, 2025 2:16 am
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Culpas compartidas; Loret y compañía mienten, pero les ven y contratan

Bulos, manipulación, desinformación, verdades a medias…no son acciones nuevas para Carlos Loret de Mola, Enrique krauze, Carlos Alazraki, Pedro Ferriz de Con y compañía. Todo lo contrario, son sus banderas, estrategias desinformativas sistemáticas y redituables que sostienen a sus audiencias.

La más reciente polémica de Loret de Mola deja ver nuevamente lo rastrero que pueda llegar a ser un clan; uno que carece de cualquier ética, seriedad o respeto por el público. No importa la verdad, cuando se puede seguir ganando con mentiras.

Pútridamente, Loret se atrevió a usar un video de Yemen, una zona en guerra, para crear una historia ficticia y romper las reglas más básicas del periodismo: cubriendo el quiénes, cómo, cuándo, dónde y porqué, para, mediante la mentira y la manipulación, arremeter no solamente contra el gobierno sino contra el pueblo mexicano.

La historia de Loret de Mola está marcado por -al menos- cuatro polémicos capítulos. El primer fue en la Guerra de Afganistán de 2001, cuando el periodista y Televisa llegaron tarde a la cobertura y casi para el final de la guerra, por lo que, se hecho mano de su cartera y creatividad para pagar al equipo de un tanque, hacerlo disparar y decir que su vida corría peligro, lo que era totalmente falso, e inclusive, los periodistas que se encontraron en el lugar le criticaron y externaron al mundo su enojo porque en ese conflicto murieron periodistas quienes hicieron su labor y no fingieron.

A esto también se suma el montaje del caso de Florence Cassez el 9 de diciembre de 2005, en dónde se confabularon con García Luna y Felipe Calderón en donde personas fueron torturadas en televisión nacional mientras culpaban a inocentes de delitos que no cometieron.

En 2017, Loret explotó uno de los desastres naturales que más lastimaron a México, los sismos de septiembre que dejaron grandes daños en el país. Mientras se desenterraban sobrevivientes, se rescataban cuerpos de personas fallecidas y las y los sobreviviente hacían recuentos de lo perdido; la televisora Televisa y Loret llevaron a las masas el caso de la pequeña «Frida Sofía», una supuesta niña atrapada entre los escombros. Aseguraban que su equipo logró acceder de manera exclusiva al caso, visitando instalaciones y entrevistando rescatistas. El pasar de los días acabo desarmando la farsa: Frida Sofía no existía, y Loret y la televisora se dedicaron entonces a culpar a las autoridades de su «error».

El cuarto hito en este camino de bulos es el de este Yemen/Sinaloa.

Tres de estos cuatro casos tienen coincidencias y patrones: después de que los montajes son descubiertos, casualmente de Mola sale a pedir disculpas y decir que no sabía lo que pasaba.

Pero en realidad, ¿esto es cierto?, el periodista tan alabado por la derecha, a quien tratan como un bastión de la libertad en México, ¿tiene tan poco rigor?, ¿es ignorante?, ¿es ingenuo?, ¿es tan fácil de engañar? ¿O más bien será que hace todo conscientemente y, cuando el mundo se da cuenta, sabe que sólo necesita fingir demencia?

Es también interesante la reacción de grandes medios de comunicación frente a estas probadas falacias, publicando en sus cabezas que el informador fue «engañado» o que es una «víctima», cuando es bien sabido que si esos mismos «errores» se hubieran viralizado en un medio pequeño y con línea progresista, los habrían crucificado; acusándolos de manipuladores y llamando a dejar de consumirlos.

Tristemente, el club de buitres no está solo en esta esfera de incoherencias, manipulaciones, abusos y poder -¿dónde estaría la gravedad si sólo se tratara de ellos gritando falacias al vacío?-; el problema es que se ven acompañados por quienes aún consumen su contenido, le apoyan, dan difusión, y peor aún, quienes a pesar de ello siguen soltando la «lana» para que continúen con sus actividades casi criminales.

Esas mismas audiencias son quienes siguen alimentando a esos mercenarios. Loret y compañía no se dedican a la manipulación o desinformación por diversión o pasatiempo, sino porque resulta redituable hacerlo y como un plus, aún hay quienes les defienden a capa y espada hasta enaltecerlos.

Por ellos, diría que quienes más responsabilidad tienen en esto son aquellas personas quienes les siguen viendo, creyendo, apoyándoles y hasta contratándoles, tal como dice el dicho, «tanto peca el que mata la vaca como el que le agarra la pata».

Finalmente estas personas hace mucho que ya no son comunicadores, sino que, han vendido sus servicios. Son aves de mal agüero, que prefieren estar cerca de la política y los portafolios con billetes, que de la verdad.


Apuestan tan fuerte a que le vaya mal a México, que cuando no tienen malas noticias, las fabrican; para poder venderlas al mejor postor. Se comportan como mercenarios que, para agregar más ceros a sus cuentas, siguen deshonrando este humilde oficio y a la ciudadanía mexicana.

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