«A ti no te falta agua, ni a tus hijas, no te falta nada, ¿a qué venís si estamos muertos ya, qué vais a sacar?»
La rabia popular se manifestó en Paiporta, un municipio de Valencia considerado ‘zona cero’ o ‘epicentro de la tragedia’ porque a el pertenecen casi un tercio de las 217 víctimas mortales que han dejado las inundaciones provocadas por la DANA que azotó a España el 29 de octubre. Los reyes, Felipe VI y Letizia, así como el mandatario, Pedro Sánchez y el presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón visitaron por primea vez estás tierras que llevan seis días contando a sus fallecidos, buscando a sus desaparecidos y tratando de rescatar sus hogares y pertenencias, y fueron recibidos con repudio y reclamos por sus fallas como responsables del Estado.
La visita de las autoridades inició al medio día y concluyó en menos de dos horas, pues la indignación de los damnificados fue creciendo conforme la comitiva de los reyes barrían los escombros de las calles para abrirles paso y el presidente esquivaba los reclamos de la gente a su gestión. Las multitudes arrojaron lodo, cañas y cuanto objeto pequeño tenían a la mano, y les gritaron «¡asesinos!», «¡fuera!» y «¡dimisión!».
El lodo alcanzó el rostro de la reina, mientras una mujer gritaba que ni ella ni sus hijas viven la carestía de agua que ellos están sufriendo, y le pregunta qué pretenden obtener de su tardía visita. Otros jóvenes enfocan sus reproches al rey, a quien sus lacayos protegen con sombrillas aumentando la ira de quienes les llaman «¡lacras!» e «hijos de puta».
Pedro Sánchez se escapa mientras la masa se concentra en los reyes, los que lo notan le arrojan hasta palos y lo persiguen cuando sube a una camioneta negra. Tratan de voltear el vehículo y rompen un vidrio, pero aún así no decide encarar a la gente y se retira. Los monarcas y sus rostros atónitos ante la reacción de la gente deciden quedarse y recuperan terreno con ayuda de algunos partidarios que les dicen que el reclamo no es para ellos sino para el presidente; pero aún así se van tan pronto logran tomarse fotos en pose de consuelo para la gente.
Los señalamientos contra los reyes se fortalecen con este episodio en gran parte de España y el mundo, donde se crítica el lujo de los reyes en medio de la catástrofe, aunque el más afectado en su imagen es el presidente que no se quedó y que dio una mala conferencia de prensa posterior al condenar la «violencia» de las personas llenas de rabia por llevar días tratando de encontrar a sus desaparecidos que ya superan el millar y de los que muchos pudieron ser arrastrados al mar tras esta tragedia natural cuyos efectos fueron más devastadores a causa de una suma de factores que van desde el crecimiento desmedido de los desarrollos inmobiliarios (con los que la esposa del mandatario tiene una cuestionable historia de acusaciones formales) en áreas naturales que antaño hubieran sido dique para las aguas, hasta la ineptitud en el manejo de la contingencia observado en el retraso de las alertas y la insuficiente activación de los cuerpos y fondos de emergencia.
«Sólo el pueblo ayuda al pueblo», es una consigna que suena fuerte en Valencia porque la gente ha visto que el apoyo principal viene de los voluntarios y no de las fuerzas públicas. Tanto el gobierno democrático como el monárquico fueron cuestionados. El lodo los tocó a todos, mientras la gente sigue escarbando para salvar lo que puede.