Tras la difusión de una prenda con diseños impresos que simulan bordados tradicionales zapotecas, artesanas del Istmo de Tehuantepec exigieron a la marca internacional Shein una disculpa pública auténtica y un diálogo directo con la comunidad. La controversia surgió luego de que la empresa ofreciera a la venta un corset con motivos florales, impreso en tela y con un precio de 300 pesos, sin haber solicitado permiso ni reconocer a las creadoras de estos diseños.
Zoraida Regalado, reconocida artesana de Juchitán que preserva la técnica del bordado con aguja chica, cuestionó la apropiación del trabajo textil que, aseguró, no se produce en masa ni en pocas horas, sino que requiere días de dedicación. Regalado encabeza un taller de formación en bordado donde mujeres y hombres aprenden a crear sus propias prendas como forma de preservar esta tradición.
“No es justo que una empresa tome nuestro trabajo y lo convierta en una impresión comercial. Esto no respeta el valor ni el esfuerzo que implica cada pieza”, expresó.
La Casa de la Cultura de Juchitán respaldó el reclamo y propuso que cualquier disculpa de la empresa incluya la participación directa de las y los artesanos del Istmo, así como un reconocimiento al valor cultural de su labor.
El secretario de Cultura y Artes de Oaxaca, Flavio Sosa Villavicencio, también exigió una disculpa pública inmediata y verdadera. Reclamó la necesidad de abrir un diálogo con el Gobierno del Estado y las comunidades afectadas para establecer mecanismos de compensación cultural y económica.
La polémica se amplió al conocerse que Shein ha comercializado otras prendas inspiradas en diseños de regiones como San Antonio Castillo Velasco, en los Valles Centrales de Oaxaca, también sin autorización.
Hasta el momento, la empresa únicamente ha emitido una carta a un medio de comunicación, asegurando su respeto hacia las comunidades artesanales y prometiendo mecanismos internos para evitar nuevas infracciones. Sin embargo, los involucrados consideran que esta respuesta es insuficiente.
El caso ha reavivado el debate sobre la apropiación cultural y la protección legal de los diseños indígenas, en un contexto donde el trabajo artesanal representa no solo una fuente de ingreso, sino también un patrimonio vivo.