El nombrado Hachiko mexicano permanece a las afueras del Metro La Raza sin tener noticias de su dueña. Mientras tanto, Pay de Limón continúa siendo un estandarte de lucha por la defensa de los derechos animales domésticos y silvestres.
En los últimos días, a través de redes sociales, el sitio web Crónicas Chilangas compartió la imagen de un lomito que fue captado a las afueras de la estación La Raza del Metro de la CDMX esperando a su dueña. Los vecinos de la zona confirmaron que a diario una mujer era acompañada por este perrito, pero hasta el momento no se ha confirmado si la dueña ha fallecido, o si el canino fue víctima de abandono.
Pese a que la situación causa conmoción por la fidelidad que el lomito le guarda a su dueña, abre debate respecto a los espectros de maltrato animal del que son víctimas miles de animales en México, siendo los animales domésticos como perritos o gatos los más notorios.
A partir de datos del INEGI, se estima que en la República Mexicana la cifra de perros callejeros aumenta en un 20% anualmente y coloca al país entre los primeros lugares con mayor número de caninos en situación de calle en América Latina.
En México las desigualdades no perdonan especie, hecho que se refleja en los niveles de violencia registrados tanto en mujeres, hombres, niños, niñas, adolescentes, jóvenes y animales, los cuales se han normalizado y permanecen impunes al no contar con herramientas para hacer valer las leyes que castiguen, que debían castigar a los responsables como es debido.
Por un lado, se encuentran los animales domésticos que son abandonados en las calles, lugares públicos o alejados a consciencia de sus dueños cuando estos deciden que ya no quieren cuidarlos. O bien, aquellos gatitos y lomitos que se separan de sus familias a causa de la precariedad con la que viven y resulta imposible continuar manteniéndolos.
En un punto medio, se sitúan aquellos que no han sido domesticados pero que comparten espacio con las personas, como aves, ardillas, peces que han convertido en su hogar a los árboles de las vialidades o las zonas verdes de las ciudades como parques recreativos. Estos se encuentran a merced de las planeaciones urbanas o conveniencia económica que dirigen los gobiernos federales, estatales o municipales, por ejemplo, el caso del ecocidio latente en el Parque Ecológico a causa del Tecate Comuna.
Mientras tanto, en el espectro más radical se encuentran los animales que han sido víctimas y sobrevivientes de la plena violencia ejercida por industrias textiles, cosméticas e incluso grupos de crimen organizado. Este fue el caso de un lomito nombrado Pay de Limón, el cual fue rescatado de un basurero en Fresnillo, Zacatecas, por la Asociación Civil Milagros Caninos, que fue víctima de mutilaciones por miembros del crimen organizado perteneciente a Los Zetas.
El Hachiko del Metro La Raza y Pay de Limón muestran los extremos de la violencia a la que pueden ser sometidos los animales en México. No obstante, entre ellos deben contabilizarse a todos esos perritos y gallos que pierden la vida en peleas por dinero, las corridas de toros que buscan defenderse como “cultura” taurina, los animales desplazados de manera forzada por los cambios urbanos o explotación de sus hábitats naturales.
En México existen algunas leyes como La Ley General de Vida Silvestre, la Ley Federal de Sanidad Animal, y la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente que salvaguardan los derechos de los animales. Sin embargo, los casos de estos lomitos visibilizan que sin acciones ciudadanas resulta complicado hacer valer sus derechos, por lo que queda continuar con las exigencias a favor del bienestar animal a fin de garantizar su libre convivencia sin violencia.