Ximena Pichel, ahora mejor conocida como Lady Racista, terminó siendo agredida, resultado de la indignación colectiva. Aunque, la acción es comprensible, el patrón de violencia fue repetido, contrario a la idea de denuncia ciudadana.
Pichel ha estado en el ojo del huracán después de protagonizar un momento de suma molestia: un arrebato de furia y actos discriminatorios contra un agente de la Secretaría de Seguridad Ciudadana. La mujer había sido infraccionada por no realizar el pago de parquímetro e iba ser sancionada por el agente cuando esta decidió atacar verbalmente.
Resultado de ello, Pichel no solo fue bautizada como Lady Racista sino que, en diversas plataformas, fue severamente criticada y señalada por una actitud deplorable de la que no parecía estar arrepentida.
A este momento se le sumó otra instancia en la que Pichel agredió de manera verbal a personal de un edificio, suceso que también fue registrado y viralizado en redes. Ante esto, usuarios y ciudadanía en general condenaron el evidente clasismo y racismo de Pichel y continuaron apuntando hacia la agresora.
Ahora, la agresora ha resultado agredida como resultado de la molestia de muchos: este viernes Pichel fue recibida por una multitud tras salir de la primera audiencia por el delito de discriminación contra el agente de policía al que llamó “negro”, de manera despectiva, en reiteradas ocasiones.
La multitud lanzó lo que aparentó diversos líquidos como refrescos y agua, según lo observado en videos compartidos en plataformas sociales. Aunque las agresiones no parecían tener la intención de lastimarla físicamente, fue evidente que también existió una agresión de la que la mujer debió huir.
Algunos usuarios han externado la necesidad de separar la indignación de la reiteración de las agresiones pues, si bien es cierto que Pichel debe ser juzgada por atentar contra la dignidad de un ciudadano, la escalada de violencia puede ser contraproducente, además de reaccionaría, pudiendo lastimarla o alimentar narrativas que beneficien a la agresora.
