“Todos quieren ser latinos… pero nadie quiere vivir en Latinoamérica”, ese fue la declaración que más se repitió tras la viralización de una entrevista de la actriz Jenna Ortega: en el fragmento del video, la entrevistadora le otorgaba una validación espontánea y repentina sobre su identidad: “eres suficientemente latina”.
La cuestión es: “¿qué es ser suficientemente latina?”. Lo que quería ser un momento de emotividad se vertió en una larga discusión sobre lo que podría implicar está pregunta. La reacción, aunque aparentemente exagerada de una notoria parte de la población latina, era justa.
Para las personas nacidas en Estados Unidos, la noción de latinidad implica tener un familiar, sea un padre, sea un tía o incluso la tatara tatara abuela, de tantas generaciones tan atrás. Puede ser también que conectes, al menos temporalmente, por ahí en un rato, con ciertos aspectos representativos de la cultura: un poco de spanglish, comidas típicas, y listo.
Ah, y ser exclusivamente moreno…que “te veas latino”, no hay que olvidar, esa parte.
Para las personas nacidas y crecidas en el territorio de América Latina, implica lo ya dicho en la misma oración: ser de Latinoamérica. Las vivencias, los conflictos y las luchas diarias, relacionadas tanto a la cultura, la tradición, las creencias como la política y la situación económica y social.
Hay que partir desde lo básico: la latinidad a la que nos referimos es la latinidad construida en la contemporaneidad, es decir, que indica, estrictamente y de manera inherente, una relación Latinoamérica. Cuando se inicia esta discusión se piensa en una Latinoamérica moderna, quizá del siglo XX, más del XXI, aunque, en términos generales, también se infiere que hablamos de un territorio reconfigurado tras décadas de asedio y una violenta colonización.
Pero en medio de todas las complejidades históricas, se asume latino(americano) a todo quien vive o experimenta la cultura de este territorio. Ya lo repitieron en numerosas ocasiones durante la semana, la latinidad no es etnicidad ni raza, como lo ha querido adaptar la mirada estadounidense o incluso europea.
No es que Jenna Ortega, o cualquier persona descendiente latino, no lleve consigo parte de esta cultura. Evidentemente su nombre empieza a hablar por ella pero volvamos …¿que es ser “suficientemente latina” y por qué se trata como si se necesitaran aspectos determinados a los que aspirar? (y ni mencionemos el tinte racista que se esconde).
Sí bien los ataques a la actriz parecen, en parte, venir de la parcialidad y odio típico de redes, (y lo cierto es que Jenna ES descendiente latina) este debate sí pone de nuevo la atención sobre el empeño de los estadounidenses por hablar por encima de las voces de las que se quieren apropiar. Muchos de ellos aseguraban que un argentino o chileno de tez blanco era “menos latino” que la actriz o cualquier estadounidense con tez morena, aunque este nunca hubiera pisado espacio latinoamericano.
Aunque nadie es agente o juez para decidir quién es y quién no es, si hay alguien a quien le pertenece el debate sobre ser o no ser es, así es: a los latinoamericanos. La charla es de quienes habitan esta realidad y no desde una injerencia y audacia estadounidense, que poco sorprende que suceda en casi todo aspecto debatible.
Claro, no hablamos de todos los estadounidense, pero sí cuestionamos si es genuino el construir tu identidad en una cultura que solo puede parecerles exótica o dar un carácter politico del que aprovecharse.