El médico, académico y escritor Arnoldo Samuel Kraus Weisman falleció el pasado 30 de agosto a los 73 años, según confirmaron la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y diversas instituciones culturales y académicas. Su partida representa una pérdida significativa para la medicina, las letras y el pensamiento humanista en México.
Nacido en 1951 en la Ciudad de México, hijo de una familia judía polaca marcada por la tragedia del Holocausto, Kraus se formó como médico en la Facultad de Medicina de la UNAM. Posteriormente realizó posgrados en medicina interna, inmunología y reumatología en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.
Su vida profesional combinó la práctica clínica con la docencia universitaria y la reflexión ética. Fue profesor en la UNAM, consultor en el hospital ABC y miembro fundador del Colegio de Bioética y del Seminario Permanente de Bioética. También integró el Seminario de Cultura Mexicana, lo que lo consolidó como una figura transversal en los campos de la medicina, la filosofía y la cultura.
Voz de la bioética laica
Kraus fue uno de los principales impulsores de la bioética laica en México, a la que definía como “la filosofía del siglo XXI”. Consideraba que esta disciplina debía servir no solo a la medicina, sino también como una herramienta para enfrentar los dilemas sociales más urgentes: la desigualdad, el acceso a la salud y el respeto a la dignidad humana.
A lo largo de su trayectoria, abordó con rigor y sensibilidad temas complejos como la eutanasia, el suicidio asistido, el aborto, el duelo, la autonomía de los pacientes y el derecho a una muerte digna. En entrevistas señalaba que, más que prolongar la vida, muchas veces la medicina prolongaba la muerte, y defendía el derecho de cada persona a decidir cómo quería enfrentar su final.
Además de su labor médica, Kraus fue un autor incansable. Escribió más de veinte libros, entre ellos Morir antes de morir. El tiempo Alzheimer, Decir adiós, decirse adiós, Dolor de uno, dolor de todos, Recordar a los difuntos y Bioética. Sus textos combinaban el conocimiento científico con una mirada profundamente humanista.
En colaboración con el artista Vicente Rojo, publicó obras como Apología del lápiz, Apología del libro y Apología de las cosas, proyectos que reflejan su interés por tender puentes entre la ciencia, el arte y la vida cotidiana.
Su voz también estuvo presente en el periodismo y la divulgación. Fue columnista en La Jornada, El Universal y Nexos, y colaborador habitual en TV UNAM, donde promovía debates sobre ética médica, filosofía y derechos humanos.
Por su compromiso social y académico, Kraus recibió múltiples reconocimientos. En 2018 fue galardonado con el Premio Ángel de la Ciudad en la categoría de “Derecho a una muerte digna”. En 2020, la UNAM lo nombró Profesor Emérito, y también fue distinguido como Orgullo UNAM. En el ámbito literario, obtuvo el Premio APEIM en 2015.
Estas distinciones reflejan el respeto que se ganó tanto en la comunidad médica como en los círculos culturales, donde se le reconocía por unir la ciencia con la sensibilidad ética y literaria.
Despedida y homenaje
Tras su fallecimiento, instituciones como la UNAM, el Seminario Permanente de Bioética, el Programa Universitario de Bioética y TV UNAM expresaron su pesar. Escritores e intelectuales también lo recordaron públicamente.
El historiador Enrique Krauze lo evocó como “un médico humanista con un fondo permanente de dulce melancolía”. El escritor Rafael Pérez Gay lo despidió como “médico, escritor, amigo”, mientras Héctor Aguilar Camín lo definió como “ejemplo de vida y de muerte”.
Arnoldo Kraus no solo fue un médico dedicado al cuidado del cuerpo, sino también un pensador que humanizó la medicina y la convirtió en un espacio de reflexión sobre la dignidad, la libertad y el sentido de la vida.
Su legado trasciende en los consultorios y aulas, en las páginas de sus libros y en los debates que impulsó. Su pensamiento seguirá acompañando a quienes reflexionan sobre el lugar del ser humano frente a la enfermedad, la muerte y la ética en tiempos de incertidumbre.
Con su partida, México pierde a un médico del cuerpo y de las palabras, pero su obra permanece como testimonio de un humanismo lúcido y necesario.