En las ya coloridas y multifacéticas calles de México se muestran, a veces discretas, a veces tan evidentes pero reconocibles a ciertos ojos: llaveros distintivos, posters en las esquinas y una playera con un logo o un rostro. Si no es allí, es en alguna reunión colectiva o deslizando en plataformas: ahí, sin necesariamente percatarse, puede estar presente el extensivo alcance del Hallyu o, mejor conocida como la “Ola coreana”.
Los meticulosos pasos en las coreografías en espacios públicos o los eventos de convivencia son un escenario común en sitios céntricos de Puebla, Ciudad de México, Guadalajara… pero esta ola ha tardado años en consolidarse con fuerza para ser parte de una vasta imagen multicultural.
“Yo creo que fue en tiempos de pandemia donde más pegó”, describe Fabian, entre discos de Kpop y música de un Kdrama resonando entre los locales. Algunos ubican puntos clave o años en los que la presencia de la cultura se comentaba: es cierto que han habido picos de alto interés en las últimas dos décadas pero una muy evidente y constante intención de permanecer. Karen Juárez, en medio del restaurante Chikin Korea en Cholula, lo explica como “interés sobre una cultura más que en otras”
A kilómetros, la ola se comenzó a formar a finales del siglo XX desde la crisis y la respuesta colectiva a los cuestionamientos y necesidades del momento. Aquí se cimentan con fuerza las bases de un fenómeno tan grande y persistente.
El FMI y el cambio de modelo
En medio de 1998, ciudadanos surcoreanos revisan sus estantes y, de sus hogares sacan anillos de boda, cadenas con valor sentimental, collares y aretes que habían sido regalos y hasta el más pequeño artículo de oro. Caminan hacia sitios de venta o incluso donan las piezas; con plena incertidumbre y un atisbo de optimismo buscan aportar una pequeña ayuda -que se convierte en una enorme campaña- para recuperar la estabilidad en medio de la crisis.
Corea del Sur enfrentaba una de sus crisis financieras más graves, tras la solicitud de un préstamo al Fondo Monetario Internacional (FMI) con un valor de 58.000 millones de dólares. De acuerdo KBS World, fueron alrededor de 3,5 millones de personas dejaron ir algunas de sus pertenencias más preciadas, lograron reunir con total 227 toneladas de oro.
Frente a la crisis, este movimiento ciudadano levantó el ánimo achacado por la enorme deuda, las grandes pérdidas y el desempleo. Pero la vista hacía la estabilización del país aún estaba en la lejanía: el modelo económico debía cambiar, según las propias exigencias del FMI.
En la reflexión sobre sus fortalezas y productos a exportar, Corea del Sur pensó en la cultura: llevar sus productos de arte, entretenimiento y creación. Sus novelas, películas y música comienza a ser llevada fuera del país, en la incertidumbre y la posibilidad de que este pueda cultivarse como uno de sus productos de exportación principales…y funciona.
Antes de este punto, China ya había volteado a mirar con atención a los K-dramas pero el interés se eleva a finales de los 90 con el nuevo plan de Corea que permite un alcance mayor. La conexión con los programas es uno de los fuertes, a comparación de productos culturales como los de occidente; el fenómeno es tan grande que los medios locales chinos bautizan el suceso: 韩流/ hánliú, cuya traducción es “ola congelante”. Más tarde este se convierte en 한류 del hangul (sistema de escritura de Corea), que literalmente significa Ola Coreana.
La ola avanza
Antes de que Bong Joon-ho se parara en el escenario de la 92 edición de los Oscar, ovacionado internacionalmente por el retrato de la desigualdad de clases en Parasite, y antes de que los Juegos del Calamar se convirtieran en el fenómeno mundial de plataformas, una larga lista de filmes y series -conocidos ampliamente como K-Dramas- asentaban la presencia de las historias visuales fuera de su país de origen.
La ola avanza por más territorios en Asia; en Japón uno de los programas que consolida su paso es Sonata de Invierno en 2003, cuando la serie hacia su emisión en KBS, a través de NHK, la emisora pública nipona. Visitar los sitios de grabación de estos programas también se vuelve más recurrente, a beneficio del turismo en Corea del Sur.
En Latinoamérica tampoco tarda en llegar: en las aulas de secundarias se escucha la palabra dorama,surgida del léxico japonés que pronunciaba la palabra “drama” en inglés pero adaptada a su fonética (ドラマ). La palabra, ahora cayendo en desuso al menos en México, describía programas asiáticos sin distintos: Japón, Tailandia, Corea del Sur, China…la realidad es que el mayor impacto de este mercado ya lo tenían los doramas coreanos, ahora mejor conocidos como K-Dramas.
Por otro lado, el Kpop tenía ya algunas figuras principales, poco después de sus predecesores, Seo Taiji, considerados los pioneros del kpop al experimentar con sonidos de hip-hop, pop y sonidos de R&B contemporáneo en un contexto en el que estos sonidos eran poco o nada comunes entre las baladas y sonidos tranquilo en su país.
De aquí retoma toda una industria que comienza a ser representada por los grupos del momento: Big Bang, Girls’ Generation, Kara. En nuestro país se habla de un grupo llamado Super Junior y a veces resuena “Mr. Simple” entre los curiosos que ya tenían su atención en los doramas. Los contenidos se distribuyen entre los amantes de la cultura asiática y grandes – se salen de estos círculos para convertirse en momentos de la cultura pop internacional; así ocurre con Gangnam Style de Psy, un fenómeno que alcanza hasta las rutinas matutinas en la primarias y secundarias en 2012 y 2013.
Para otros como Fabian, sin embargo, el punto clave fue entre los años 2020 y 2022 y sencillo localizar el por qué: Parasite es reconocida en los Oscars, convertida en el primer filme – en ganar el mayor premio; Dynamite de BTS explota en todos las radios y domina las listas más importantes del occidente y, un año después, llega la primera temporada de los Juegos del Calamar y se queda en las fiestas de disfraces cercanas al Día de Muertos. Yanin Itzel, trabajadora en un local de kpop en Puebla, reconoce el k-drama “Belleza verdadera” como uno de los programas con lo que reconoce el hallyu, y hay otros más que se suman la lista.
Pero quizá la constante antes de este punto alto vino detrás Psy para : “En la cultura del kpop ha influenciado mucho BTS, yo pienso (…) sus bailes, sus coreografías, canciones…”, opina Yanin.
Bangtan: la cara de la ola
En México, capital y estados diversos, llegan autobuses o se alzan vallas cada 13 junio. 12 años antes, Bangtan Sonyeondan, mejor conocidos como BTS, hacían su debut en escenarios coreanos aún sin saber el impacto que su proyecto tendría fuera de su país de origen.
A mitad de 2025, cientos de armys se acercan al Ángel de Independencia, en una autodenominada “reunión masiva” convocada por una fanbase, Bangkanda Forever, y otras participantes como Tapitas de Jinnie, proyectos de convivencia que se articulan desde el interés y cariño por esta agrupación de 7 músicos. No son las únicas fanbase: en realidad hay tantas que se forman alrededor de la república. Ni hablar de Latioamerica, Norte America, Europa, Africa y Asia.
En México, las tiendas temáticas de Kpop o productos coreanos son recibidos con cartones de algunos de los músicos, a veces Jungkook, a veces Jimin o V. Las caras de JHope, Suga o RM aparecen en los productos más comerciales, leches o pastas, o la cara de Jin en los vagones del metro. A la vuelta de la esquina, es posible ver un poster, un calendario o un peluche.
No es de extrañar que BTS ahora se considere parte fundamental en la economía, la cultura y el turismo de Corea del Sur y que, su propia ausencia de los escenarios fuera incluso un tema discutido en la política, resultando a la reforma de la Ley del Servicio Militar para retrasar su entrada a este servicio obligatorio.
México es uno de los tantos testimonios de su alcance; de acuerdo a datos de la “Encuesta sobre la realidad del Hallyu en el extrajero en 2025”, exhibida en “El encanto de Seúl”, BTS solo se queda atrás de Pucca en lo que respecta a contenidos coreanos más populares en México en 2024, mientras en 2023 se coloca como el principal.
Para muchos BTS se localiza como el aspecto inicial de interés hacia el kpop, hacia los dramas, hacia el idioma y el turismo; un proceso que va direccionado a los escuchas hacía más aspectos de la cultura. No por nada fueron reconocidos con la Orden del Mérito Cultural de Corea del Sur en 2018 por su papel en la difusión global de la cultura surcoreana.
Ya han sido también nombrados embajador de la Expo Mundial de Busan en 2030, después de haber sido los embajadores oficiales de promoción cultural de Corea, incluidos su reconocimiento como Embajadores Honorarios de Turismo de Seúl en 2017. Por mencionar solo algunas de los logros de esta agrupación y su rol en el avance del hallyu.
De Corea a México
Secretarías de cultura estatales, municipales e incluso dependencias del INAH en algún momento ya han terminado incorporando el kpop o los kdramas en actividades recreativas para la difusión de la cultura no solo coreana sino una amalgama entre las culturas involucradas.
En la escalinata de la cultura pop, el hallyu toma forma en otras manifestaciones, la gastronomía es quizá una de las más sólidas (junto al idioma), acercando sus platillos tradicionales o más comunes hasta los espacios mexicanos. “Más que nada vienen por los doramas”, relata – de Chiking Corea en Cholula, “en la cultura se maneja el kimchi (김치) …en su mesa es esencial el arroz y el banchan (반찬), es su comida tradicional” nos explica al preguntar cuál es la principal razón por la que la clientela suele acercarse.
A kilómetros de Chiking Corea, en Ciudad de México, más personas se acercan a restaurantes coreanos cerca del Ángel de Independencia y Monumento a la Revolución; en Sorú, las personas llegan no solo por el sabor original sino para atestiguar la firma del rapero, integrante de BTS, J-Hope, quien visitó el lugar en medio de un apuro médico que pudo atravesar en medio de sus presentaciones en México después casi una década desde su última visita.
Cualquier indicio o símbolo es suficiente para motivar a los curiosos o aquellos ya inmersos en las cultura popular. Más conciertos se suman a la lista en México, ahora un destino importante para los artistas asiáticos: según cifras publicadas por Spotify este año, México es el quinto país que más escucha Kpop en el mundo, con 14 millones de fans.
También salta el skincare como otras de las exitosas industrias que acrecientan su uso en nuestro país. De aquí hasta el arte y la literatura que cobran una fuerza no antes vista que influencia la academia.
La presencia de Corea está muy cerca, en parte, derivado de programas y talleres de difusión como las del Centro Cultural Coreano; la llegada de exposiciones, que vierten el hallyu en las salas como recientemente ocurrió con “El encanto de Seúl” en Museo Nacional de las Culturas del Mundo en la Ciudad de México, fue un ejemplo de esto.
Todo esto es solo la superficie de un amplio desarrollo de una cultura que ahora convive y se amalgama con las propias historias de México, creando nuevos panoramas y también diálogos entre el pasado y un futuro desarrollo.