julio 18, 2025 9:39 pm
julio 18, 2025 9:39 pm
julio 18, 2025 9:39 pm

El verano que Hikaru murió: explorando lo queer desde el horror

Hikaru muere un día de verano, nos advierte el título. 

Hikaru fallece pero…¿sigue ahí?…

Contrario a lo que pareciera ser únicamente un recurso narrativo usado comúnmente en la ficción  –en el que la ausencia de un personaje persigue el resto de la historia– la falta de Hikaru tiene otra razón: ponderar preguntas sobre la identidad, la humanidad y los prejuicios. Lo que resulta es un ‘Hikaru’ similar en apariencia pero distinto, pues ahora su cuerpo está siendo ocupado por una entidad sin nombre. 

Está es la premisa con la que parte el manga escrito por el/la mangaka Mokumokuren, planificando, de manera meticulosa, un universo narrativo plagado de espíritus y entidades atravesadas por la historia y el folclor japonés, recursos que finalmente sirven para formar, entre muchas cosas, una gran analogía sobre la represión de las identidades queer. 

Sucede que Yoshiki, nuestro protagonista, es quien nota algo inusual en Hikaru, su mejor amigo de la infancia, quien un invierno anterior había desaparecido por una semana entera al adentrarse a las montañas. Aunque Hikaru regresa, meses después, es Yoshiki quien confronta la realidad “¿Tu no eres Hikaru, verdad?” La naturaleza de la criatura se revela pero, en lugar de atacar, implora para quedarse en esta forma. 

Yoshiki acepta a la entidad desconocida en medio del duelo por la pérdida de Hikaru; conforme las páginas transcurren, se da entender de manera no explícita pero tampoco sutil, el cariño que Yoshiki había tenido y encerrado por años por su amistad más cercana. Yoshiki, un joven queer que afronta la pérdida de una persona amada -en medio de un claustrofóbico y critsiano pueblo- ahora debe decidir afrontar a este “monstruo” …o comprender su existencia. 

Como se mencionó, entre muchas de las virtudes y complejidades de esta historia, una de las más vitales es el cuestionamiento de la identidad: la cuestión de la entidad “monstruosa” es el parteaguas perfecto para crear diálogo sobre la propia identidad de Yoshiki. ¿Que es el monstruo sino una criatura que se sale de la «normalidad»? Que cruza los límites de lo estándar, de lo permitido y de lo correcto. La entidad desconocida, incompresible y, por ende, atemorizante. 

Más allá del duelo que impide a Yoshiki dejar ir y aceptar la muerte del Hikaru que él conoció, Yoshiki también encuentra comprensión y entendimiento en el nuevo ‘Hikaru’, alguien peligroso, condenado al aislamiento y a la soledad en las montaña, para evitar que  “mezclarse”. Porque “mezclarse es peligroso”, explica otro personaje a Yoshiki; “podrías dejar de ser humano”. 

El horror es el vehículo adecuado para contraponer la monstruosidad y la identidad diversa, porque ambas se encuentran en el entendido de su “anormalidad”. Las alegorías a la intimidad, a la exploración de la sexualidad visto a través del body horror -incómodas, grotescas pero…placenteras- añaden matiz a esta idea, retrato de las experiencias queer, y claro, de la adolescencia en general. El horror y el erotismo entrelazados. 

Hay que remitirse a las propias palabras del/la autor(a) en una entrevista; aunque hablaba de una escena en particular, pienso, encapsula una idea que repercute toda la obra: “Dibuje pensando que algunos lo encontrarían erótico mientras otros «asqueroso» e «incomodo”. Ambos sentimientos son correctos (…)  Quiero que los sentimientos de los lectores en lo que respecta a lo “desconocido” no sean solo “aterradores” sino a veces sexuales, a veces desagradables y muy complejos…”

El verano en que Hikaru murió es una historia que aún no llega a su conclusión pero ahora recibe el trato de adaptación en su versión anime, un formato que quizá acerca aún más a los lectores y transponga con éxito los temas de un manga que no es un historia de amor, sino una narración queer de introspección rodeada de misterio, un arte único y una serie de personajes completos que enfrentan lo desconocido. 

Comparte en tus redes sociales