octubre 22, 2025 3:15 pm
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El conejo en la luna: de México y Japón

En una de las salas del Museo Franz Mayer, un conejo se posa sobre una luna; el dibujo se inserta dentro de la sección “Cielo” de la exposición Japón: del mito al manga y, bajo su silueta, la historia de este conejo en particular se relata. Porque todos vemos un conejo en la luna, pero las versiones e interpretaciones que explican cómo el animal llegó allá tienen variantes significativas. 

Dentro de la exposición del museo, que ha recibido tanto éxito al grado de extender sus fechas de exhibición hasta principios del siguiente año, se contienen diversos fragmentos de la historia de Japón visto a través de sus expresiones artísticas y culturales populares. Muchos nos son familiares a nosotrxs, el público de México, pero quizá una de las conexiones más evidentes aparece con el mito del conejo de la luna.

Algunos libros de texto del grado básico contenían el relato que entretenía a las infancias y, de no ser el caso, se contaba entre charlas con familiares; la versión más recurrente tenía por protagonistas a Quetzalcoatl -deidad clave de la mitología mesoamericana – y un conejo con el que se cruzaba de manera espontánea. 

La leyenda describe que Quetzalcóatl decide recorrer el mundo en una forma humana para experimentar la vida humana. Agotado por días de viaje, decide descansar un rato y, es en este intermedio, que se encuentra con un conejo que comía su hierba. 

El conejo, al notar al viajero, ofrece compartir su alimento; cuando Quetzalcóatl explica que no puede ingerir aquella comida, el conejo se ofrece a sí mismo con suma humildad, algo que la deidad responde con suma admiración y, como agradecimiento, alzó al conejo hacia la luna para grabar su silueta y ser recordado eternamente por su acto. 

Similar a esta versión, a kilómetros de nuestro país, en Japón, un conejo también decide sacrificarse pero, esta vez, ante Tsukuyomi, el dios de la luna dentro de la mitología sintoísta. El relato, de manera similar a la versión reconocida en México, explica un encuentro entre la deidad y el conejo. 

Tsukuyomi baja de la luna y se disfraza de una persona en situación de calle para conocer a los humanos y buscar compasión entre ellos. En su camino, animales le ofrecen alimentos, entre ellos, un mono, un zorro y un conejo (algunas versiones, incluyen otros animales). Sin embargo, a diferencia de los demás, el conejo no contaba con nada por lo que se ofrece a sí mismo como alimento y se arroja al fuego. 

Conmovido por el sacrificio, Tsukuyomi se apresura a apagar las llamas para salvar al animal y, para no olvidar su bondad, procede a llevarlo consigo hasta la luna, en donde ambos se encuentran y la silueta del conejo se marca. 

@info.quorum

🇯🇵🐇 En la exposición Japón: del mito al manga, en el Museo Franz Mayer, nos encontramos con un segmento dedicado a la #luna 🌕 y sus leyendas. 👉🏽🎑 ¡La exposición continúa hasta principios del próximo año! #bts

♬ sonido original – music📼

Aquí el conejo se dedica a hacer mochi, el famoso pastel japonés que actualmente acompaña el Tsukimi o la celebración de contemplación de la luna que ocurre todos los años. 

Esta versión es la que se encuentra en el Museo Franz Mayer, acompañada de más relatos del folclor japonés y contraste con las propias leyendas de nuestro país en las que pensamos en los momentos menos esperados. 

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