junio 24, 2025 7:11 pm
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De L,G,B,T y A: las diversidades de la escena creativa poblana

“¿En qué momento a une se le respeta como artista? ¿en qué momento se le menciona?” o, en realidad “¿a qué se refieren con artista?”, Don Anahí, creadora poblana, lo cuestiona en cuanto surge la pregunta para definir su identidad como artista. Es aquí que la palabra clave emerge: identidad. Es la pregunta de la identidad que surge de manera particular para les creadores, pues su conceptualización implica apegarse, o bien al canon y la hegemonía,  o construirse desde la periferia, en sí misma tan diversa, combativa y disruptiva que carece de intenciones por definirse. 

Esa misma pregunta de la identidad es compartida, en variados sentidos, con la que se construyen las comunidades disidentes y las diversidad. Para partir existen cuestionamientos similares a los de Anahí. ¿cuándo se les respeta? ¿en qué momento son enunciados? ¿en qué momento comienzan a existir para el resto? “Lo que no se nombra no existe”, como dice la afirmación, fuerte enfoque vinculado a la lucha identitaria. 

La legitimación es para ambos una lucha inherente. Un llamado de semejanza, por la propia existencia, en donde son descaradamente invisibilizados, vetados de oportunidades, rechazados en espacios y obligados a ajustarse a los parámetros o la norma para subsistir, en los aspectos más vitales de la expresión. “Como artista emergente es complicado encontrar lugares o personas que confíen en tu trabajo (…) Por otro lado, si te dedicas a un arte no convencional, es más complicado”, dice Piel de Conejo, artista plástico poblano que, como Anahí, ha enfrentado en esa doble segregación.  

Aquí el entrecruce es más complejo, cuando se es artista y persona de la diversidad. Más aún: cuando se es artista y la obra se articula en la diversidad. Lo que ocurre es que el reconocimiento, los espacios y los propios derechos de expresión son despojados a razón de no ser propios o no encajar con las reglas. 

La justificación de la “inmoralidad” ha sido, históricamente, aplicable para todo signo queer, pasando de ser enfermedad a tabú a “admisible” mientras no sea evidente. Sea el tacto de las manos, el reconocimiento del cuerpo, miradas que se alargan; un simple beso o abrazo, o una bandera que se alza, todo es poco o nada apropiado a los ojos de la heteronorma. 

En Puebla, aún con el eco del conservadurismo viajando entre sus calles, la escena a veces parece ampliarse. Los espacios independientes ofrecen alternativas, creadas en conjunto y ante la falta de opciones de instituciones. Porque aunque “el orgullo” ha sido institucionalizado y la bandera de la diversidad se actualiza en redes sociales cada junio, no mucho transcurre el resto del año: “De repente pareciera que solo existimos en el mes del orgullo”, expresa Stayku, artista plásticx. 

En esa incertidumbre se desempeñan artistas poblanos de la diversidad. Escriben, proponen, crean y figuran formas distintas para hablar tanto de la experiencia propia como de la colectiva, porque hablar del arte queer o cuir es inevitablemente formar dialogos politicos. “Si el arte no se politiza y no tiene una postura o un tema que invite a cuestionar, de repente solo es decorativo, lo que está bien pero es necesario tener estas preguntas”, continú Stayku

L:a herida de no hallar comunidad

Don Anahí hoy se encuentra en la etapa final de su primer largometraje, Diario de unA Putx, un proyecto que inició desde 2012 y que comienza a concretar gracias a su propia iniciativa y autogestión. Elle habla de freelancear; trabajos visuales a través de la fotografía, proyectos como productora y también como directora. Así se desenvuelve en el medio creativo, sustento de necesidades básicas y herramienta de expresión: ”Para mí la creación es un tema de oficio”, nos recuerda.  

Antes de adoptar la fotografía y la expresión audiovisual como herramienta de creación, Don Anahí describe que la escritura fue su primera alternativa. En ella, se vertían sentimientos de los que no sentía libertad ni confianza para hablar en plenitud:  “Empece a escribir alrededor de los 13 años pero no los mostraba porque me avergonzaban mis sentimientos como lesbiana”. Es hasta los 19 años que Anahí, comienza a mostrar aquellos textos y sus primeras publicaciones son contenidas en suplementos literarios mientras ella cursaba la universidad. 

Pero esta herida, que se va marcando en relación con su identidad sexual y de género no desaparece; Anahí viaja de Ciudad de México a Puebla y viceversa por cuestiones de trabajo; el tiempo pasa y Puebla parece transformarse; en el transcurso, él observa que los lugares sáficos, que ya en sí mismos con escasos en Puebla, desaparecen uno a uno. 

“Mi obra va alrededor de esa herida. De no encontrar esa comunidad lencha en Puebla. Hay pocas colectivas y organizaciones”.

La obra de Anahí tiene una intención clara: generar integración, en su propias palabras, y visibilizar relatos de comunidades disidentes sean las personas sáficas, lxs trabajadorxs sexuales o cualquier grupo comprometido en la lucha social. De cierta manera, su dirección multidisciplinaria empata con su diversidad temática y su propia identidad fluida. 

Aún más allá: su identidad, no como artista sino como creadora. Anahí, en realidad, se rehúsa a ser nombrade como artista, por sus implicaciones normativas, y elle es quien cuestiona la designación desde un inicio. Así, en un propósito de posicionamiento social, decide autonombrarse creativx o Hartista. 

“Muchas veces el artista con A, tiene que ver con cosas que no me representan como creadora. Si soy artista es con H de Harta y no con A” 

El recurso del lenguaje, Anahí lo utiliza desde su nombre de creativx: la adición de Don es un reto al receptor quien, muy probablemente influenciado por la heteronorma, se cuestionara la identidad Anahí cuando esta se presente. Pero las preguntas son necesarias para subvertir las construcciones sociales, para crear ruptura y comprender la diversidad.

Es desde la hibridación entre cuestionamientos y hartazgo, que el impulso hacía la expresión toma forma para Anahí. Sus cortometrajes y largometraje son también un posicionamiento de las carencias que les creativos viven al día. 

”Como lesbiana de clase social baja trabajadora del centro de Puebla es casi imposible vivir. En Puebla vivimos en la incertidumbre”  

G:indr y otras historias puestas en escena 

Desde las aulas, Omar González diversifica las formas y se adapta a otras; entretanto, sus alumnxs se acercan para indicar que sus pronombres son estos y no aquellos; una confianza evidente en la manera de expresar la identidad surge en los diálogos diarios. La apertura es libre, sea producto del contexto inmediato o no. Quizá, en gran medida, gracias a la normalización de estos temas, en los productos de entretenimiento, arte y cultura: he aquí la importancia de la representatividad y visibilidad, algo que Omar hace presente en su obra. 

Antes de ser un apasionado de la docencia, Omar es un apasionado del teatro, una expresión que retomó después de haberse iniciado escribiendo novela. Su trayectoria lo llevó a publicar en suplementos literarios, a obtener apoyos; a trabajar con grandes autores y dentro de algunas instituciones en las que buscó «romper con las estructuras, a través de la forma y el contenido, desde el medio de la dramaturgia”.

En el concentrado de toda aquella amplia trayectoria, se halla una intención de subrayar en las historias que existen pero que no suelen tener el reflector: “Mi teatro siempre ha tratado de tocar temas periféricos; esos temas que son escandalosos, espinosos y que están en la periferia. Que se salen de los discursos del poder, de los discursos artísticos, religiosos, sociales pero que están”, explica Omar. 

Los montajes de Omar son muestra de que la creación es una herramienta esencial para ser espejo de lo que se vive en determinado momento o espacio, es particular, de los grupos marginados o a los que se les pretende ignorar. De tal manera, se construye una serie de puestas en escena, entre las que se encuentran Bare: la experiencia sexual más extrema jamás contada y El amor en los tiempos de Grindr. 

Bare, como su nombre sugiere, sitúa el bareback como tema principal; no solo se trata de la actividad sexual que es representada, sino a la postura y el pronunciamiento adyacente, sujeto a interpretación:  puede referir a la relación con el VIH y el pánico moral o incluso a una respuesta al sistema capitalista que deviene en prácticas desprotegidas. Aquí, no se trata de enjuiciar sino de retratar y hablar de lo que sucede, recuerda Omar. 

”Simplemente presentaba que esto estaba sucediendo, que era una cuestión normal; los asustados éramos nosotros más que los chavos que lo vivían plenamente” 

La línea del trabajo de Omar toma distintas aristas, en búsqueda de un nuevo lenguaje escénico necesario en los contextos actuales, algo que ahora también explora desde la docencia. El propósito de crear relatos desde la periferia no desaparece en sus propuestas sean en escenarios o en salones de clase en los que el temor a expresarse se reduce. 

La representación es un componente vital para entender la propia identidad: ”El mes del orgullo tiene que ver con una creación inclusiva. Donde se consideren los nuevos comportamientos, las nuevas sexualidades, la nueva manera de percibir el amor, la sexualidad, la sociedad y la vida en general”. 

¿G:alerías sin arte diverso?

La representatividad existe. La ternura o la crudeza, la sensualidad o el dolor, la reflexión o la denuncia; toda la amplia gama de temas que surge de los creativxs para perdurar en sus piezas: el arte está ahí, pero ¿los espacios? Los sitios también existen pero su apertura -que ya es limitada desde un principio- parece aún estar sujeta a los discursos que el canon clásico sustenta; “lo hermoso”, “lo sensible”, lo prudente. 

Lxs creadorxs que exceden esos límites se encuentran con las restricciones y con la censura. Piel de Conejo recientemente formó parte la exposición “Narrativas visuales: el libro como obra”; sus piezas comienzan a ser exhibidas contra negativas o inhibiciones, pues desde el punto de partida, el artista enfrentó cuestionamientos e intentos por sembrar duda para adaptarse a formas menos arriesgadas: “Desde la universidad había maestros que echaban para atrás mi idea del desnudo”, cuenta el creador. 

La obra de Piel de Conejo se constituye en dos elementos esenciales: el desnudo y el diálogo sobre los homoerotismos. Por un lado, con su cámara, encuadra momentos o elementos que él atestigua. Por otro, a través de la investigación, crea un archivo con instantes del pasado, particularmente, del auge del movimiento de la diversidad. La búsqueda en repositorios físicos y digitales que abordan lo LGBTQIA+, lo llevan a publicaciones como las de las revistas Hermes y Macho Tips que el resignifica con la cianotipia, una técnica de impresión al sol caracterizada por una tonalidad índigo. 

”En lo que me inspiró es principalmente en México, en mediados del siglo XX, cuando empezó todo este boom de las marchas LGBT+”, explica el artista. El tono azulado de las impresiones, además, se concatena con el diálogo sobre el estereotipo: el azul constituido, en la modernidad, como un color exclusivamente masculino. 

Pero el arte disruptivo tiene una cabida reducida sin que necesariamente sea explícito, relata Piel de Conejo. Lo que se halla fuera de la heterosexualidad llega a ser catalogado como ponográfico; vease, por ejemplo, las reacciones del conservadurismo ante el indicio del enamoramiento no hetero en niñxs y jovenxs. 

”Es muy complicado posicionar obra, no solo explícita, sino únicamente LGBT+ (…) He visto que censuran piezas de un beso homosexual porque para ciertas personas eso ya es pornográfico” 

Solo hay que observar las situación por la que continúa atravesando Fabián Chaírez, artista queer ya consolidado en el ámbito artístico. Incluso con la plataforma y el apoyo con el que el artista cuenta,  la inhibiciones y la censura son casi perpetuos, señala Piel de Conejo.

La gestión independiente ha logrado aperturar más galerías, con el paso de los años en el municipio de Puebla. La obra diversa gana espacios aún a paso lento, y en el crudo entendido de que estos mismos le pueden ser arrebatados si la lucha se apacigua. Les artistas queer son enteramente conscientes de que la contra respuesta es su propio arte, dispositivo de discursos y posicionamientos. No permitirán la supresión de sus identidades. 

”Antes no decía que mi arte fuera político; pero me dí cuenta que lo queer empata con lo politico. Creo que escapar de algo que está completamente pegado al arte que me interesa..pues no tengo por qué huir de eso”

T:ransgrediendo la heteronorma 

El arte debe politizarse, el arte debe de visibilizar: Stayku recuerda con firmeza un aspecto inseparable de la expresión artística y cultural; porque aún siendo un bodegón o un óleo con un paisaje indistinto, aparentemente desprovisto de posturas, todo arte es politico. La decisión de optar por una tema u otro, por evitar insertar elementos o ignorar otros es, en sí mismo, un pronunciamiento. Desde “lo personal es politico”, en el movimiento feminista de mediados siglo XX, la aseveración entiende que todo es político

Claro, en el caso del arte, puede considerarse la designación exclusiva de “arte politico”, intencionado hacía la crítica o el cuestionamiento. Aunque Stayku no necesariamente se ubica a sí misme dentro de esta conceptualización, su obra trae consigo preguntas y enfrentamientos disruptivos de la norma.  

”Es importante visibilizar la otredad, en general. Hay un constructo de las cosas que se consideran como “normales”, externa ele creativx. Así opta por la expresión desde lo más cotidiano, insertx en inquietudes que se transforman en formas para denotar la no pertenencia de los constructos establecidos: “Si algo no encaja es motivo para la segregación y la discriminación; eso impulsa mi obra”. 

Los procesos multidisciplinarios de Stayku, en algún momento partieron de la exploración del tema de la monstruosidad, “entendida como otra manera de representar a la otredad” y, a su vez, abordando lo fantasioso. En el proceso, surge la conexión con el tema de la identidad.  

”Percepción y realidad: la experiencia trans” es uno de los resultados de estos entrecruces, un acercamiento a través del arte lenticular y el uso de anaglifos. En un juego de percepción, comienza un diálogo sobre las identidades trans pues, como Stayku recuerda estas están atravesadas por el aspecto perceptivo, condicionadas por una visión binaria, limitante y negacionista de la complejidad humana. 

Lo personal se hace arte, el arte se hace politico: Stayku termina por describir una preocupación y un llamado a nombrar, en medio de un contexto que quiere volver a negar la  enunciación o que nunca lo hizo. Porque las identidades queer existen más allá del mes de junio. 

“Genuinamente estamos en un momento de orgullo o en un momento para replantear que se va hacer para contrarrestar estos discursos que vienen en contra”

A:mor en distintas caligrafías 

Inspirada en los clásicos del horror y la fantasía, una compleja cosmogonía, cultura e historia se edifica en la imaginación de una joven hasta ser impresa en hojas que constituyen dos novelas, años más tarde: “Travesía Profética” publicado en 2021 y “El pórtico de Dignirth” en 2022. El universo creado por Isamar Mendoza es tan amplio como lo son sus personajes, construidos lejos de la unidimensionalidad o los clichés. Aunque se trate de un universo ficcional, el retrato de aspectos humanos es fundamental para la creación narrativa. 

La complejidad de construir a ser vivo, humano, criatura o ente conduce también a la diversidad, bien de personalidades, de emociones, de aventuras e identidades. Así, entre sus personajes, figura Safira, una científica mexicana que se identifica como asexual y arromántica. De la pluma de Isamar surge una intención de descentralizar el amor romántico y mostrar las distintas formas en que el amor se expresa. El amor: una palabra poco o nada definible que termina forzada a la definición bajo nuestros constructos. 

 “Creo que a veces decidimos romantizar todo pero dejamos a un lado las otras relaciones afectivas”, expresa la escritora, en busca de la visibilidad de la comunidad asexual, negada dentro y fuera de la comunidad diversa. Ni hablar de la comunidad arromántica

Ambas inexistentes a los ojos de la amatonormatividad que, como la filósofa Elizabeth Brake define, asume que “se está mejor en una relación de pareja exclusiva, romántica y a largo plazo, y que todxs aspiran a ese tipo de vínculo”. Bombardeados de expresión romántica heteronormada y alonormada (concepto que sustenta que la norma es que todo ser humano debe sentir atracción sexual), la representación de la A es, más que nunca, necesaria en la vasta esfera cultural que olvida o ignora o es abiertamente afóbica. 

Isamar relata que ella misma ha cruzado camino con personas que no consideran ninguna de estas identidades como verdaderas. No hay que ir demasiado lejos: la antes considerada gran escritora, J.K. Rowling, asegura que la asexualidad es “falsamente oprimida”. 

”Es fundamental que en el arte esté presentada la diversidad sexual y romántica, porque esto también es distinto. Tu orientación sexual puede ser diferente romántica. Estos aspectos no están totalmente ligados” 

Contra las narrativas que encasillan a las identidades asexules y/o arromanticas como “incompletos”, “rotos” o “sin sentimientos”, Isamar enfatiza que las personas pueden ser plenas de maneras distintas. Que las personas pueden identificarse como asexuales sin ser arrománticos y viceversa. Que la atracción sexual no siempre va ligada a la romántica y que la identidad es demasiado compleja para intentar comprenderla en solo dos extremos. 

El conocimiento, entendimiento y el retrato del amor no romántico y las experiencias de las A están, por mucho, lejos de ser suficientes, pero los pasos de Isamar resultan esperanzadores en la extensa escena creativa. 

B:isivilizar (mucho MÁS)

Es inevitable preguntar dónde ha quedado la B representada en el arte poblano. Quizá la respuesta se encuentre en la persistente supresión de esta identidad. 

En la generalidad, las personas suelen empatar a todas las expresiones sáficas o queer, como si se tratara de una categoría única. Para la heteronormativa, no pueden haber más que gays y lesbianas. E incluso para la comunidad diversa, cualquier otra identidad sexual y romántica no puede ser más que “transitoria” y, en consecuencia, falsa. 

Si dentro y fuera de la diversidad la bisexualidad es negada, no es de extrañar que gran parte de sus expresiones y manifestaciones sean socavadas, (in)voluntariamente recategorizadas entre la homosexualidad o el lesbianismo, o autocensuradas ante el constante cuestionamiento de la identidad. 

De manera similar a las asexualidades y arromanticismos, la bisexualidad en su amplio espectro, tiende a ser incomprendida o repudiada bajo supuestos esencialmente discriminatorios que hacen pasar por posturas políticas supuestamente “validas”. En los ultimos años, de hecho, determinados grupos dentro de la diversidad sáfica han rechazado la bisexualidad por mantener conexión o “centralizar” al hombre.

Nunca se es suficiente queer o se es demasiado hetero. No se es suficiente comprometidx con la comunidad o solo se “busca” atención. Aún transcurridas décadas de las grandes movilizaciones de liberación en el siglo XX, la bifobia y la invisibilización son predominantes. 

Frente a esto, siempre será el momento idóneo y necesario para hacer retrospectiva: no olvidemos el papel de la activista Marsha P. Johnson en los disturbios de Stonewall, los primeros colectivos bisexuales en México como Opción Bi. A Simone de Beauvoir, D. H. Lawrence, Virginia Woolf o contemporáneos como Freddy Mercury. A las personas que hoy se nombran bisexuales y las que deciden no hacerlo. 

En suma, la B existe en Puebla. Aquí y en el mundo. En el arte y la cultura. Sea a nuestros ojos o fuera de ellos: se trata de escuchar y romper con los preceptos establecidos por la hegemonía. No solo contra la bifobia sino contra cualquier discurso exclusionista. No por nada hay tantas letras en la comunidad. 

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