febrero 25, 2025 2:59 am
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Cuando la fe mueve millones… y también a los infieles

Por más que la religión nos enseñe que hay que tener fe y no codiciar los bienes ajenos, la historia reciente nos demuestra que algunos líderes religiosos han entendido el mensaje de manera muy selectiva. El caso de la pastora Karen “A.” y su novio del gimnasio en Chiapas, acusados de robarse 11 millones de pesos en diezmos, es solo una muestra más de cómo el dinero sagrado termina financiando excesos terrenales.

La trama es digna de una telenovela de horario estelar: Karen, líder espiritual de la iglesia Casa de Oración en Tuxtla Gutiérrez, estaba casada con el pastor titular del templo. La comunidad la veía como una mujer de fe, dedicada a guiar a su rebaño con sermones sobre el amor, la fidelidad y la generosidad. Pero mientras predicaba sobre los votos sagrados, en secreto había encontrado otro tipo de inspiración en el gimnasio, en los brazos de su entrenador personal, Eduardo “L.”, un fornido instructor de Urban Circuit.

Cuando su esposo descubrió la traición, no respondió con ira, sino con estrategia: la expulsó de la iglesia, le cerró el acceso a las cuentas y la dejó sin un solo peso de los diezmos. Pero Karen, lejos de resignarse, decidió recuperar lo que consideraba suyo.

Junto con su musculoso amante, irrumpió en la casa de la suegra del pastor, donde se resguardaban los 11 millones de pesos de los donativos. No contaban con que la suegra los enfrentaría, por lo que la golpearon brutalmente y huyeron con el botín. El milagro financiero no duró mucho: la policía los capturó poco después, y ahora enfrentan cargos por robo y violencia.

Mientras Eduardo ajusta su rutina de ejercicios al espacio reducido de una celda en el penal de El Amate, la pastora caída en desgracia podría fundar un nuevo ministerio… pero tras las rejas.

El negocio de la fe: diezmos que no llegan al cielo

Este caso no es aislado. En México, la fe es un negocio multimillonario, y el Consejo Nacional para la Prevención de la Discriminación (CONAPRED) estima que más del 80% de los fieles que diezman pertenecen a estratos económicos bajos. Personas que, con la esperanza de recibir bendiciones, entregan el 10% de sus ingresos a iglesias sin regulación fiscal, donde el dinero desaparece sin que nadie rinda cuentas.

Ejemplo de ello es el pastor brasileño Edir Macedo, fundador de la Iglesia Universal del Reino de Dios, cuya fortuna personal asciende a 1,100 millones de dólares según Forbes. En México, el caso de Naasón Joaquín García, líder de La Luz del Mundo, también reveló cómo el poder y el dinero pueden corromper cualquier dogma religioso. Acusado de abuso sexual y corrupción de menores, su iglesia sigue operando y recibiendo millones en donativos.

El problema es claro: las iglesias no tienen obligación de transparentar el uso del dinero que reciben. Mientras el SAT persigue a pequeños emprendedores y asalariados, los templos acumulan fortunas en efectivo sin ningún tipo de auditoría.

¿Fe o fraude?

El caso de Karen y su amante es solo un recordatorio más de cómo la religión sigue siendo una de las industrias más lucrativas y menos reguladas. Hoy fue un pastor engañado el que perdió 11 millones, pero todos los días, miles de fieles entregan su dinero con la esperanza de una bendición que nunca llega.

Porque una cosa es predicar el Evangelio, y otra muy distinta es hacer negocio con él.

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