¿Cada cuanto se pasa por un duelo con respecto a figuras públicas? Que nos decimos decepcionados al darse a conocer lo imposible o lo inimaginable (al menos a nuestros ojos y con una perspectiva ya bien formada sobre alguno de estos personajes).
Aún resulta irreal que a Guillermo del Toro se le descolocara de ese gran pedestal que lo mantenía como el amigable y tierno director de cine, a quien te daban ganas de abrazar y quién representaba y defendía a México frente a la industria eurocentrista.
Nadie se esperaba que pudiera salir de él una defensa al filme de Jacques Audiard; que ese creador, tan ferviente defensor de la cultura e identidad mexicana, contradijera todo con unas palabras fáciles.
Quizá a simple vista no se trate de un gran lío, pero quienes vieron o están al tanto de todo lo erróneo y ofensivo que ha sido el proyecto de Emilia Pérez entenderán el por qué de la molestia (indignación que llegó muy tardía si recordamos que Del Toro defendió alguna vez a Roman Polanski, señalado por abuso sexual contra una menor de 13 años).
Y cada día hay más. Y cada día contamos con que esa persona que tal vez nos enorgullece, agrada, consuela o inspira no sea la siguiente.
¿Cuántos sionistas se han dejado ver más claramente –porque, no es que estuvieran ocultos– en los últimos meses, en los que Gaza continuaba siendo bombardeada? Debo decir que lo de Thom Yorke, vocalista y compositor de Radiohead, me desconcertó tanto a medida que repensaba en sus canciones críticas y con mensajes anti-sistema. Todo mientras él silenciaba protestas válidas.
Y otra decepción ocurre. Y otro “se me cayó un heroe/ heroina”
Quizá es un poco inevitable, admirar a una de esas personas. Pero no debe ser tan irremediable preguntarnos por los límites de nuestra admiración y sus consecuencias. Porque si bien muchas cosas auténticas han resultado del cariño a una de ellas (como ejemplo, la acción la acción masiva de grupos de fans), otras deben permanecer en constante cuestionamiento.
Lo funaron…y?
La decepción ocurre tan continuamente que incluso la molestia caduca y el ciclo se repite. Volvamos con Guillermo del Toro: su apoyo público a un violentador sexual quizá no fue visible en 2009, pero la noticia no es nueva y aunque resurja vuelve a enterrarse en medida en que los seguidores prefieren pasar por alto…o genuinamente olvidan.
La fuerza de la “funa” o la “cancelación” no debe quedarse en la reacción al momento; más veces de las que quisiéramos, requiere seguimiento y firmeza para verdaderamente convertirse en un llamado y denuncia.
Y más importante, requiere criterio. Desgraciadamente cuando hablamos de una “cancelación”, hablamos no solo de una indignación que suele expirar, sino de una acción que no siempre responde a un verdadero señalamiento. En otras palabras: a veces se “funa” más a quien se le vio fumando marihuana, que a quien constantemente violenta o alimenta discursos de odio.
Sí: son personas
Cuando fue dada a conocer la denuncia de Taeil de NCT, era de esperarse que las reacciones iniciales fueran mixtas. Con la industria del Kpop detrás, que constantemente juega con este esquema de “cercanía” fan-artista, se hace aún más difícil la asimilación.
En redes, algunas esperaban, permanecían en la conmoción. Otras quemaban las pertenencias relacionadas al sujeto y algunas… optaban por defenderlo. Y no es de hacerse menos: cada reacción responde a distintos factores.
A veces ni siquiera se llega al duelo, a ese desprendimiento con las figuras que admiramos. Mientras muchas seguidoras de aquel idol se ofrecían acompañamiento y ayudaban a dar eco a la situación, también existía el aferrarse de otras fans, dispuestas a proteger lo condenable. De ir en contra de víctimas y denunciantes.
Y he aquí el peligro.
La defensa insostenible del filme Emilia Pérez, por mencionar algo más reciente, ha venido en gran medida de grupos seguidores de Selena Gómez, quienes se niegan a aceptar el racismo, la xenofobia y la instrumentalización del dolor causado por la violencia en México, malrepresentado en el filme de Audiard. Todo en favor de su director y su elenco, incluida Selena.
Ni hablar de artistas o escritores como Neil Gaiman, cuyos seguidores se esconden en el argumento de “separar a la obra del artista” para tratar de encubrir el problema con el creador o figura. Y sin mencionar a figuras políticas.
Sí, es imposible desprendernos de los aparatos de la industria, y probablemente aún más imposible desapegarnos de la imagen que se nos crea sobre una figura pública (que bien puede ser medianamente real, o parcialmente mentira). Por ello, humanizar me parece siempre es la solución más viable: desaprender a idealizar. El dejar la idealización no solo es en beneficio de nosotrxs, sino de las propias figuras que llegan a ser cosificadas.
Tal vez así existan menos duelos. O tal vez simplemente exista el reconocimiento de la complejidad o de lo condenable.