Aunque la presencia de un embajador como el futuro enviado trumpista ha generado alarma entre los analistas del círculo rojo y algunos especialistas, lo cierto es que -con todo ese riesgo-, también existen probabilidades de que México mantendrá al mínimo su soberanía y capacidad de gobierno.
Las intervenciones militares norteamericanas han sido múltiples, aunque, a excepción de la pérdida de la mitad del territorio nacional en el siglo XIX; después, no se han generado conflictos en la misma proporción. Es cierto que muchos grupos conservadores estarían encantados con una intervención militar de los Estados Unidos en México; empero, esto resultaría impensable en los escenarios inmediatos porque, se ha señalado en la prospectiva de autores tan ambivalentes como Pablo González Casanova, George Friedman y Samuel Huntington, lo más probable es que Norteamérica pierda una guerra frente a los muchos méxicos.
El problema de un conflicto entre México y Estados Unidos, plantea para los norteamericanos una guerra de guerrillas semejante a Vietnam, la lucha de un Águila contra parvadas de Guajolotes o Gallinas; seguramente captura algunas, pero no podrá con todos. Por ello, las razones de una intervención armada total e, incluso la guerra, no son racionales desde la visión norteamericana; al menos, no lo indica la presencia de Ronald Johnson.
Aunque Vietnam constituye un ejemplo vergonzante de la historia bélica de Estados Unidos, en el fondo, es su principal objeto de desarrollo. La Guerra Fría representó para Norteamérica la especulación de la guerra de manera permanente y gradualista; la victoria militar es importante, pero menos que la victoria económica.
Desde el sexenio de Luis Echeverría Álvarez, los Estados Unidos quieren el control de México más que la dominación militar e, incluso, hubo embajadores norteamericanos más dispuestos al golpismo estatal y no ha sucedido nada aun cuando el país se encuentre en la frontera del caos. El gradualismo militar sirve para el desarrollo de la industria bélica y el sistema financiero de los Estados Unidos. La intervención norteamericana en Colombia es muestra del significado que tiene la cuestión del narcotráfico; importan más los funcionarios estilo Oliver North que los Chris Kyle. El militarismo norteamericano sigue capturado en la lógica de los leones por corderos.
