Trump y la reconstrucción del equilibrio multipolar

La aparición del arma rusa Oreshnik representa el reconocimiento de la importancia que tienen para el control geopolítico las armas de destrucción masiva. El equilibrio que se desarrolló durante la etapa de la Guerra Fría puede ser restablecido por Donald Trump si la coexistencia de las múltiples civilizaciones se implementa en forma obligatoria.

El fracaso de la democracia liberal capitalista y la modernidad implica que, fuera de Estados Unidos, los valores de la cultura occidental no encuentran tierra fértil. Existen modernidades distintas y múltiples, incluso evidencias de que la modernidad fracasará en determinadas sociedades. Por ello, la globalización debe ser ralentizada, ajustada a las velocidades históricas de cada sociedad.

Oreshnik resucita el temor al cataclismo nuclear, es decir, al exterminio de grandes proporciones de la humanidad. No sólo el miedo se corresponde con el tipo de armas que Rusia puede producir sino, también, con la respuesta de sus adversarios.

A su modo, el mundo de la Guerra Fría representaba un equilibrio inestable; con la caída de la Unión Soviética, la modernidad se descontroló y las élites neoliberales perdieron su sentido de humanidad, son tan responsables como Oreshnik de que los seres humanos acaben consigo mismos. El liberalismo es un camino de civilización; pero se pierde frecuentemente.

Rusia tiene el derecho a existir y el mundo occidental debe reconocer su derrota ante Vladimir Putin. El futuro depende de personalidades como Donald Trump y un entorno plutocrático que rescinda la globalización del mercado, tecnología y democracia. Al parecer, la división de Ucrania y la sujeción de otros países de Europa del Este para con Rusia, representan el paso para ganar la coexistencia.

Es paradójico que el gobierno de Francia se mantenga en la perspectiva de la confrontación y supresión de Rusia, el cambio de gobierno en Norteamérica puede contribuir para contener las intentonas suicidas de las aristocracias neoliberales.

Vladimir Putin representa un gobierno conservador que de forma autócrata se ha ganado la legitimidad política en Rusia. Es difícil señalar que buscaba recuperar la grandeza rusa y generar el expansionismo cuando toma el poder posterior a Boris Yelstin.

Ha sido la responsabilidad de Occidente el generar la situación de confrontar a Rusia y la respuesta llegó: el Monstruo Oreshnik está ahí para recordarnos la fragilidad humana.

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