Hace siete años, una marcha contra los gasolinazos que había salido de Ciudad Universitaria de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) fue interrumpida por un intento de asesinato. Un conductor que se rehusó a esperar el paso de la movilización arrojó su auto en dos ocasiones contra Luis Enrique Bruno Vázquez, un pasante de excelencia de la Facultad de Derecho y líder estudiantil, quien pasó dos semanas en coma. Este miércoles 6 de noviembre, el cochista fue vinculado a proceso por tentativa de homicidio.
Los compañeros de lucha del joven, tanto dentro de la universidad como entre otras organizaciones que en ese año participaban de un movimiento contra la reforma energética de Enrique Peña Nieto, realizaron marchas, conciertos y concentraciones exigiendo «Justicia para Bruno», e hicieron el perfil de Facebook «Va por Bruno» -que hasta la fecha sigue en línea- para colectar fondos con los cuales ayudar a la familia del activista, quienes radican en Teziutlán y tuvieron que trasladarse a la ciudad de Puebla al lado de su hijo durante las seis semanas que permaneció en coma inducido, y que luego tuvieron que reorganizar sus vidas para acompañarlo durante los tres meses que permaneció en una cama del Hospital Universitario de la BUAP habiéndo sorteado el riesgo de muerte; nosocomio que por cierto contó con el apoyo de un especialista externó, que acudió con la misión específica de hacer todo lo posible por el estudiante.
La fortaleza física de Bruno le permitió sobrevivir a las lesiones cráneo encefálicas y de tórax que lo tuvieron al borde de la muerte, pero por cerca de cinco años experimento dolores y limitaciones físicas derivadas de haber sido aplastado por las toneladas de metal que el conductor arrojó sobre él.
Bruno no esperaba que el sujeto que, el 11 de enero de 2017, le derribó al acelerar y golpearlo con un automóvil Volkswagen Golf y que luego se echó de reversa para volver a pasar con sus llantas por encima de su pecho y cabeza, fuera atrapado tras pasar siete años en fuga; pero se sorprendió al ser notificado la noche del pasado 31 de octubre que, por la mañana de ese mismo día, su agresor fue detenido, cuando la Fiscalía General del Estado (FGE) detectó una publicación de redes sociales que mostraba que retornó al estado para los festejos de Día de Muertos.
El viernes 1 de noviembre, los agentes ministeriales a cargo del caso, presentaron en la sala 10 de la Centro de Justicia Penal, ante el juez Renato Rojas Hidalgo, una parte de los múltiples testimonios, vídeos y dictámenes médicos que conforman la carpeta CJA33/2017, y lograron que se imputará prisión contra Noe N, quien fue buscado durante todos estos años en una investigación que no se limitó a Puebla, sino que se llevó también en el Estado de México, Hidalgo, Veracruz y Oaxaca, entidades entre las que el acusado se mantuvo en constante movimiento para eludir la ley.
Este día, en una sesión de varias horas, los agentes rebasaron el caudal probatorio a favor del caso de Bruno, por lo que el juez -quien fue reconocido por el joven por su nivel técnico- concedió la vinculación a proceso del acusado y determinó que la primera audiencia será citada en los primeros días de enero de 2025.
Un buen actuar de la justicia poblana que sorprende y eleva las expectativas
Al respecto de la eficiencia que han mostrado la Fiscalía y el Poder Judicial de Puebla en su caso, Luis Enrique Bruno expresó que este proceder no sólo lo ha sorprendido, pues desconocía que a lo largo de estos siete años hubieran dado forma a una carpeta tan completa y mantuvieran la búsqueda del hombre que intentó matarlo; sino que también le ha dado una perspectiva renovada de las posibilidades de que la justicia se haga plena y se pueda ofrecer seguridad a los ciudadanos cuando los procesos penales son seguidos con rigor y conforme a derecho.
«El ministerio público ha demostrado que, cuando pone en funcionamiento sus facultades, es capaz de dar justicia, es capaz de resolver los conflictos, tiene la capacidad de dar seguridad», expresó, en entrevista con este medio, al concluir la sesión de vinculación.
No busca revancha, sino justicia y un precedente a favor de las luchas sociales
A lo largo de estos dos días de presentaciones de evidencias en los que Bruno ha recapitulado lo que él mismo experimentó y lo que dejaron atestiguado quienes presenciaron los hechos y acompañaron a su familia a lo largo de las semanas de incertidumbre, el ahora abogado en ejercicio ha reflexionado sobre la importancia del proceso, no sólo para sí mismo y sus seres queridos, si o también para los procesos penales en general.
«En mi caso están haciendo justicia y sentando un precedente por el derecho a la protesta», dijo Bruno al señalar que él no busca revancha contra el hombre que intentó matarlo y que su familia incluso le conmueve y apenas, pues ahora tienen que enfrentar las consecuencias de los actos criminales que cometió, pero lo que está ocurriendo es el resultado de un correcto proceso de justicia que va más allá de los involucrados directos.
En conversación, al concluir la sesión en la que una mujer se soltó a llorar cuando el juez ordenó la prisión preventiva, Bruno coincidió con quienes su abogado y el resto de las personas que le acompañamos a siete años de haberle visto ensangrentado y tratando de levantarse pese a que sus pulmones se habían colapsado y su cráneo estaba abierto, en que el hecho de que la justicia esté en camino es también un mensaje para todas las personas que atentan contra las vidas de otros al invadir con autos o motos las movilizaciones sociales.
«Estés de acuerdo o no con una marcha, no tienes derecho a atacar a quienes ejercen protestan, como pasó con las chicas de Teteles», dijo Bruno, al recordar a las dos normalistas que perdieron la vida al ser arrastradas por un camión durante una protesta realizada en 2021.
Este caso, que en su momento tuvo alcance nacional, marca un nuevo estándar de eficacia para la justicia poblana y sienta un antecedente importante para abordar otros casos en los que quienes ejercen su derecho a la protesta se pueden ver entre la vida y la muerte por el simple hecho de que a alguien no le apetezca esperar y prefiera arrojar su vehículo contra las masas.