Una representación artística de Ana Frank envuelta en un pañuelo palestino (kufiya) ha provocado una fuerte polémica en Alemania, al enfrentar a la comunidad judía, autoridades israelíes y al museo privado Fluxus+ de Potsdam, que pese a una denuncia penal, se niega a retirar la obra.
La pieza forma parte de la exposición COMUNE – La paradoja de la similitud en el conflicto de Cercano Oriente, del artista italiano Constantino Ciervo. En la imagen, Ana Frank aparece con la kufiya sobre los hombros mientras escribe en una tablet, un retrato que la embajada de Israel en Alemania calificó como una “deslegitimación de Israel y relativización del Holocausto”.
Ana Frank, es un símbolo mundial de las víctimas del nazismo, vivió escondida con su familia en Ámsterdam durante la Segunda Guerra Mundial y murió en el campo de concentración de Bergen-Belsen, tras ser descubierta por los nazis en 1945.
El museo defendió la obra, afirmando que el retrato es un “símbolo de condena a la violencia”. En respuesta a la contriversia, fue colocada junto a la imagen una declaración que enfatiza que “Su memoria como víctima del Holocausto no solo representa el recuerdo de la Shoá, sino que es un símbolo universal de condena a la violencia”.
Ciervo, quien reside en Berlín y es conocido por su trabajo debatible, explicó que su intención es abordar el genocidio que enfrenta Gaza actualmente, así como “estimular una reflexión crítica sobre los conflictos y los puntos en común que conectan a culturas aparentemente muy alejadas entre sí”.
Pese al respaldo, Andreas Büttner, comisionado contra el antisemitismo del estado federado de Brandeburgo, consideró que “la alternativa más sencilla sería retirar este cuadro”, señalando que “hiere los sentimientos de la comunidad judía”.
El director ejecutivo del museo, Tamás Blénessy rechazó esa posibilidad, pues argumentó que “una intervención en el contenido de la exposición y retirar obras no entra en consideración”, además, rechazó las acusaciones de antisemitismo. El recinto accedió a que la comunidad judía redacte un texto crítico que se exhiba junto a la obra como vía de conciliación.
La controversia se intensificó tras la presentación de una denuncia penal, que el museo definió como un intento de intimidación a la institución y al artista. No obstante, Blénessy aseguró la disposición a un “diálogo en pie de igualdad”, mientras que la alcaldesa de Potsdam, Noosha Aubel, se ofreció a mediar.
A su vez, la Central de Bienestar de los Judíos en Alemania advirtió que una libertad artística ejercida a costa de grupos vulnerables no fomenta la cohesión social ni contribuye a la paz, alertando que desde el 7 de octubre de 2023, las comunidades judías han enfrentado un aumento de violencia nunca antes vista.
Inmerso en un debate que pone nuevamente la libertad artística, la sensibilidad social y la memoria histórica en tensión, la exposición permanecerá abierta hasta el 1 de febrero de 2026.











