diciembre 5, 2025 3:40 pm
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Perreo y literatura: arte con una raíz común en los marginados

Los prejuicios y discriminación en contra de los corridos tumbados, el reguetón o las cumbias van ligados a su origen popular, y a las ideas enraizadas de lo que pensamos que es la cultura. Esta fue una de las reflexiones de los escritores que participaron en la mesa “Perreo, electro y punk, en la literatura“,  con la participación de Kiko Amat, Mónica Ojeda, Julián Herbert y Carlos Anon, teniendo como moderador a El Aletz.

Al inicio, Kiko Amat afirmó que el oficio de escribir implica repetir movimientos: “se necesita la técnica para dar energía, de ahí parte el impulso enérgico”. También destacó que la escritura, tanto de canciones como de literatura, puede partir del aburrimiento de la juventud, y se dispara por conocer algo diferente que les saque de su pueblo o estadíos.

Por su parte, Mónica Ojeda rememoró las historias de su abuelo, la oralidad de los familiares es de dónde parte la cultura para crear historias, un acto muy similar al de escribir canciones.

En su intervención, Julian Herbert confesó que se dedicó a diferentrs oficios porque de joven no le alcanzó para comprar una guitarra. También habló de una conversación con Amandititita, en torno al cómo “el escribir una canción es escuela para contar una historia, para comprimir y sintetizar una historia”. Respecto a sus bases, la cumbia era parte de la vida del barrio, pero en su hogar se escuchaba rock: “Esa mezcla me ha dado como autor, la sensación de hacer más cosas de lo que parece, fusionando cosas que no se pensarían, si es un ensayo o una novela, pero para eso de debe tener técnica formada desde el laboratorio de la escritura”.

«Un verdadero rapero es alguien que se encierra, se pone a leer, estudia el lenguaje, escucha mucha música…», dijo.

Asimismo, Carlos Zaron añadió que la idea de transportar lo orgánico de la música a la literatura es muy importante, con respecto a la técnica, se debe tener aspectos intuitivos.

Uno de los temas que más llamó la atención del público fue en torno a la pregunta de ¿Por qué la literatura sigue siendo clasista?

Sobre esta, los ponentes identificaron los precios iniciales de dónde parte el desprecio por lo popular y contemporáneo: “Hay gente que te dice qué es lo correcto y lo incorrecto pero ellos no pueden escribir una novela, cuando vienes de la clase media o baja escribes”.

La novela es el territorio de la derrota, hay una rebelión en los personajes que hablan un poco de ti; te has sentido marginado y desplazado, por eso quieres leer y escuchar como público de un marginado y no de un millonario, de ahí vienen la mayoría de los escritores, no de arriba. Si no eres capaz de salir de tu barrio con el ego dolido, no podrás escribir”.

Otro de los puntos en qué coincidieron fue el reconocer lo que escuchan los jóvenes de quince y 16 años como algo  intergeneracional, con artistas y géneros que no distinguen periodos pero conectan por la rebeldía de sus creadores.

Además, sobre la «cultura seria», reiteraron que está va contra lo popular: “En la historia, la gente criticaba el arte en tiempo real; lo que veían y escuchaban por la calle les parecía que era para gente baja, ‘eso le gusta a los pobre’, a la cultura seria le gusta ver las cosas a lo lejos en el tiempo para poner a los rechazados en un museo. Ahora no les gusta que se hable de cumbia, perreo o de punk, obras de los nacidos de la pobreza, de chicos que no tienen dinero para pagar un instrumento y que se ponen a rimar en la casa”

Finalmente, en lo particular, Mónica Ojeda distinguió la literatura que nace desde otras aristas, como una forma de resistencia que corre paralela a la institucional. 

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