El avance de las IA hace más necesario un Ingreso Básico Universal



Por Sebastian Cabrera Vega

El periodista y escritor argentino Andrés Oppenheimer, en su libro ¡Sálvese Quien Pueda!, publicado en 2021, toma como base el estudio realizado por los investigadores Carl Benedikt Frey y Michael A. Osborne de la Oxford Martin School en 2013, donde se pronosticaba que el 47% de los empleos podría desaparecer en los próximos 15 a 20 años debido a la creciente automatización.

Imagen realizada con la IA Leonardo

Este estudio incluía un ranking de 702 empleos y sus respectivas probabilidades de desaparecer. Algunos ejemplos destacados son los siguientes: servicios de telemercadeo, vendedores de seguros, auditores de cuentas, bibliotecarios y agentes aduaneros con un 99% de probabilidad de desaparecer; empleos como administrativos, ejecutivos bancarios, inspectores de aseguradoras y árbitros deportivos con un 98% de probabilidad; y ocupaciones como cocineros, taxistas, mensajeros, contadores y asistentes legales con un 96% de probabilidad.


El estudio realizado hace más de una década, consideraba la automatización de procesos por máquinas inteligentes o robots, pero no tomaba en cuenta el rápido avance en el campo de las Inteligencias Artificiales que estamos presenciando hoy.

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Y es que, el tema se mantiene en los titulares internacionales. Recientemente, el artículo El Dr. Chatbot te atenderá ahora, publicado por Teddy Rosenbluth en The New York Times el 11 de septiembre, menciona que aproximadamente uno de cada seis adultos y una cuarta parte de la población menor de 30 años en EE. UU. utilizan chatbots al menos una vez al mes para obtener asesoría médica, según una encuesta de la Kaiser Family Foundation. Las razones varían, pero el punto clave es que las IA comienzan a desempeñar un papel más relevante en la vida cotidiana.

Por su parte, la Harvard Business Review publicó un artículo titulado Cómo será el futuro del trabajo según 570 expertos, elaborado por Nicky Dries, Joost Luyckx y Philip Rogiers. Este artículo describe cómo 570 expertos en tecnología, economía y periodismo en Bélgica calificaron la probabilidad de diferentes escenarios sobre el futuro del trabajo. Los resultados son preocupantes: en 2025, la tecnología exigirá una constante actualización de los trabajadores; para 2026, las tareas laborales estarán parcialmente automatizadas; para 2030, cada vez más ocupaciones se complementarán con IA; en 2050, habrá un desempleo masivo en los mercados laborales globales; y en 2051, los gobiernos implementarán una renta básica universal.



Por otro lado el centro de investigación, opinión y divulgación de Grupo Adecco, The Adecco Group Institute, en su artículo publicado el 25 de junio del presente año titulado El impacto de la Inteligencia Artificial en las funciones laborales, la fuerza laboral y el empleo, se menciona que si bien la implementación de la Inteligencia Artificial en los diferentes sectores laborales podría generar el desplazamiento de empleos también está generando nuevo empleos, como ha sucedido en cada revolución industrial. 
De acuerdo con dicho artículo se prevé que para el 2030 existan entre 20 y 50 millones de nuevos empleos. A medida que la implementación de estas tecnologías cobre mayor relevancia en los diferentes sectores, tanto empresas como trabajadores deberán pasar por un proceso de adaptación, lo que da cabida al cuestionamiento ¿Qué pasará con aquellos empleados en edades avanzadas para los cuales la actualización supone un reto sustantivo debido a la brecha generacional? mientras surgen nuevos roles laborales otros se volverán, sin duda, obsoletos.
Los nuevos empleos requerirán habilidades técnicas, estadísticas y comerciales, por lo que cualquier empleado que pretenda ser considerado de valor deberá adaptarse a estos nuevos requerimientos.
¿Qué tan valido es plantearse estas situaciones en el contexto económico, laboral y tecnológico actual? veamos un ejemplo: El pasado 1 de octubre La Asociación Internacional de Estibadores del vecino país del norte (ILA, por sus siglas en inglés) convocó a huelga a sus 45 mil miembros, hecho que no había ocurrido desde el año 1977. La huelga, argumentan los lideres de dicha organización, se debe a dos motivos; primero a la exigencia de salarios más elevados y en segundo orden a la prohibición total de la automatización de grúas, compuertas y camiones portacontenedores que son utilizados para la carga y descarga de mercancías en 36 puertos de EE. UU.
El contrato que sostenían la ILA y la Alianza Marítima de Estados Unidos, empresa que representa a las navieras y puertos, venció este martes 1 de octubre, motivo por el cual el sindicato no dudo en convocar a huelga. Aunque en este escenario parece que el principal factor es el económico, ya que el incremento salarial solicitado originalmente era del 77% en un plazo de 6 años, la automatización y la reducción de la base laboral está en segundo término. Este hecho no es poca cosa, hasta el momento se estima que las afectaciones económicas del paro podrían ser entre 3 mil 800 y 4 mil 500 millones de dólares por día, según JPMorgan Chase & Co.
De cara al posible desplazamiento laboral es válido preguntarse si la probabilidad de que ciertos empleos desaparezcan se verá acelerará. ¿Estamos frente a una ola de desempleo que los gobiernos no pudieron prever? ¿Deberían los gobiernos analizar seriamente la implementación de un Ingreso Básico Universal?
Antes de intentar responder, veamos qué es un Ingreso Básico Universal. Maura Francese, economista principal, y Delphine Prady, economista del Departamento de Finanzas Públicas del Fondo Monetario Internacional, lo definen como «un mecanismo de sostén de ingresos que normalmente abarca a la totalidad o a una gran parte de la población sin condicionamientos o con condiciones mínimas.» Existen variantes como el Ingreso Mínimo Garantizado, el Ingreso Mínimo Vital y la Renta Básica Universal, herramientas que podrían ayudar a sectores vulnerables de la población.
Aunque la idea no es nueva —Thomas Paine propuso su «renta al sueldo» en 1797 y Milton Friedman sugirió un «impuesto negativo sobre la renta» en 1968—, los experimentos sociales recientes ofrecen mayor relevancia al debate. Países como Canadá, China y Brasil han implementado programas de protección social que buscan reducir la pobreza en sectores vulnerables.

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Estos programas tendrían más sentido en el mediano plazo si consideramos que, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI del primer trimestre de 2023, sectores como restaurantes, transportes y servicios profesionales podrían ser los más afectados por la automatización en las próximas décadas.
Sin embargo, algunos economistas tienen reservas respecto a la viabilidad de estos programas a largo plazo. Ninguno ha sido implementado el tiempo suficiente para evaluar sus repercusiones en los mercados financieros o su sostenibilidad. Sin duda, es un tema que los gobiernos deben considerar para proteger a las poblaciones más vulnerables y evitar el aumento de la desigualdad económica.

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