Tras dos años sin producir una nueva temporada, South Park lo ha vuelto a hacer. Con su característico humor ácido e incómodo, la serie regresa a los reflectores tras el estreno de su polémico primer episodio de la temporada 27, emitido esta semana, en el cual se burla abiertamente de Donald Trump.
En este capítulo, los niños de la escuela primaria de South Park se sienten incómodos con los nuevos lineamientos del director PC, quien ahora es un devoto cristiano e invita a Jesús a dar clases en la institución. Esta situación no solo molesta a los padres de familia, sino que también preocupa a Cartman, quien, además, sufre porque su programa de radio favorito, “Odia judíos”, ha sido cancelado por el presidente. Cartman se siente desorientado, pues cree que ya no es especial ahora que “todo el mundo es una mierda”.
¿Por qué Cartman ya no se considera a si mismo especial?
Cartman solía verse a sí mismo como el más radical dentro de una narrativa políticamente incorrecta. Era un cabrón entre las ovejas negras: lanzaba discursos de odio sin remordimientos y siempre encontraba una excusa para justificar su comportamiento, escudándose en que “solo es un niño”, pero feliz de llevar la contraria. Sin embargo, ahora que todos parecen estar de acuerdo con sus ideas, siente que ha perdido su propósito. Por ello, decide suicidarse junto con Butters si lo woke no revive.
Cartman representa lo políticamente incorrecto, pero si eso ahora se ha vuelto políticamente correcto, ¿cuál es entonces el sentido de su existencia?
Mientras tanto, los padres de familia, molestos por la imposición del cristianismo en las escuelas —una decisión con la que incluso Jesús está en desacuerdo, pero sobre la que no puede opinar porque Trump lo ha demandado—, se organizan para encontrar al responsable. Inicialmente creen que se trata del señor Garrison, dada su trayectoria como una parodia directa del expresidente. No obstante, descubren que Garrison se ha retirado de la política.
Finalmente, aparece el verdadero villano: el multimillonario, fascista y anaranjado Donald J. Trump. Es retratado al estilo clásico de la serie, como lo hicieran con Saddam Hussein o Mel Gibson: una sátira desmedida de sus gestos y actitudes. Cabe recordar que, al inicio del primer mandato de Trump, los creadores de South Park anunciaron que no se burlarían de él por considerarlo “mentalmente agotador” y difícil de satirizar. Aun así, durante la temporada 20, desarrollaron la figura del presidente Garrison como una crítica obvia al propio Trump y al estado de la política estadounidense.
En esta nueva temporada, sin embargo, los creadores lanzan un mensaje claro: “¡Cancélenos, así como cancelaron el Late Night!” —una referencia al programa de Paramount cancelado tras fuertes críticas al expresidente.
En el episodio, Trump mantiene una relación sexoafectiva con Satán (como ya ocurrió en el pasado con Saddam Hussein), mientras paradójicamente impone un dogma cristiano en las escuelas y demanda a todo lo que le incomoda.
Satán, celoso y cansado
En un momento del capítulo, Satán expresa su hartazgo por la falta de compromiso de Trump, quien —según él— en vez de trabajar, solo se dedica a hacer memes y presentar demandas. Igualmente expresa sus celos y temores por la posible aparición de Trump en la lista de Epstein. Una referencia que ya había sido mencionada en el especial de pandemia sobre la vacunación, en el cual miembros de QAnon intentaban adoctrinar a los niños con teorías conspirativas sobre pedofilia y consumo de adrenocromo.
Protestas, Jesús mediador y rendición ante el poder
Mientras los padres protestan por el cristianismo forzado, aclaran que votaron por la derecha para erradicar lo woke, pero ahora se sienten traicionados al enfrentar un extremismo igual o peor. En medio de la tensión, Jesús desciende del cielo para calmar a los medios, quienes están en pánico. Reprende a los manifestantes, elogia al presidente y les reparte panes, pidiéndoles que acepten las condiciones impuestas, pues todos —incluido él mismo— están siendo demandados y ya no hay margen para oponerse.
Al final, South Park debe pagar una demanda de 3.5 millones de dólares a Trump y como parte del acuerdo, realizar un video pro-Trump. Con ayuda de inteligencia artificial, crean un video que compara al expresidente con Jesús en el desierto, aunque lo retratan como un “gordo pitochico”.
El episodio concluye con una escena magistral: Cartman y Butters intentan suicidarse inhalando el gas de escape de un auto… que resulta ser eléctrico. Lo más emotivo de la escena es el momento en que ambos se despiden con afecto, un diálogo que, en realidad, es una despedida entre sus actores de voz, Trey Parker y Matt Stone —también creadores de la serie—, quienes se despiden como personajes, colegas, creativos y comediantes. No es una despedida desafiante como aquella en que Stan pidió abiertamente que la Cienciología los demandara, sino una despedida melancólica, con la incertidumbre de cómo reaccionará la Casa Blanca.
Una respuesta que no sorprendió
La respuesta del gobierno llegó pronto, aunque resultó intrascendente:
“Este programa no ha sido relevante durante más de 20 años y se sostiene por un hilo, con ideas poco inspiradas en un intento desesperado por llamar la atención”, declaró Taylor Rogers, portavoz de la Casa Blanca. “El presidente Trump ha cumplido más promesas en solo seis meses que cualquier otro presidente en la historia de nuestro país, y ningún programa de cuarta categoría puede detener su racha de éxitos”.
A lo que Trey Parker respondió durante la Comic-Con de San Diego el pasado jueves con una expresión solida y acentiva, en la que todos los fans del show presentes en la mesa reaccionaron con una carcajada:
«Lo sentimos mucho»
Seguido de esto, la entrevista, así como el preguntas y respuestas con los padres del pueblo de colorado continuaron.