Por: Yazberth Guevara Aparicio
En la última década del siglo XXI, la conciencia financiera del mexicano ha evolucionado de manera significativa, influenciada por múltiples factores económicos, sociales y culturales. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos gubernamentales y de las instituciones financieras por mejorar la educación financiera, aún existen profundas disparidades en el acceso al conocimiento financiero entre diferentes sectores de la sociedad mexicana. Es por lo anterior que vale la pena analizar cómo ha cambiado la relación de los mexicanos con el dinero, el ahorro, la inversión y la deuda en los últimos años, así como la influencia de una ideología generacional que aún sostiene que «nacer pobre es una cuestión cultural».
Un contexto económico de contrastes
Para entender la conciencia financiera de los mexicanos, es necesario observar primero el panorama económico de México en las últimas décadas. Durante los últimos diez años, la economía mexicana ha experimentado altibajos importantes: desde periodos de crecimiento moderado hasta desaceleraciones provocadas por factores globales como la pandemia del COVID-19 y crisis locales, como la inflación y el desempleo. Estos eventos han puesto a prueba la resiliencia financiera de la población y han revelado una realidad compleja: mientras que algunos sectores han logrado adaptarse y mejorar su situación económica, otros continúan atrapados en ciclos de pobreza y endeudamiento.
La desigualdad económica en México es una de las más pronunciadas a nivel mundial. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), la brecha entre los más ricos y los más pobres no ha disminuido de manera significativa en la última década. A pesar de ello, ha habido avances en términos de inclusión financiera, ya que más mexicanos tienen acceso a servicios bancarios y herramientas tecnológicas que facilitan el manejo del dinero. Sin embargo, el reto radica en transformar ese acceso en una mayor conciencia financiera.
Avances en la educación financiera
Uno de los aspectos más importantes en la transformación de la conciencia financiera del mexicano es la creciente oferta de programas de educación financiera tanto del sector público como privado. En 2011, el gobierno mexicano, a través de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (CONDUSEF), lanzó una serie de iniciativas dirigidas a promover la educación financiera, especialmente en jóvenes y adultos de zonas rurales y urbanas marginadas.
Durante los últimos años, estas iniciativas se han intensificado con el apoyo de instituciones financieras privadas y plataformas digitales que buscan hacer más accesibles los conocimientos sobre ahorro, inversión, crédito y manejo de deudas. Aplicaciones móviles de bancos, fintechs y plataformas de inversión han jugado un papel fundamental al ofrecer herramientas que simplifican el acceso a productos financieros, promoviendo la bancarización y facilitando el control del presupuesto personal.
En este contexto, se ha visto un incremento en la cantidad de mexicanos que ahorran de manera formal, que utilizan tarjetas de débito y crédito, y que consideran la inversión como una opción viable. Sin embargo, a pesar de estos avances, aún persiste una falta de profundidad en la comprensión de los conceptos financieros más complejos, como la planificación para la jubilación, el ahorro a largo plazo y la diversificación de inversiones.
El desafío cultural: «Nacer pobre es una cuestión generacional
Una de las barreras más profundas para el progreso financiero en México es una ideología que persiste en muchos sectores de la sociedad: la creencia de que la pobreza es una cuestión de destino, heredada de generación en generación. Esta visión fatalista ha sido un obstáculo cultural que afecta no solo las decisiones financieras individuales, sino también la forma en que las personas se relacionan con el dinero y su futuro económico.
En diversas regiones del país, especialmente en comunidades rurales o zonas urbanas marginadas, existe la percepción de que la pobreza es algo inescapable, una «herencia» cultural que se transmite de padres a hijos. Esta mentalidad, reforzada por décadas de desigualdad y falta de oportunidades, limita las aspiraciones de muchas personas y las mantiene alejadas de las herramientas que podrían ayudarlas a mejorar su situación financiera.
La falta de educación formal en temas financieros, combinada con esta visión de la pobreza como un hecho inmutable, ha generado un círculo vicioso en el que las familias repiten patrones de consumo que no favorecen el ahorro o la inversión. Por ejemplo, en estos sectores, se observa una mayor tendencia a recurrir a formas informales de financiamiento, como los préstamos con altos intereses o el «fiado», lo que a menudo resulta en un sobreendeudamiento y una mayor vulnerabilidad económica.
En este sentido, la cultura del «nacer pobre» como destino influye en la toma de decisiones financieras que, en muchas ocasiones, están guiadas por la necesidad de supervivencia inmediata en lugar de una planificación a largo plazo. Esto genera una baja tasa de ahorro entre estos sectores y una resistencia a involucrarse en productos financieros formales que requieren de una mayor previsión y conocimiento.
La influencia de la tecnología en la conciencia financiera
La revolución tecnológica de la última década también ha impactado la forma en que los mexicanos manejan su dinero. Las fintechs, o empresas tecnológicas especializadas en ofrecer servicios financieros, han tenido un papel clave en la democratización del acceso a herramientas financieras, especialmente en zonas donde los bancos tradicionales no tienen presencia física.
Las plataformas digitales de ahorro e inversión han logrado captar la atención de los jóvenes, quienes son más propensos a adoptar nuevas tecnologías y están más abiertos a explorar formas innovadoras de gestionar su dinero. Estas plataformas no solo ofrecen servicios financieros, sino también educación financiera personalizada a través de blogs, videos y cursos en línea, lo que contribuye a aumentar la conciencia financiera de los usuarios.
Sin embargo, esta revolución tecnológica no ha sido igual de accesible para todos. En comunidades rurales y sectores más empobrecidos, el acceso a internet sigue siendo limitado, lo que restringe el impacto de estas innovaciones. A pesar de los esfuerzos por cerrar la brecha digital, aún existe una división significativa entre los mexicanos que pueden aprovechar estas herramientas tecnológicas y aquellos que continúan utilizando métodos tradicionales para gestionar su dinero.
¿Cómo ha cambiado la relación del mexicano con el ahorro y la inversión?
Tradicionalmente, el mexicano promedio ha tenido una relación complicada con el ahorro. Durante mucho tiempo, la cultura del ahorro fue casi inexistente, y la mayoría de las personas vivían al día, sin considerar la posibilidad de ahorrar para el futuro. Esta mentalidad ha cambiado gradualmente en la última década, aunque aún persisten desafíos importantes.
El crédito y el endeudamiento: una espada de doble filo
De acuerdo con un estudio de la Asociación de Bancos de México (ABM), en 2022, el 40% de los mexicanos afirmaba tener algún tipo de ahorro formal, un incremento notable comparado con años anteriores. Sin embargo, el principal motivo de ahorro sigue siendo la prevención ante emergencias o imprevistos, lo que indica que el ahorro no está motivado por metas a largo plazo, como la adquisición de bienes o la planificación para la jubilación.
En cuanto a la inversión, el panorama también ha cambiado, especialmente entre los jóvenes y los sectores más educados. Plataformas de inversión en línea, como GBM+, han crecido de manera exponencial, permitiendo a los mexicanos acceder a la bolsa de valores con montos pequeños, lo que ha democratizado el acceso a este tipo de productos. Sin embargo, aún existe una gran desconfianza hacia los productos financieros que no sean tangibles, lo que limita la adopción masiva de herramientas como los fondos de inversión o los planes de pensiones.
El acceso al crédito es otro tema fundamental en la conciencia financiera de los mexicanos. En la última década, el crédito se ha vuelto más accesible para una mayor parte de la población, con bancos y fintechs ofreciendo tarjetas de crédito y préstamos personales de manera más inclusiva. No obstante, este acceso ha venido acompañado de una falta de educación sobre el uso responsable del crédito, lo que ha generado un problema creciente de sobreendeudamiento.
Un estudio de la CONDUSEF revela que una gran parte de los mexicanos no comprende completamente las implicaciones del crédito, como las tasas de interés y los plazos de pago. Como resultado, muchas personas caen en ciclos de deuda de los que les resulta difícil salir, afectando no solo su economía personal, sino también su bienestar emocional.