Artículo por: Leonardo Elias Aca Enriquez
A lo largo de la historia, la humanidad ha logrado establecer hábitats en diversos entornos físicos naturales, en los que antes de que ella estuviera presente ya eran ocupados por árboles, entornos como selvas, bosques, llanuras, montañas, islas, desiertos, etc.
La capacidad de adaptar el entorno a nuestras necesidades mediante la tecnología y construcción es clave en nuestras vidas. Dependemos de ecosistemas funcionales que nos proporcionan servicios como una buena calidad del aire y regulación del clima. Los cambios en el entorno natural propiciados por el humano como la deforestación o el cambio climático pueden afectar gravemente el entorno físico natural y humano.
El árbol y la ciudad, la ciudad y el árbol. Al árbol le cuesta sobrevivir en nuestras ciudades, pero ellas no serían “visibles” sin los árboles. Por eso, cada vez es más palpable la necesidad de contar con acciones planeadas que prevean los cambios requeridos para generar un proceso de transformación positiva y que a su vez conduzcan a crear conciencia con el fin de lograr ciudades más y mejor arboladas, más “naturales” (2016, pág. 11).
La importancia de los árboles en la vida humana y las ciudades es incuestionable, ya que ofrecen servicios ecosistémicos, de seguridad pública, bioseguridad, económicos, etc. Su importancia radica en el medio ambiente y en las personas que habitan en áreas urbanas. Como señala Dowhal “Los árboles son parte importante del del sistema de vida de la naturaleza, de la cual el ser humano participa, y desempeñan un papel fundamental en la sostenibilidad de los núcleos urbanos” (2016, pág. 17).
Así mismo, los árboles ofrecen múltiples beneficios directos a la población en términos de bienestar, salud, economía y cohesión social. Promover la plantación y conservación de los árboles en las áreas urbanas es esencial para crear ciudades más sostenibles, saludables y habitables.
La arboricultura es la ciencia y el arte del cultivo, la gestión y cuidado de los árboles, arbustos y otras plantas leñosas, principalmente en entornos urbanos y suburbanos. Su objetivo principal es garantizar la salud, vitalidad y crecimiento adecuado de los árboles en el hábitat humano. Así como maximizar los beneficios ambientales, estéticos y funcionales que estos brindan.
Chacalo planea que “La arboricultura es la disciplina dedicada al cuidado de los árboles en el ambiente construido. Se diferencia de las ciencias forestales o de la dasonomía en un aspecto fundamental: el cuidado y atención personalizada que se le da a cada árbol. Si, aunque parezca inaudito, se trata de brindar atención a árbol por árbol” (2007, pág. 1).
El cultivo, la gestión y el cuidado de los árboles en entornos urbanos y suburbanos, se centra en la planificación, plantación, mantenimiento y conservación de los árboles que forman parte del paisaje urbano, como aquellos ubicados en calles, parques, plazas, jardines y otras áreas públicas o privadas de la metrópoli.
En cuanto al impacto del hábitat humano sobre los árboles Dowhal refiere:
Ellos se enfrentan a un entorno más hostil, con agresiones y alteraciones constantes, que él que se presentaba hace solo cuarenta o cincuenta años atrás: edificaciones de distinta altura que afectan el desarrollo normal de su copa, compactaciones del suelo más exigentes y modificación de sus principales propiedades fisicoquímicas, una menor base de sustentación por limitación del área de exploración radical, contaminación del aire por los gases de escape de los automotores y gases tóxicos industriales, recolección de las aguas pluviales y disminución de la cantidad de agua que infiltra al suelo debido a grandes superficies pavimentadas, presencia de aguas servidas con sustancias químicas, la competencia aérea y subterránea que generan los servicios públicos, manejos caprichosos y podas inadecuadas, etc.; muchos de los árboles existentes han sufrido este impacto (2016, pág. 19).
La arboricultura es esencial para el desarrollo humano y ciudades habitables, sostenibles y saludables. En un mundo donde la población crece exponencialmente, la gestión de los árboles y áreas verdes es crucial para mantener una buena calidad de vida. Los árboles no solo mejoran el bienestar de los ciudadanos, sino que también contrarrestan los efectos negativos de la urbanización, como la contaminación y el cambio climático.
La mayoría de las urbes modernas han crecido acelerada y desordenadamente, adaptándose al crecimiento demográfico y a los sistemas de producción y consumo.
“Los paisajes culturales, a su vez, representan la obra combinada de la naturaleza y el ser humano. Ilustran la evolución de la sociedad y los asentamientos humanos en el tiempo, bajo la influencia de las restricciones físicas y/o las oportunidades presentadas por su ambiente natural y las sucesivas fuerzas sociales, económicas y culturales, tanto internas como externas” (Centro del Patrimonio Mundial, 1999).