Por Brenda Lizbeth López
Alguna vez te has despertado sintiéndote agotado, a pesar de haber dormido 8 horas? Imagínate no poder recordar lo que hiciste ayer, sentirte constantemente cansado y tener dificultades para concentrarte. Esto es lo que experimentan millones de personas en todo el mundo debido a la falta de sueño. El sueño es un estado misterioso en el que pasamos un tercio de nuestra vida, y es mucho más que un simple descanso.
Nuevas investigaciones revelan que la calidad y cantidad de sueño tienen un impacto profundo en nuestra salud física y mental. Desde la consolidación de la memoria hasta la regulación del sistema inmunológico, el sueño desempeña un papel fundamental en nuestro bienestar. Sin embargo, en nuestra sociedad acelerada, a menudo se descuida, lo que conlleva consecuencias graves para nuestra salud y productividad. Como dijo el neurocientífico Matthew Walker: “El sueño no es un lujo, es una necesidad biológica. Es tan esencial para nuestra salud como el aire y el agua.”
Podemos imaginar nuestro cuerpo como un coche que, tras un largo viaje, necesita descansar para recargar combustible y repararse. De manera similar, nuestro cuerpo necesita dormir para recuperar energía y reparar los tejidos dañados durante el día. Durante una buena noche de sueño, el cerebro realiza una especie de limpieza, eliminando toxinas acumuladas y consolidando los recuerdos más importantes. Gracias a este proceso, nuestro cuerpo se regenera y se prepara para enfrentar los desafíos del día siguiente.
Por qué dormimos? Para responder esta pregunta, es importante entender que tenemos un reloj interno de aproximadamente 24 horas, ubicado en el cerebro y llamado núcleo supraquiasmático, que la escritora de ciencia Vargas-Parada describe como “un grupo de miles de neuronas en el hipotálamo”. Este reloj interno genera un ciclo basado en el ritmo de día y noche, haciéndonos sentir cansados o alertas. Además, la sustancia química llamada adenosina se acumula mientras estamos despiertos, aumentando el deseo de dormir y creando una «presión de sueño», una sensación de cansancio que crece cuanto más tiempo pasamos despiertos. Imagine a la adenosina como una moneda, a lo largo que gastamos energía durante el día, vamos acumulando monedas de adenosina, y ya que contamos con suficientes monedas, es cuando nuestro cuerpo las canjea por sueño.
Aunque cada persona tiene un ritmo diferente (diurno, nocturno o intermedio) el sueño es esencial para la memoria y el aprendizaje. El sueño resulta como una especie de archivador que ayuda a organizar y almacenar los conocimientos que se adquieren durante el día. Dormir antes y después de aprender ayuda a retener la información y evita que la olvidemos. Un estudio mencionado por Walker separó a personas en dos grupos: uno que durmió 8 horas y otro que se mantuvo despierto. Al día siguiente, ambos grupos fueron evaluados para aprender nuevos datos, y los resultados mostraron un déficit del 40% en la retención de nuevas memorias en aquellos que no durmieron lo suficiente.
El hipocampo, una estructura cerebral con forma de caballito de mar, es fundamental para funciones cognitivas como la memoria y el aprendizaje. Este es responsable de almacenar y organizar todos nuestros recuerdos, de los más antiguos hasta los más recientes. Según Walker, esta región es responsable de recibir y retener información. En las personas que durmieron adecuadamente, el hipocampo mostró actividad durante el aprendizaje, mientras que en las que no lo hicieron, no se observaron señales significativas, como si el hipocampo «cerrara su caja» y no aceptara nuevos recuerdos.
El hipotálamo, una pequeña pero crucial región del cerebro, es el «centro de control» de muchas funciones corporales. Tal como un director de orquesta, coordina y dirige. Recibe información de diversas partes del cuerpo y envía señales para ajustar funciones corporales. La glándula pineal, ubicada en el centro del cerebro, produce melatonina, una hormona que regula los ciclos de sueño y vigilia. En la oscuridad, se genera más melatonina. Podríamos decir que la melatonina es como una señal, la cual nos indica al cuerpo que es hora de dormir.
Un dato alarmante conforme a un artículo de National Geographic en 2023, nos indica que la luz azul de las pantallas puede disminuir la producción de la melatonina, lo que puede influir en la dificultad para conciliar el sueño. Por lo cual es importante evitar la exposición a las pantallas de dispositivos electrónicos antes de dormir. Ya que es una luz que puede engañar a nuestro cerebro, haciéndole creer que es luz de día. Una alternativa para evitar esto es activar el modo nocturno en nuestros dispositivos, lo cual reduce la luz azul.
El no dormir bien afecta directamente la calidad de vida, acortando su duración. Un artículo de Sleep Health en 2024, reveló a partir de un análisis de ocho estudios, que un sueño irregular se relaciona con una peor salud mental, aumentando los síntomas de ansiedad, depresión e insomnio. De acuerdo con Medline Plus, el sueño irregular implica períodos irregulares de sueño y vigilia que interrumpen el ciclo diario, lo que lleva a la falta de un horario establecido y problemas para dormir.
Este estudio analizó cómo las variaciones en nuestro sueño diario pueden influir en nuestra salud mental. Para ello, los investigadores recopilaron información de más de 3 mil personas durante varios días. A través de diarios y dispositivos es como registraban cuánto y cómo dormían las personas. Para luego comparar esa información con cómo se sentían emocionalmente (ansiosos o deprimidos). Al hacer el análisis de estos datos, los investigadores pudieron comprender mejor cómo un sueño irregular puede afectar nuestro estado de ánimo.
El estudio de Sleep Health encontró que las personas que varían significativamente en la cantidad de tiempo que duermen cada día son más propensas a tener síntomas de depresión e insomnio. Asimismo, aquellas cuya calidad de sueño es inconsistente (el tiempo real dormido frente al tiempo en la cama) tienen menos probabilidades de sufrir ansiedad e insomnio, aunque si no tienen una hora fija para dormir y despertar, es más probable que enfrenten dificultades para dormir.
Existen rangos considerados como «zona segura» para el sueño, entre 7 y 9 horas diarias. Dormir menos de 7 horas incrementa el riesgo de padecer enfermedades como cáncer, diabetes, obesidad, problemas cardíacos, pérdida de memoria, déficit en el aprendizaje y la creatividad, demencia, entre otras. Dormir más de 9 horas también conlleva riesgos, como contraer neumonía o aumentar la probabilidad de muerte prematura.
Por ello, mantener un horario de sueño regular y garantizar una buena calidad de sueño es esencial para la salud mental. El sueño reparador es aquel que permite al cuerpo y la mente descansar para recuperarse completamente. Es fundamental para una vida saludable y no debe considerarse una pérdida de tiempo. Comprender la ciencia detrás del sueño nos permite tomar decisiones informadas para mejorar nuestra calidad de vida, tener éxito y evitar errores. Debemos priorizar el sueño, establecer una rutina, crear un ambiente adecuado y descubrir el poder transformador de un buen descanso.