Tal como sí se tratase de moho creciendo en la oscuridad y humedad de una cloaca, parece pasar lo mismo con el odio y la violencia en las redes sociales, generándose cámaras de eco en diversas cuentas y grupos que les hacen creer que vivimos su retorcida realidad.
Esto ha llevado a creer a quienes odian y son usuarios activos de las redes sociales que sus cuentas afines, bots pagados, tendencias artificiales, y likes entre ellos son una fiel representación de la sociedad pero, el fin de semana pasado, se volvieron a golpear con la colorida realidad y se dieron cuenta que, aunque tal vez las redes sociales les favorecen, las calles son nuestras.
Para muchas personas Junio parecíó ser un mes del Orgullo menos colorido y hasta apagado, una idea alimentada por los ultras, para su disfrute y beneficio. Inclusive han estado desatados en los comentarios de diversas publicaciones, burlándose y hasta amenazado de muerte a las personas LGBTTTIQA+…otra vez recibieron un buen golpe de realidad.
El pasado 28 y 29 de junio no solo se salió a marchar, sino que fue una declaración política y activa; millones a lo largo del globo mostraron su Orgullo, pero más allá, recordaron: AQUÍ ESTAMOS.
No importa que nos maten, persigan, amenacen, odien, desparezcan, abucheen, insulten, traten de invisibilizarnos o de negarnos: la realidad es que aquí estamos, existimos, resistimos y amamos en un mundo que cada vez más vota por la individualidad, la reducción de colores y la homogeneidad.
Las movilizaciones ocurridas el pasado sábado y domingo resultaron históricas, entre 800 mil y más de un millón de personas para México; Brasil otros cientos de miles, así como Colombia, Perú, Salvador, Alemania, España, Francia, entre otros países que llenaron las calles con el movimiento arcoíris, que demuestra estar más vivo y fuerte que nunca.
Hay algunos casos que resaltaron más que otros, como por ejemplo: las movilizaciones del Orgullo en Estados Unido y Budapest; ambos casos fueron todo un acto político y de resitencia que ha resonado en el mundo y en los sectores fascistas y ultras que les gobiernan.
En EUA, en donde a pesar de que existe un gobierno fascista que busca eliminar a la población trans, LGBTTTIQA+, de la diversidad, comunidad afroamericana, migrante, entre otros muchos sectores, millones tomaron nuevamente las calles. Y no solamente eso, sino que también, en un acto mucho más político e intenso, en muchas ciudades, población de la diversidad latina y migrante, se hizo de las calles.
Para Budapest pasó algo similar, el gobierno fascista de Hungría encabezado por Viktor Orbán, sigue una ruta como la del dictador Putin, que es criminalizar a quienes participen en la Marcha del Orgullo e inclusive, pertenezcan a la población de la diversidad. A pesar de la amenaza de sanciones contra quienes participaran, entres 200 y 300 mil personas salieron a las calles, revasando por mucho, la anterior cifra histórica que había sido de 35 mil personas.
Como estos, hay muchos más casos políticos que se vieron en las marchas, como el apoyo a Palestina, a los pueblos originarios, al agua,etc, una resistencia que hasta en diversos carteles en distintos puntos del globo, se leía: «tranquila mamá, soy puta, maricon, bisexual, pero no fascista».
Y ahora, aunquen busquen engrandecerse los ultras y odiadores, se han dado cuenta —nuevamente— que son sumamente minúsculos comparados al resto del mundo, un mundo que se resiste a morir ante el odio, uno que abraza de manera fraternal al otro, que ayuda sin buscar nada a cambio, y que lucha con una ternura radical la que está trabajando en la creación de sociedades infinitamente mejores.
Lo decía en columnas pasadas: este Junio se sintió distinto nuestro Orgullo, lo que no significa que fuese mal, sino que el mundo está cambiando y estamos listes para ello. Por esto son importantísimas las acciones que tomamos tanto en lo individual como en la colectividad. No paremos de amar, mostrarnos; luchar desde nuestras trincheras, abrazando la colectividad y no olvidemos que los derechos son muy fáciles de perder, pero difícil ganar.
Puede que las redes sean suyas, pero las calles son nuestras
