Un pase de lista. La invisibilizada. No hay un registro de cuantas personas de la población LGBTTTIQA+ están desaparecidas. Melissa Ríos Victoriano ¡Presente ahora y siempre! Jesús Eduardo Flores ¡Presente ahora y siempre! Los nombres detienen el tiempo por casi diez minutos. ¡Presentes ahora y siempre!
Vestido rojo y sombras azules en su mirada, en sus manos un cartel «Soy Ama de Casa y vivo con VIH». La gente la mira sorprendida, se dejan llevar por sus impulsos e irrumpen en el contingente, se paran frente a ella y le toman fotografías. Algunos le piden permiso y ella afirma con la cabeza, quieta y con el puño izquierdo en alto. «Soy maestro y vivo con VIH» «Soy sacerdote y vivo con VIH», todos en silencio y con el puño hacia las nubes.

A su alrededor rostros en vida y en papel. Personas que ven la marcha con arcoíris en sus cuerpos y boletines de búsqueda en las paredes que gritan DESAPARECIDO. Atrás las personas con discapacidad, las personas refugiadas que pusieron una pausa a su alegría y ahora se suman al silencio. Finalmente, llegan. El tambor latiendo ya los anunciaba.
El contingente de familias de sangre y escogidas que buscan a personas desaparecidas de la comunidad LGBTTTIQ+ sostienen con fuerza los rostros de sus seres queridos. Desde un cartel con la bandera trans, Lilith con su cabello rosa saluda a la cámara señalando amor y paz con sus manos. Su mamá la busca desde el 2023. Lilith fue vista por última vez en Oaxaca. «Me he dado cuenta que para las Fiscalías las personas trans son invisibles», dice la madre de Lilith a través de un megáfono.

Silencio. El aire parece suspendido. Algunos organizadores de la marcha invitan a la gente a guardar silencio y levantar su puño izquierdo para recordar a los que no están y en apoyo a las familias buscadoras. Algunas personas se muestran contrariadas, otras no lo dudan, levantan sus manos. Una joven lleva en los brazos unas flores rosas, mira fijamente los carteles, a las familias. Las miradas hablan y la de ella ,muestra matices de tristeza y respeto.
Entre la gente una mujer que sostiene un cartel mira a las chicas que están a su alrededor. Asienten, se unen al contingente. No van solas en sus playeras hay un corazón con un rostro. En el rosa cartel todo se aclara. Una mujer con vestido verde. «Tú vas conmigo». Abraza una figura con sus manos. «Nunca serás olvidado». Las luces verdes se entrelazan con su cuerpo. «Eres la estrella más bonita». La mujer que sostiene el cartel sonríe, no le molesta que se reproduzca en fragmentos por medio de fotografías.

Las familias están en un camino protegido por puños dirigidos hacia el cielo. Un joven pasa se escucha su voz en un susurro «Qué fuerte». En el centro de la calle Margarita Cuevas sonríe en una fotografía. «Te estamos buscando». Ricardo Esquivel y Flavio Palomar miran la cámara en medio de un paisaje. «Atracción inmediata de la FGR». Pasa un vendedor de frutas, grita el precio. Le señalan el silencio y la causa, él decide unirse. El tambor palpita.
Números rojos en la banqueta. 43. El silencio se acaba, inicia la cuenta. Una mujer del colectivo «Una luz en el camino», la dirige. Sostiene el megáfono su playera blanca resalta entre la gente. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez , once, doce, trece, catorce, quince, dieciseis, diecisiete, dieciocho, diecinueve, veinte, veintiuno, veintidós, veintitrés, veinticuatro, veinticinco, ventiseis, veintisiete, veintiocho, veintinueve, treinta, treinta y uno, treinta y dos, treinta y tres, treinta y cuatro, treinta y cinco, treinta y seis, treinta y siete, treinta y ocho, treinta y nueve, cuarenta, cuarenta y uno, cuarenta y dos, cuarenta y tres. Cuarenta y tres. La gente mira. Cuarenta y tres. Un número que duele desde 2014.

Después de la cuenta la voz se aviva. Todas las emociones sostenidas en el silencio buscan un espacio para salir. «¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!» gritan al ritmo del tambor «Las fiscalías son indolentes», dirá la madre de Lilith. Exigen el reconocimiento de la familia social. «Amiga escucha, tu amiga está en la lucha» No hay un registro de cuantas personas de la población LGBTTTIQA+ están desaparecidas. Claman seguridad para personas buscadoras LGBT+. «¿Nuestros hijxs donde están?»
Inicia una nueva cuenta. Un pase de lista. La invisibilizada. No hay un registro de cuantas personas de la población LGBTTTIQA+ están desaparecidas. Melissa Ríos Victoriano ¡Presente ahora y siempre! Jesús Eduardo Flores ¡Presente ahora y siempre! Monserrat Palma ¡Presente ahora y siempre!. El tambor late en cada nombre. Paloma Celeste Gonzáles, Giovanna Fernández Uréstegui, Marco Antonio de la Cruz Miranda. ¡Presentes! Unas niñas miran quietas desde los costados, mueven tímidamente una bandera arcoiris. Los nombres detienen el tiempo por casi diez minutos. ¡Presentes ahora y siempre!

Casi llegando a la alameda, cerca de los puestos de bolsas, elotes, lentes, helados, limpias y tarot, todo converge. También hay un espacio para el dolor, la indignación, la comunidad. Frente al contingente de familias buscadoras una persona abre sus alas de mariposa, despliega ilusiones multicolor. «Se definió desde muy niña» dice la tía de Diana Zulema quien desapareció en 2021 y fue encontrada el pasado octubre. Desde la banqueta y el ruido una pareja sostiene a su bebé, grita justicia, le dice su mamá mientras mueve el puño.

«¡Afortunadamente ahora formo parte de este colectivo, en este espacio me he sentido acompañada!», dice la mamá de Lilith. Las familias se detienen frente a un mural de Palestina. Forman un medio círculo. Todos los rostros juntos. Bandera arocirís. Bandera azul, rosa y blanco. Atrás los colores del tianguis, al frente música de carnaval. ¡Justicia! ¡Justicia! ¡Justicia!