junio 30, 2025 12:03 pm
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Con conspiraciones, antifeminismo y capitalismo, ultras captan juventudes

El siglo XXI nació bajo las promesas de cambio. Muchas de estas se han cumplido, inclusive mejorado, pero hay otras que han sido rotas o malversadas. En ello, parece que la promesa de un mundo mucho más progresista e inclusive se ha estado cumpliendo, pero en paralelo, el regreso del fascismo y políticas ultras, han logrado ir captando poco a poco a las juventudes.

Suena paradójico y hasta contradictorio: aquellas generaciones, -nacidas ya hace algunas décadas- que crecieron bajo el yugo del sistema, estereotipos y roles de género mucho más marcados, el odio y tabúes, en sus grandes mayorías nos prometieron un cambio que sí se ha ido desarrollando; pero por otro lado, aquellos viejos sectores rancios, han sabido captar a las juventudes y envenenarlas con su odio.

Justo ahí se encuentra otra gran contradicción: hoy en día se teme y repudia enormemente al progresismo, a la izquierda, a lo «woke»;  incluso, se reanima al comunismo y socialismo (del ya solo quedan algunos fantasmas, si acaso) para su discurso. La ultraderecha se ha hecho de discursos populistas que replican en todo el globo, para hacerse de las juventudes.

Estos nuevos/viejos sectores han rodeado la tan alterada realidad en la que viven con una alta dosis de conspiración, machismo, antifeminismo, capitalismo, populismo, odio y manipulación barata.

Sus discursos y acciones se han vuelto fáciles de  identificar, por ejemplo, el antifeminismo y machismo han sabido realizar una lavada de cara para hacerse de las juventudes. «Red pill», «black pill», «incel», «beta», «chad» y mucho más nuevos conceptos se han generado desde las cloacas más peligrosas para perpetuar el machismo. Pero no solamente ello, sino que el «combatir» las libertades, ya que se sienten en una especie de guerra cultura, cuándo solo alimentan viejos y débiles discursos que únicamente benefician a la punta de su pirámide. De ahí para abajo, la mayoría de quienes congenian con esas ideas, son víctimas de las mismas, e inclusive, aunque no se dan cuentan, impulsan y hasta alimentan los feminicidios a través de sus dichos y acciones.

La meritocracia, el capital y capitalismo también es otro de los elementos de sus discursos para capturar juventudes: «no se necesita del Estado, el capital privado es la verdadera libertad» claman desde las sombras dichos sectores, «en ti está el dejar de ser pobre», «tampoco hacen falta tantos derechos para el sector obrero» dicen, mientras invitan a trabajar en las condiciones más insalubles y terribles, a cambios de unos pesos, dónde juran que, gracias a ellos, habrá una movilidad social, que claramente no ocurrirá.

Dichos discursos se desmotan por sí solos, ¿Por qué no le sirve a quien trabaja más de doce horas diarias?, ¿No tienen la suficiente hambre?, ¿Les falta mentalidad de tiburón? O, ¿Simplemente estos discursos fachos son diseñados por los patrones para mantenernos en un pozo, de miseria y necesidad del que no nos permitirán salir?

Estas y otras conspiraciones también han sabido hacerse de sus lugares en internet y las redes, lo que les ha permitido el difundirse y replicarse tanto en juventudes como en personas más grandes, tal como sí se tratase de un virus que salta de equipo en equipo, para lograrse apoderarse de ellos y replicarse en más espacios.

Claro, ¿Cómo perpetuar y ampliar viejas, peligrosas, rancias y excluyente idelogías? Bueno, fácil, vendiéndose como la revolución, ¿Qué más queremos las juventudes, que participar en movimientos que ayuden a cambiar al mundo? Bueno, los ultras no lo hacen, pero… se venden como sí lo hicieran.

Esto, es parte de su ADN conspiranóico, creen que hacen una revolución y que inclusive son una «resistencia» al «woukismo», cuando en realidad no hacen nada de ello, y para que se lo crean, les venden viejos fantasmas, como el del comunismo, o que se quieren acabar con las personas religiosas heterosexuales, nada más lejos de la realidad y dentro de ello, conjugan otros absurdos, como que se quiere acabar con las personas blancas, acabar con la propiedad privada, con la heterosexualidad y más fantasías fachas.

Debido a esto, nos tenemos que cuestionar, ¿Qué hace mal el progresimo?, la izquierda, ¿Por qué es que el discurso supremacista está ganando terreno?.

Y esto no es algo que se quedará solamente en nuestro presente, sino que también afectará de manera directa a nuestro futuro, el cómo se van desarrollando nuestras sociedades y lo que vamos normalizando y permitiendo, ya que los ultras no le apuestan al presente, sino al futuro, sino, ¿Cómo se explica la llegada de Trump y otros fascistas a sus gobiernos? Mismo que perpetúan e impulsan dichas ideologías.

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