mayo 19, 2025 2:19 am
mayo 19, 2025 2:19 am
mayo 19, 2025 2:19 am

Mujica, el hombre de las fantasías qué nos invitó a soñar y cambiar

Compañero, guerrillero, campesino, luchador, soñador, político, preso político, símbolo de resistencia, filósofo, pero sobre todo, un gigante, un excelente y congruente ser humano, una persona excepcional quien era consciente desde hace ya varios meses que su final en este plano estaba cada vez más cerca y a pesar de ello nunca se detuvo, y ahora en lo único que puedo pensar es ¡hasta siempre compañero!.

A sus 89 años Mujica falleció, pero ni sus achaques, enfermedades, dificultades o problemáticas le detuvieron, no solamente para trabajar en favor de un mundo mejor, una revolución de las conciencias o en la política, junto con su compañera Lucía, sino que fue alguien que vivió al máximo, y eso, sin lugar a dudas, nos ha marcado de una manera impresionante a millones a lo largo y ancho del globo terráqueo.

Mujica supo lo que era el sufrimiento, torturas, desaires, desesperanza, pero a pesar de ello, no cayó en el resentimiento, la persecución, la locura o el odio sino todo lo contrario, impulsó el amor y la paz, llamando no al tributo del sufrimiento, sino a entenderlo, saber vivir con él y, hasta cierto punto, usarlo como un impulso. El viejo uruguay decía: «en mi jardín hace décadas que no cultivo el odio porque aprendí una dura lección que me impuso la vida: que el odio termina estupidizando, porque nos hace perder objetividad frente a las cosas», añadiendo: «el odio es ciego como el amor, pero el amor es creador y el odio nos destruye».

Sin lugar a duda, las fantasías y sueños persiguieron a Mujica, mismas a las que alimentaba y gracias a ello es que nos las logró contagiar. No era un soñador iluso, sino todo lo contrario, uno consciente, quien demostró que se podría soñar por un mundo mejor, uno más amable, en dónde cupiéramos todes y, si no, podríamos trabajar en conjunto para lograrlo.

El Pepe invitó a la humanidad a actuar en conjunto por un bien mayor, demostrándonos que no tenemos que ser seres excepcionales para buscar cambiar al mundo, sino aquellas personas que estemos dispuestas a hacer algo, aunque parezca poco y que, esos poquitos logran cambios que tal vez no sean materiales, pero sí tangibles en otros aspectos.

He leído en estas últimas horas, especialmente en X, varias publicaciones con miles de apoyos que dicen que tras el fallecimiento del Pepe y Francisco se sienten desprotegidos y que se queda un mundo un poco peor ante la partida de símbolos de esperanza y lucha y el avance de los ultras. Lo entiendo, pero creo que no tenemos que alimentar esas ideas, ya que es lo que quieren esos sectores conservadores, que nos sintamos disminuidos para que recuperen el terreno que les hemos arrebatado. Por ello hay que recordar que si bien, Mujica y Francisco eran líderes muy difícilmente repetibles, nos invitaron a que en conjunto cambiemos nuestras sociedades, desde el amor, descanso, lucha, igualdad y los sueños.

Tan solo soy un joven de 24 años de edad que como otros millones creo que hemos conocido al luchador desde hace ya un buen tiempo, recuerdo haberlo conocido hace poco más de una década, desde entonces su vida, historia y trayectoria me ha marcado de manera profunda.

Pero de lo que más le admiro a Pepe es que se oponía rotundamente al adultocentrismo, a pesar de ser una persona de la tercera edad que ha vivido más que la gran mayoría de las personas, invitaba a respetar a las juventudes, a entenderlas, darles la oportunidad de cometer sus errores, así como los que ya se han cometido.

Y aún más allá: lanzó durante décadas mensajes de esperanza a las juventudes, mismas que podemos observa a veces, un futuro desesperanzador en donde el mundo parece ir en picada, los derechos en persecusión, y los beneficios para la vejez inexistentes, y sin importar todo esto y más problemáticas, Mujica nos invitaba a vivir y no rendirnos. «Lo imposible cuesta un poco más y derrotados son solo aquellos que bajan los brazos y se entregan» nos decía Mujica, mientra reconocía que «la vida te puede dar mil tropezones en todos los órdenes: en el amor, en el trabajo, en la aventura de lo que estás pensando, en los sueños que pensás concretar. Pero una y mil veces estás hecho con fuerzas para volverte a levantar y volver a empezar» enfatizando durante décadas que podemos continuar levantándonos sin importar las complicaciones que nos atraviesen.

Mujica no solamente fue un gran humanista, sino también animalista que amaba con locura a sus perritos, la más consentida Manuela, a quien mostraba mucho cariño, respeto y con quien espera descansar hasta la eternidad. En más de una ocasión destacó la lealtad de estos seres tan nobles y la importancia que llegan a tener en nuestro día a día.

El Pepe fue un hombre que entendía que el trabajo y los bienes materiales no lo podían ser todo, que el capital muchas veces nos esclaviza para tenernos de maneras miserables, por ello, llamaba a quitarle el «poder y la vida» que muchas veces le damos al dinero, y entender que no lo puede ser todo, sino que también tenemos que tener tiempo para nosotros.

Su revolución impactó de manera directa en la política, como se hacía, se entendía, viendo a gente de la política cercana al pueblo, no como un campaña publicitaria, sino como un modo de vida replicado por miles, demostrando que se podía actuar de manera austera, en favor de la gente, del progresismo, reconociendo que muchas ocasiones las política nacionales no eran suficientes ante los males del mundo, y que por ello lo mejor serían los «acuerdos planetarios».

Inclusive entendía la importancia del progresismo, los derechos, la despenalización del aborto, la legalización de la mariguana y el aprobar los matrimonios igualitarios, pero aún más allá, uno de sus orgullos más grandes fue la educación, el sistema universitario que impulsó y que beneficiado a millones de personas, especialmente a los sectores más vulnerables, personas que sin ella, no hubieran podido acceder al sector educativo y a un mejor futuro.

Sin lugar a dudas, Mujica también debe de ser un referente para la izquierda y más aún la mexicana, una que parece olvidar el camino. El pepe fue un titán del progresismo que no se escudo en discursos sino que sus acciones era las que hablaban, aún más que todo lo que nos podría transmitir mediante las palabras.

«No me voy, estoy llegando», dijo cuando dejaba la presidencia del Uruguay y creo que ahora aplica perfectamente, físicamente parte, pero sus enseñanzas se queda como una fuerza mayor y como luz para saber por dónde seguir, «uno de estos días seré menos que polvo, tal vez, quede alguna paloma dando vueltas, en la cabeza de alguno», dijo hace más de una década Mujica, y sin lugar así es, millones de palomas se quedarán en este mundo para recordarnos sus luchas e invitarnos a seguir.

Francamente no me alcanzan las palabras para plasmar lo que siento, cientos de veces he buscado a El Pepe, cuando necesito esperanza, fuerza, siento y pienso muchas cosas sobre lo que hizo no solamente para Uruguay, sino para el mundo, por lo que siento un agradecimiento enorme y ganas para seguir.

Y tal vez parecen mis palabras, ideas y sentimientos tardíos, pero prometo que no lo es así, ha sido difícil a lo largo de estos día el escribir esto, el recordar a alguien como el Pepe, que aunque su final estaba cerca, duele infinitamente, pero también ahora, su vida y partida sirven como abono, no para los vegeteles o las flores que tanto quería, sino, ahora para las conciencias y el desarrollo humano.

Hasta siempre Pepe, que descanses en paz y en poder.

Comparte en tus redes sociales