José —Pepe— Mujica, expresidente de Uruguay y símbolo de la política austera y humana, falleció a los 89 años tras una larga lucha contra el cáncer. Fiel a su filosofía de vida sencilla y cercana a la naturaleza, expresó su deseo de ser cremado y que sus cenizas reposen bajo una secuoya en su chacra de Rincón del Cerro, junto a los restos de su entrañable perra Manuela
Manuela, una mestiza de tres patas que acompañó a Mujica durante su presidencia (2010-2015), falleció en 2018 a los 22 años. Su historia, marcada por la lealtad y la sencillez, reflejaba los valores que Mujica defendía: la humildad, la coherencia y el amor por los seres vivos. La decisión de descansar junto a ella simboliza el profundo vínculo que compartían y la visión de Mujica sobre la vida y la muerte como partes de un ciclo natural
Este último deseo de Mujica no solo conmueve por su ternura, sino que también encapsula su legado: una vida dedicada al servicio público, vivida con autenticidad y respeto por la naturaleza y los lazos afectivos
