La luz de ese antiguo candelabro que pende de la parte más alta del techo, baja directo al fondo de aquel enorme y elegante salón y se refleja ahí, justo en las canas de la cabeza de aquel hombre quien durante los últimos seis años se encargó de tomar las decisiones del país en nombre de poco más de 126 millones de mexicanos: Andrés Manuel López Obrar.
Es el mismo espacio. Son las mismas sillas. Los mismos canceles y los mismos adornos de caoba, pero hoy hay un aire diferente.
Hoy los mosaicos del piso sienten la firmeza con que pisa una persona que se muestra satisfecha. Porque hoy, una vez más, como desde hace 2 mil 103 días, ese personaje cruzó la gran puerta de madera del salón de Tesorería del Palacio Nacional para ofrecer su última conferencia de prensa como presidente de la república. Su última mañanera.
Cruza el estrado. Sonríe. Levanta la mano derecha y saluda. Frente a sus ojos, decenas de periodistas ya aguardan con cámaras, grabadoras, celulares y papel en mano a la primera palabra de su último discurso a la cabeza del Ejecutivo federal.
La corbata guinda que se esconde a medias de entre su abrigo negro, siente la vibración en su garganta de aquellas primeras palabras: «Ánimo, ánimo», sentencia casi antes de agradecer a los comunicadores, quienes estuvieron con él por mil 438 conferencias de prensa donde, asegura, se logró un «ejercicio de auténtica comunicación» y un «diálogo circular» con los periodistas.
«No puedo dejar de decir que me voy muy satisfecho por el cariño de muchos mexicanos, mujeres, hombres. Cosa que agradezco de todo corazón». Porque asegura que los últimos seis años en México se llevó a la práctica uno de sus primeros principio: «Por el bien de todos, primero los pobres».
Retoma aire, frunce el ceño y continúa: «Me dediqué a servir al pueblo de que atendimos a todos, escuchamos a todos, respetamos a todos, pero le dimos preferencia a los más necesitados».
A poco más de hora y media de iniciada su conferencia de prensa, un abrazo cálido de un miembro de la prensa demuestra la gratitud de los periodistas, quienes a lo largo de estos años se mantuvieron desde muy temprana hora todos los días para llevar los mensajes del presidente a la población.
Con abrazo, un beso y otra vez un abrazo, Julio Omar Gómez, del medio Sin puntos ni comas, agradeció al presidente no solo el haber cumplido su palabra y sortear el reloj que usó durante el sexenio y del cual resultó ganador. Con su mirada agradeció la apretura del gobierno para con la transparencia de la información.
Sabiendo que hasta el último segundo de este 30 de septiembre tuvo la responsabilidad de guiar al país, deja su legado la presidenta electa Claudia Sheinbaum para dar continuidad a su Cuarta transformación, a quien también agradece por mantener la apertura para con los periodistas y continuar las mañaneras que ahora ya son una compañía diaria para cientos de mexicanos.
Fue ahí, en el patio Marianos, donde con una convivencia entre el presidente y miembros del gobierno, periodistas, camarógrafos y fotógrafos despidieron, entre aplausos, la última mañanera del ahora expresidente de México, Andrés Manuel López Obrador.