
Hace un año, la artista recordó que la imagen formada por grabados en tela es el recordatorio por legislar a favor del aborto y por los derechos de las mujeres.
En la esquina de la 2 norte y la Avenida Juan de Palafox y Mendoza del Centro Histórico de la ciudad de Puebla se alza la silueta fácilmente identificada con la antimonumenta de la glorieta de las mujeres que luchan de la Ciudad de México.

La imagen en tela que reúne varios grabados que testimonian la lucha por los derechos de las mujeres, es un trabajo colaborativo emprendido por la artista plástica Mónica Muñoz Cid, quien, junto a jóvenes de Unarte y de la Universidad Iberoamericana Puebla, decidieron dejar un testimonio de la marcha del 8M y de lo que representa la luchas por sus derechos.

“Esta imagen se ha vuelto icónica en nuestro imaginario”, platica la misma Mónica Muñoz Cid en entrevista, “desde la universidad decidimos hacer una actividad y como artistas tenemos la necesidad de aportar. Empezamos a trabajar con las chicas de Unarte y de la Ibero Puebla para reflexionar en torno a la lucha por la búsqueda de las mujeres de mayor igualdad y de justicia antes las muertes por cuestiones de género”.
Precisó que la iniciativa nació de las charlas con especialistas en derechos humanos, “después, cada chica hizo una imagen que se pasó a grabado en linóleo y con gubia. Todas imprimimos nuestras playeras con las que fuimos a la marcha. Después juntamos todas las placas para tener sesiones de impresión en el Taller del Jacal”.

El segundo paso, recordó, “fue extender una tela y recortar la silueta de la imagen que actualmente está en la rotonda que era de Cristóbal Colón. Pensamos en llenar esa imagen con nuestras mismas imágenes. Extendimos los doce metros de tela a lo largo y los cinco de ancho para trazas la imagen y luego recortarla. Fueron varios días imprimiendo, fueron más de 550 impresiones. Fue entintar con rodillo cada impresión e ir armando, cada tela tiene como seis pasadas”.
Un día antes de la marcha incluyente de las 17 horas del 8 de marzo, en la Ibero, donde tienen las máquinas de coser, precisa Mónica, “nos ayudaron algunas chicas de moda a coser las tiras para armar la muñeca. Le pusimos unos ojillos para colgarla y nos la llevamos a la marcha”.

De ahí, platica Mónica, “lo que ocurrió fue muy orgánico, salimos del Gallito rumbo a Fiscalía, no había espacio para nuestra manta, lo que ocurrió fue que la abrimos y todas las chavas de los contingentes la cargaron, éramos un montón de conocidas y desconocidas cargando este estandarte, fue un momento muy emotivo”.

Ya en la Fiscalía General del estado, decidieron separarse del contingente: “la muñeca la colgamos del puente peatonal, se quedó un rato y cuando se dispersó la gente la guardamos. Después, un amigo me dijo que había oportunidad de colgarla en el Zócalo y el domingo nos consiguieron una grúa para colgarla de la fachada de edificio del Salón de Protocolos del estado”.

Sobre el color, Mónica Muñoz precisó que es morado, pero debido a que la tela es muy transparente da tonos azulados: “fue el color que comenzó a agarrar la tinta, se viró un poco el color por el soporte”.
Con este objetivo logrado, enfatizó la necesidad de que en el espacio público “se sigan escuchando estas voces que exigen justicia, igualdad, sororidad, las cosas que vivimos en Puebla, es una pieza con imágenes en favor de que el aborto se declare de forma segura y legal y se ponga atención en los feminicidios”.

“Después de 54 feminicidios el año pasado, no se ha avanzado, a las mujeres nos siguen matando, violentando, abusando sexualmente y las autoridades no han puesto cuidado en que esto. Es una situación en todo el país, como la trata en Tlaxcala, una serie de problemáticas que hay que atender de forma profunda”.
Sobre la importancia de la silueta como icono de lucha, Mónica agregó: “el símbolo de la antimonumenta es una lucha orgánica, no es una escultura impuesta por una administración o por un conjunto de urbanistas o artistas, es la expresión de una colectividad de mujeres que representa el hartazgo, es el símbolo de las mujeres que luchan, nos unimos a esta causa porque unidas tenemos más oportunidades de ser vistas”.

“La ley no nos protege, nos cuidan nuestras amigas, eso que expresamos en la marcha es nuestro sentir, y la antimonumenta es un grito de todas las mujeres”.
Finalmente, como pieza de arte, Mónica señaló que es, antes que nada, un testimonio: “es un documento de lo que hicimos, de llegar a un acuerdo, llevarla a la marcha y lo más importante es lo que vivimos con ellas. Si es expuesta en algún espacio está bien porque replica el mensaje, pero lo importante es que es un testimonio de la marcha”.